Para muchos fanáticos de la música y personas clavadas con la década de los 60, Woodstock significó paz, amor, espiritualidad, conexión colectiva y música para una generación que creían que todas estas cosas cambiarían el mundo. Sin embargo, en los 90 las cosas eran muy diferentes, pues la juventud tenía otra mentalidad e interesantes. Y eso quedó muy claro cuando regresó este mítico festival, que se convirtió en una verdadera tragedia.
El fin de semana del 22 y el 25 de julio de 1999 en la antigua base aérea de Griffiss en Rome, Nueva York, se llevó a cabo el Woodstock 99. Esta edición pretendía ser la más grande e importante de todas, pues lograron juntar en un lineup a grandes artistas del tamaño de Red Hot Chili Peppers, Metallica, Limp Bizkit, Korn, Rage Against The Machine, Alanis Morissette, The Offspring, James Brown, Willie Nelson, Elvis Costello Jamiroquai, Moby, Fatboy Slim, The Chemical Brothers, Megadeth y más.
‘Trainwreck: Woodstock 99’ reveló detalles sobre la tragedia en este festival
Lo que parecían ser tres días de mucha música y buena onda con más de 300 mil asistentes, terminó siendo todo lo contrario, pues lamentablemente se confirmaron casos de violaciones dentro del festival, así como violencia, saqueos y más situaciones que distaban mucho de lo que fue Woodstock en 1969. Por supuesto que lo que sucedió en aquella edición, a más de 20 años sigue dando de qué hablar y nos sigue revelando cosas impactantes.
A lo largo del tiempo han surgido investigaciones sobre este festival. Recientemente Netflix lanzó un documental llamado Trainwreck: Woodstock 99, donde a través de entrevistas con los organizadores, personal de seguridad, artistas y hasta asistentes nos cuentan desde su punto de vista todo lo que ocurrió durante ese fin de semana y aquí les contaremos algunos puntos clave para entender cómo es que este evento que pretendía ser uno de los más importantes de la década, se convirtió en uno de los más tristes de la historia.
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Los organizadores quisieron ahorrar una lana e hicieron como que “todo estaba bien”
Michael Lang fue la persona detrás del Woodstock original, quien 25 años después buscó llevar la magia y experiencia de ese legendario festival a las nuevas generaciones. En 1994 se armó una edición que si bien no fue la más exitosa de todas económicamente hablando– y también se salió un poco de las manos –pues mucha gente logró entrar gratis y meter objetos de contrabando–, dejó a muchos con un gran sabor de boca, pues fueron dos días donde se reunió la vieja escuela con la juventud actual. Es por eso que tenían ganas de repetirlo cinco años más tarde, en 1999 para festejar las tres décadas del primer festival.
Ahora, junto a John Scher (quien se encargó de armar el lineup), lanzaron el Woodstock 99. Sin embargo, de acuerdo a lo que vemos en el documental de Netflix, lejos de pensar en que los asistentes se la pasaran de maravilla como en el 69, tomando en cuenta el fracaso económico que fue la edición del 94 y considerando los gastos de operación y contrataciones de artistas, se enfocaron en ahorrar costos y subir los precios tanto de los boletos como de la comida, bebidas y demás dentro de la base aérea de Griffiss.
Para que se den una idea de cómo estuvo la cosa, cada entrada costaba 150 dólares (algo así como 3 mil pesitos mexicanos actuales) y cada botella de agua o refresco en el festival salían en 4 dólares (cerca de 80 morlacos mexas), precios que estaban fuera del alcance de los jóvenes que se lanzaron a este Woodstock. Eso sin contar que en la entrada –como suele suceder en la actualidad– no los dejaron entrar con alimentos y bebidas. Todo esto creo un descontento entre los asistentes que combinados con otros factores, harían de esta edición un total desastre.
Pero quizá el mayor error de Michael Lang y John Scher fue que en el momento más crítico de Woodstock 99, cuando el público causó incendios y destrozos por todos lados, minimizaron la situación. De hecho, el último día durante las conferencias de prensa que ofrecían a medios de comunicación, reportaron que todo estuvo tranquilo. Aunque lo más grave de sus palabras fue negar lo que sucedió, echándole la culpa a unas cuantas personas por la violencia cuando fue evidente que miles de jóvenes participaron prendiendo fuego a las torres de sonido y camiones que se encontraban alrededor.
El foro no era ideal para un festival de ese tamaño
Otro punto en el que fallaron los organizadores y que nos mostraron en Trainwreck: Woodstock 99 fue el foro. A simple vista, la base aérea de Griffis era ideal para llevar a cabo un evento de esta magnitud, pues tenía el espacio suficiente para montar varios escenarios, experiencias y hasta una zona de camping para los casi 300 mil asistentes que tenían previstos.
Sin embargo, este lugar no era lo que esperaban, pues se trataba de un sitio con varios hangares, edificios militares y enormes pistas de aterrizaje de concreto que este material combinado con el calor intenso que hubo durante ese fin de semana, la falta de hidratación de muchas personas y casi ninguna zona donde resguardarse del Sol, hizo que muchos colapsaran y terminaran en los servicios médicos.
A pesar de que la distribución entre escenarios era la adecuada, el foro no estaba acondicionado y mucho menos preparado para recibir a las miles de personas que reunió el Woodstock 99 y como más adelante veremos, tampoco tenían al personal adecuado para controlar la situación de descontrol que se vivió en los últimos días del festival.
Los servicios para los asistentes fueron pésimos
Quizá este parte fue una de las más graves durante todo el Woodstock 99. Lejos de los altos precios por las comidas y bebidas, el festival falló en darle una experiencia al menos decente a los asistentes. Quienes estuvieron ahí cuentan que para darse un regaderazo tenían que formarse durante horas y los baños eran insuficientes para todas las personas. Además está el hecho que para el segundo día, los baños portátiles eran un asco y no había personal de limpieza apoyando. Es más, muchos comenzaron a aventar las heces que estaban en el suelo pensando que era lodo… qué asco…
Junto a esta última parte también va incluido el tema de la basura, pues arrancando el segundo día se podía ver un mar de botellas, cartones y demás por la base aérea Griffiss. Esto no le preocupó a los organizadores, pero hubo gente del staff –incluso una fotógrafa salió a repartir bolsas para recoger todo el desastre y nomás no la pelaron– quienes intentaron solucionar esta situación sin éxito.
¿Recuerdan que arriba mencionamos que al público no lo dejaron entrar con botellas o algo que tuviera líquidos? Bueno, pues resulta que en Woodstock 99 había una serie de bebederos donde podías echarte un buche completamente gratis. Sin embargo, para el final del festival hicieron investigaciones para corroborar la calidad del agua y encontraron desechos fecales en una de las muestras… sí, estaban tomando algo completamente insalubre.
La seguridad eran voluntarios que no tenían experiencia
Para rematar todo esto, la seguridad en el foro era un chiste. En realidad, aquellos que estaban vigilando a los asistentes y cuidando que nadie saliera herido eran voluntarios a los que les pagaron una lana y les dieron playeras para que los identificaran como los responsables de checar que todo estuviera bien. Pero en palabras de uno de ellos, no había nadie profesional o calificado para la chamba –de hecho, jamás les hicieron pruebas y cuando las cosas se salieron de control también estuvieron en peligro como los demás–. Otro tache para la organización.
Todo esto hizo que la gente que estaba en el base aérea Griffiss se enojara y más tarde causaran destrozos en Woodstock 99. Y sí, sabemos que para nada justifica sus acciones y mucho menos la actitud que tomaron, pero los organizadores quizá pudieron echarle más ganas a la hora de pensar en los servicios para los asistentes y la experiencia que querían darles, en lugar de ahorrarse una lana, ¿no creen? Pues aquellos que estuvieron presentes mencionan que literal trataron a todos como animales.
Las bandas tampoco ayudaron mucho a la hora de controlar al público
Además de la gente, la segunda parte importante de Woodstock 99 eran las bandas, pues toda una peregrinación viajó hasta Rome, Nueva York para ver este mega lineup. En aquel momento, el nü metal era la mera onda y miles de personas se juntaron para ver a bandotas como Rage Against the Machine, Korn y muchas más. Sin embargo, la presentación que desató el caos en el festival fue la de Limp Bizkit.
Desde que Fred Durst, Wes Borland y compañía salieron al escenario, el público se volvió loco y al menos en palabras de las personas que estaban a cargo de la seguridad, sabían que algo iba a salir mal. Justo cuando la banda estaba tocando “Break Stuff”, el frontman incitó a todos los asistentes a enojarse, lo que hizo que destrozaran paneles de madera que protegían la torre de sonido central.
Lejos de preocuparse, Durst parecía que disfrutaba lo que estaba pasando, pues intentó surfear entre el público con uno de estos pedazos de madera. Pero ellos no fueron la única agrupación que logró que las miles de personas en Woodstock 99 se volvieran locas, algo similar ocurrió durante el show que se aventaron los Red Hot Chili Peppers.
Para cerrar el festival, Anthony Kiedis, Flea –quien tocó desnudo–, Chad Smith y John Frusciante subieron al escenario principal para dar una presentación épica. Todo iba saliendo normal hasta que justo cuando estaban a punto de aventarse “Under the Bridge”, la la organización anti-violencia armamentista Pax repartió velas entre el público. Lo que parecía ser una protesta en contra de las armas, dio pie a que iniciara un incendio que obligó a que el concierto se detuviera.
Más tarde, los Red Hot Chili Peppers regresaron e incluso el vocalista dijo que las llamas parecían una escena de Apocalypse Now. Después de tocar “Sir Pyscho Sexy”, la banda cerró su set con un cover un poco fuera de lugar, “Fire” de Jimi Hendrix, lo que hizo que un montón de personas armaran pequeñas fogatas. De acuerdo con lo que el alcalde de Rome, New York declaró en Trainwreck: Woodstock 99, habló con Kiedis en backstage y le pidió que los ayudara a calmar a la gente, a lo que él contestó que no lo escucharían.
Si bien no le pueden echar la culpa a los artistas que se presentaron en el festival por no controlar a los asistentes, muchos consideran que quizá pudieron hacer algo más para tratar de calmarlos. De cualquier manera, nada de lo que el talento dijera en el micrófono iba a detener a todos estos jóvenes que estaban enojados y hartos.
Lamentablemente hubo casos de agresiones sexuales y violaciones
Si todos los puntos anteriores no les parecían graves, esto fue lo peor de todo el festival. Lamentablemente a lo largo de Woodstock 99, se reportaron varios casos de agresiones sexuales. En general, muchas chicas mencionaron que mientras estaban en el público o arriba de los hombros de alguien mostrando los pechos, no faltaron los abusados que las tocaron evidentemente sin su consentimiento.
Aunque lo que verdaderamente nos dejó con los pelos de punta fue el momento tan desagradable que describió la persona encargada del escenario rave, pues cuenta que mientras Fatboy Slim tocaba, una camioneta irrumpió en medio del público y al abrir una de las puertas encontró a una persona drogada, una chica de entre 15-16 años desmayada que tenía la blusa desacomodada y el pantalón hasta los tobillos. Además, junto a ella había otro chico que estaba subiéndose los shorts. Sí, durante el festival algunas chicas denunciaron que fueron violadas y tristemente, nadie hizo nada para evitar que esto pasara.
La generación de Woodstock 99 era muy distinta a la del 69
Lo que nos queda muy claro con Trainwreck: Woodstock 99 es que la generación que se lanzó a este festival era muy distinta a la de 1969. Lejos quedaron los tiempos donde la juventud pedía amor y paz en el mundo, pues los adolescentes de los 90 estaban luchando con sus propios problemas y las causas por las que luchaba el movimiento hippie eran ajenas a ellos. En pocas palabras, no les interesaban sus ideales.
En lugar de eso, quedó en evidencia que los chicos estadounidenses que estuvieron presentes en la antigua base aérea de Griffiss encontraron en este festival la vía de escape perfecta para sacar todo el coraje que llevaban dentro y mostrar lo inmersos que estaban en el machismo y la violencia. Sí, los organizadores cometieron muchos errores que se quizá pudieron prever meses antes de que el evento se llevara a cabo, pero esto para nada justifica lo que pasó y mucho menos la actitud que tuvieron a la hora de destrozar el foro y sobre todo, violentar a personas que solamente se lanzaron a este Woodstock a pasarla bien.