Precisamente antes del encierro, fue en el Corona Capital 2019 cuando pudimos ver a los Angelinos de Weezer en todo su esplendor, consolidados como una genuina banda de culto que, a base de riffs y coros en la aguda voz de Cuomo, han construido una leal base de fanáticos, independiente de su versatilidad como grupo, que hace desde baladas en piano, hasta himnos de rock para estadios.

En su quinceavo disco de estudio, planeado para salir originalmente en mayo del año pasado, el cuarteto invoca a sus héroes del hard rock y a la emoción de unos adolescentes aprendiendo a tocar covers de sus bandas favoritas.

Con muchas ganas de rasguear guitarras y cantar coros que no vas a poder sacar de tu mente, los estadounidenses se juntaron con la productora Suzy Shinn (Fall Out Boy, Katy Perry, Panic! At The Disco) quien domina lo mejor de dos mundos, por un lado, la intensidad del rock en la ejecución y por otro, lo pegajoso del pop que nos mantiene repitiendo por horas las melodías.

El segundo disco en menos de seis meses.

Este disco es drásticamente contrario a OK Human, lanzado apenas a finales de enero de este año, y centrado en la reflexión, un pop instrumental para el que Cuomo usó más el piano y los espacios sonoros en vez de las guitarras y los lugares comunes de viejas producciones más rockeras de la banda. Pero se quedó con ganas de regresar a las raíces.

Van Weezer, a diferencia de su antecesor, toca las fibras de todos los amantes del rock ochentero, un poco de glam rock, y hasta usa el riff de “Crazy Train” de Ozzy Osborne en “Blue Dream”, como un juego/homenaje a sus influencias, en una reversión con solos acelerados a dos guitarras, con el dúo de Brian Bell y Rivers Cuomo luciéndose, constante en todo el disco.

Los geeks también escuchamos heavy metal

Una banda transgeneracional, de cultura geek y gran servicio al fan, insiste que usar lentes, tenerle amor a tablas de Excel (Rivers ha declarado eso) e igual amor por las distorsiones, no está peleado con ser una banda de rock pesado que puede tocar lo que se proponga. Muestra de esto es hacer un video caricaturizado sobre una canción de rock, como el recién estrenado para la coreable “All the Good Ones”.

“I Need Some Of That” es la canción que resume la intención del disco, en la que nos cuentan la rutina de un Rivers adolescente, que escuchaba a Aerosmith y podía ser quien quisiera al conectarse a su amplificador Marshall. El recuerdo a los tiempos más sencillos y a no crecer nunca es un llamado al sueño de un niño que se convirtió en un líder del rock actual.

A veces nada más necesitamos una dosis de rock sin mayor pretensión para alegrarnos, y es en parte lo que nos da hoy Weezer, en un disco de homenaje con gran medida de su propia identidad, basado en rock pesado, distorsiones y riffs acelerados.

Hay espacio para el romance en el disco

Tenemos que destacar el cierre del disco con “Precious Metal Girl”, una balada que habla sobre una chava con moda ochentera (spandex y chammara de piel) de la que el vocalista está enamorado. Con algunas analogías trilladas, nos encanta cómo es que Weezer hace referencia a las luces neón para mandarnos a una década pasada y pensar en el romance de antaño.

También tenemos en este sentido “She Needs Me”, en la que se usan distorsiones para gritarle al mundo que alguien está enamorado de su novia y que el mundo importa poco siempre y cuando puedan mantener este amor cursi. El solo de guitarra entre cencerros nos parece una postal clarísima del rock ochentero, incluso para una canción de amor.

¿Vive a la altura de su nombre?

A menos de un año de la partida del legendario Eddie Van Halen, el nombre de este disco de Weezer generó reacciones positivas y negativas, y lo cierto es que todo dependería de la calidad de las diez rolas que incluyeran para este LP.

El debut de 1978 de la legendaria banda fue retomado para Van Weezer, en un homenaje directo que suena a que se tomaron en serio la oportunidad para crear varias rolas que seguramente serán coreadas en los estadios en donde los californianos se presenten.

Van Weezer es un nombre que vive a la altura de lo que nos regala la banda, con una clase de solos a base de tapping, distorsiones bien grabadas y muchos platillos en la batería, al más puro estilo del rock ochentero.

Sí, el nombre generó un poco de escepticismo, por lo que la banda inclusive recibió correos, sugiriendo que cambiaran el nombre, pero esto lo usaron dentro de su humor ácido para crear inclusive mercancía que hacía referencia al título Jared, propuesto por un enojado purista del rock.

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Entusiasta y nerd musical desde que tengo consciencia. Lector obsesivo y escritor. Ávido de escuchar y presenciar música en vivo. Músico novato a ratos. Egresado de Derecho y (casi) de Letras Inglesas...

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