Hay bandas que en un principio son altamente conocidas, se mantienen un rato y luego desaparecen del radar. Eso es lo que sucedió con Ladytron, una agrupación que surgió a finales de los 90 y que desde un principio tuvo un auge precisamente porque su música tenía muchas capas de synth pop y new wave. Ellos no andaban con rodeos, conocían sus influencias y sabían a dónde querían ir. De ahí fue que surgieron discos como 604, Light & Magic y Witching Hour. Éste último fue lanzado un 3 de octubre y, a diferencia de sus predecesores, contiene cortes que hasta la fecha son recordados como “Destroy Everything You Touch” o “International Dateline”.
Desde que comenzó en la música, Ladytron se mantuvo como una banda que se movía entre las penumbras, que no buscaba el éxito pero que de alguna forma lo consiguió. Por aquel entonces, cuando lanzó su tercer material de estudio, la agrupación se encontraba muy influenciada por el synth pop ochentero, el post-punk, rock gótico y new wave pero a la par, también tenía referentes como The Jesus And Mary Chain, My Bloody Valentine, Cocteau Twins o Slowdive. Todo esto lo juntó en un solo álbum y el resultado fue perfecto.
De principio a fin, Witching Hour usa distorsiones en las guitarras eléctricas cuyos riffs son sucios, incluso podría decirse que descuidados y al mismo tiempo, emplea golpeteos de batería eléctrica, capas de loops y finalmente un bajo que termina por darle toda esa oscuridad. No hay censura, nada se detiene, “High Rise” es más melodía que voz de Helen Marnie -la luz en medio de tanta oscuridad-. Después está “Destroy Everything You Touch”, que más allá de ser una pieza un poco más electropop, la letra destroza los corazones y mentes de aquel que la escuche. Y es que juega dos papeles a la vez, pues puede ser una especie de canción de protesta o una dedicatoria a un ser indeseable, pero en el contexto que aborda Ladytron, digamos que es más lo primero.
Con “International Dateline” regresa el protagonismo de los sintetizadores, así como el golpeteo de la batería. Luego viene un poco más de experimentación con el shoegaze, que en esta ocasión fue la incursión de Ladytron en el género mismo. De igual manera las cajas de ritmo y sintetizadores se apoderan, pero ahora se tornan mucho más sucios gracias a sus constantes distorsiones que desgarran los tímpanos.
Posteriormente, en la segunda mitad del disco, llega la calma, el viaje hacia el espacio, hacia un mundo mítico en el cual quieres quedarte y no regresar. “CMYK” y “Beauty*2” y “All The Way” se encargan de eso. Entre esto y el resto de las canciones, se experimentan subidones gracias a los beats, mismos que le dan una gama de tonalidades a un disco que de principio a fin no te cansa. Todo lo contrario, se torna eufórico, pasivo, tiene todo a la vez. Precisamente por eso en su momento, 15 años atrás, Witching Hour se convirtió en algo propositivo e inesperado en una banda que durante seis años se mantuvo dentro del electro y synth pop, pero que en esta ocasión optó por salir de su zona de confort, buscó más inspiración en otras bandas e incluso le dio su propio toque como si fuera de otro planeta o mejor dicho, como si fueran extraterrestres que llegaron del futuro y vinieron a plagar nuestros oídos con música que hasta hoy, podría decirse que es un tesoro que mantenemos, que no discriminamos y lo escuchamos como un todo pero también, una creación de unos alienígenas que queremos de vuelta.