En 2010 todo comenzó para Robert Alfons junto a Maya Postepski. Juntos crearon un sonido único que se asemejaba al sintetizador de los 80, aquel que vio nacer a un sinfín de géneros como el dark y el cold wave que definieron a toda una década. TR/ST, como se hicieron llamar, representó una vuelta a los orígenes del synth. Al mismo, tiempo, el dúo se proyectó como uno de los más importantes.

Afirmaron su lugar en la escena synth como la salida de Trst en 2012 para cuando Maya se había salido para seguir con los compromisos de Austra. Este disco representó una salida para aquellos que son amantes de este sonido, pero que se encontraban estancados en el pasado sin posibilidad de algo fresco y nuevo que rememorara a ese pasado glorioso que no se ha vuelto a repetir.

Arte de ‘The Destroyer’.

“Shoom”, “Bulbform”, “Candy Walls”, “This Ready Flesh” y más de Trst, comenzaron con una etapa nueva para la música que siguió su camino con Joyland de 2014, un sonido que dejó un poco la oscuridad de lado, para dar paso a lo disco y el baile como con “Lost Souls/Eelings”, “Joyland”, “Capitol”, “Peer Pressure” y más. Y ahora, Alfons está de regreso con The Destroyer – 1, un proyecto que empezó hace más de un año con la musicalización de un cortometraje titulado del mismo modo.

Ahora, este viernes 19 de abril salió por completo la primera parte de este proyecto musical que pone de nueva cuenta en el mapa a TR/ST después de cinco pesados años de ausencia. Se trata, nuevamente, de un disco que muestra la genialidad de Alfons para dominar el sintetizador y mantener un equilibrio entre oscuridad y ritmo. Prueba de ello son canciones como “Unbleached”, “Grouch” y “Bicep”, esta última el primer sencillo liberado hace tiempo. Este tipo de canciones representan el corazón del disco con sus espacios atinados y suaves transiciones que lo hace más digerible.

Pero también hay momentos de reflexión en canciones como “Gone” y “Control Me”, con claros momentos de sutileza y vulnerabilidad que no habíamos visto en Trst ni en Joyland. La gran ventaja de The Destroyer – 1, reside quizá, en que Maya Postepski regresó para coescribir y producir seis de las ocho canciones que forman parte del disco.

Sí, quizá no hay tanto baile y eso reste puntos a un músico que se presentó como una posibilidad para la pista. Madurez, podría describirse así; o tal vez un tipo de energía canalizado hacia ciertos puntos y no a todos como en los discos y singles anteriores. Pero eso no le quita lo emocionante ni la posibilidad de disfrutar un disco que se escucha bien pensado, bien trabajado, y supone el regreso de uno de los más grandes representantes del dark en la actualidad.

Arte de “Ubleached” de TR/ST.

De este modo, se trata de un álbum que podría parecer más tributo que proyecto aparte. En The Destroyer – 1 hay un vuelto a los orígenes del instrumento con un poco de industrial y post-punk, haciendo un repaso claro que va del dream pop al synth pop tan conocido. Y así, se podría escuchar nuevamente la pregunta: ¿Joy Division y Depeche Mode son la inspiración detrás Robert Alfons, Mata y TR/ST?  

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