La ciencia nunca ha estado peleada con las expresiones artísticas ni con el entretenimiento. Y la prueba de ello fue uno de los más grandes físicos teóricos de la historia, el doctor Stephen Hawking, quien falleció ayer a los 76 años de edad.
Este hombre, desde que se hizo conocido por sus revolucionarias teorías en el mundo de la ciencia, también tomó un lugar en el mundo del arte y el entretenimiento al formar parte de la cultura pop. Por eso no fue de extrañarse cuando alguna vez, le pidieron que eligiera sus tres rolas clásicas favoritas.
Hawking, en 2006, sirvió como curador de un concierto de música clásica que buscaba acercar acercar y comprender las matemáticas a través de este tipo de música. Mozart, Music and Maths, de la Universidad de Cambridge, le dio la oportunidad al físico de elegir sus tres piezas favoritas para que fueran interpretadas.
Así que, si no eres de las pocas personas en el mundo que comprendieron a la perfección sus teorías, pero te gustaron sus cameos en series como The Big Bang Theory o la interpretación de Eddie Redmayne en La Teoría del Todo, entonces vale la pena escuchar las canciones que inspiraron una de las mentes más grandes de la historia de la humanidad.
“Simfonia Psalmilor” de Ígor Stravinsky
Cuando tenía 15 años, seis años –aproximadamente– antes de que la esclerosis amiotrófica lo invadiera, Hawkins tuvo su primer acercamiento con la música clásica y esa pieza fue la “Symphony of Psalms” de uno de los compositores más conocidos: Ígor Stravinsky.
“En aquella época, los primeros LP’s eran demasiado costosos, así que no podía comprarme ninguno con el presupuesto de una persona que aún va a la escuela. Pero compré la “Sinfonía de los Salmos” de Stravinsky por costaba 10 libras… Me enamoré del tercer movimiento que representa más de la mitad de la sinfonía”.
“Violin Concerto No. 1” de Henryk Wieniawski
Durante la década de los 90, Hawking escuchó en la radio el segundo concerto de Henry Wieniawski… y se enamoró de las composiciones del polaco, sobre todo del “Violin Concerto No. 1”, dividido en tres secciones y creado a mediados del siglo XIX.
A pesar de que su primer acercamiento con Wieniawski fue con su segunda entrega, a Stephen Hawking le gustó más la primera porque “el primer movimiento es cautivante”.
“Gloria” de Francis Poulenc
“Gloria” es la pieza final de la trilogía favorita de Hawking. ¿Por qué? Quizá por el dramatismo que engloba a esta creación del compositor francés. Cuando se interpretó por primera vez en 1959, la gente quedó sorprendida por la ligereza con la que Poulenc compuso un tema espiritual.
Y para Hawkins, “Gloria” es “una de las pocas piezas que considero como buena música”, comentó alguna vez.