Cuando se habla de festivales en la historia de la música, Woodstock de 1969 tiene una mención bien especial como uno de los eventos más grandes jamás hechos, con todo y que no se estableció como una fiesta musical anual.

A pesar de ello, en décadas posteriores se hicieron algunas ediciones con el afán de celebrar el aniversario de la entrega original. Y ahí, por ejemplo, tenemos el caso de Woodstock ’99, con el cual se pretendía en su momento festejar los 30 años de la primera vez que había sucedido el festival.

Imagen ilustrativa. Foto: Netflix.

Pero la cosa no salió bien. Si la idea era replicar ese conocido lema de la edición del 69 que decía “tres días de música y paz”, es claro no se logró… No hubo pacifismo de ninguna manera; todo terminó en una fatídica versión del evento repleta de mala organización, vandalismo y violencia en todos los sentidos que ahora, a más de 20 años de su realización, sigue dando bastante de que hablar.

Tan es así que Netflix ha lanzado en su plataforma este documental de tres partes llamado Trainwreck: Woodstock ’99 que ya está disponible para ver. Y aquí, les diremos por qué tienen que echarle un ojo.

Las revelaciones de una organización horrible

Aquellos que aman ir a festivales de música, son conscientes de cuando uno se hace ‘con las patas’. Después de un fin de semana de festival, nunca falta ese amigos conocedor (por decirlo de alguna manera) que se queja de la organización y todo eso… pero si algo es seguro, es que nada se compara con Woodstock ’99.

El documental Trainwreck de Netflix precisamente nos muestra detalladamente cuáles fueron las razones de la desafortunada experiencia que resultó ser esa edición. Hay un vistazo interesante, por ejemplo, sobre cómo el precio excesivamente elevado del agua y alimento (que dicho sea de paso ya es bastante común en festivales alrededor del mundo).

Los testimonios acusan a los fundadores -Michael Lang, Artie Kornfeld, Joel Rosenman y John P. Roberts- de aumentar los precios debido a que la edición de Woodstock de 1994, aunque no fue del todo mala, no dejó una derrama económica importante. Woodstock ’99 fue señalado por deshacerse de la ideología sobre el amor por la música y el arte, inclinándose por la ganancia. Y os organizadores lo admiten.

Lo mismo pasó con el tema de la basura, que básicamente tapizó todo el suelo del festival. Por ahí, se comenta que los departamentos de saneamiento de Nueva York no pudieron apoyar en las tareas de limpieza, esto debido a cortes presupuestarios. Y así, el documental nos muestra sin limitaciones la negligencia de organizadores, el gobierno neoyorquino, staff y todos los involucrados.

Metraje del documental. Foto: Netflix.

Tres capítulos ágiles y dinámicos

Uno de los puntos que hacen a Trainwreck: Woodstock ’99 un buen documental para pasar el rato, es que se divide en tres episodios muy ágiles de entre 45 y 52 minutos como mucho. Y se van rápido.

Lo mejor es que el contenido no nos habla del festival como un todo solamente; sino que va desglosando cada aspecto de manera individual. Dicho de otro modo, se hizo un capítulo enfocado en cada día del festival, así que podemos sumergirnos en ese ‘cochinero’ casi casi como si hubiéramos estado ahí.

Todo eso se complementa no solo con los testimonio de organizadores, músicos o personas vinculadas al staff del evento, sino también con algunas declaraciones de gente común que vivió en carne propia el desastre.

Imagen del documental. Foto: Netflix.

También puedes leer: La historia de la trágica época que inspiró “Gimme Shelter” de The Rolling Stones

La mirada a una cultura sumamente machista y la falta de seguridad

Trainwreck: Woodstock ’99 no escatima en dar testimonio del que fue por mucho el mayor problema del festival: el acoso sexual entre los asistentes, con una evidente agresión de hombres a mujeres de todas las edades. Como señala atinadamente Rebeca Nicholson en su review para The Guardian, la multitud era machista y agresiva; una cultura de ‘chicos de fraternidad’ que dominaba el evento”.

Michael Lang, uno de los organizadores, dice en el documental: No queríamos a nadie uniformado ni a nadie portando un arma. No queríamos las influencias del gobierno o del estado policial o lo que sea. Así que la seguridad que contratamos, no estaban armados¡; eran patrullas de paz“.

Se da por ahí el testimonio de una chica llamada Cody, que fue contratada como patrullera en Woodstock ’99 con tan solo 18 años. A través de sus declaraciones y otras revelaciones, se detalla cómo los miembros de esas llamadas ‘patrullas de paz’ incluso se unieron a los disturbios.

Resulta un tanto escalofriante conocer el trasfondo sobre un evento que promovía la paz y la armonía a través de la música, pero que terminó siendo el mismísimo infierno.

Disturbios en el festival Woodstock 99. Foto: Netflix.

Remarcando la negligencia de organizadores e implicados

Como todo buen documental que se ocupa de denunciar malas prácticas, Trainwreck: Woodstock ’99 sirve para no ignorar ese factor humano deleznable sobre cómo algunas personas son capaces de minimizar el caos para obtener un beneficio.

Y aquí, no es la excepción. Hay material de archivo de John Scher, uno de los organizadores, mientras da una conferencia de prensa donde dice que todo está bien y que no ha habido problemas difíciles de controlar. Lo mismo pasa con Joe Griffo, alcalde de Rome, Nueva York (donde se llevó a cabo), quien dice remarca el festival como un evento memorable en sentido positivo (que evidentemente es mentira).

En ese sentido, se hace un importante espacio en el documental para señalar a Griffo como uno de los responsables de que las cosas se salieran de control. Sin embargo, los organizadores y de más gente involucrada finalmente no parecen muy arrepentidas de los eventos sucedidos, culpando en buena medida a los asistentes. El descaro, pues.

Sí, el documental puede provocar que uno diga “no puedo creer que sean tan sin vergüenzas”, pero es precisamente lo que se debe hacer: mostrar que la memoria sigue intacta y que hay culpables detrás de la atroz ‘fiesta musical’ que significó aquel Woodstock ’99.

Michael Lang y John Scher junto a Joe Griffo en el Woodstock 99. Foto: Getty.

Todo lo que no sabías que necesitas saber lo encuentras en Sopitas.com

Editor de Música en Sopitas.com; a veces escribo y hablo de otras cosas. Egresado de FES Aragón UNAM. Los gatos y la música son necesidad absoluta.

Comentarios