Un lunes más, y a pesar de que estoy muerto -por el querido Nrmal– no podía hacer falta la recomendación antitendencial para sus oídos curiosos. Música que muestra una estética diferente a la música más popular y comercial, y que por ende, es difícil de escuchar a través de los principales medios o listados en los carteles de los festivales más grandes de nuestro país, pero que afortunadamente está ahí, colgada en internet y lista para darle play.
Esta ocasión indagué en la audioteca y llegué a un proyecto que llevo varios años conociéndolo y que, quizá por su ‘poca actividad’ en estudio, se quedó en un rincón esperando a que mis oídos llegaran a él de manera repentina. Se trata de Swod, un proyecto alemán a cargo de Stephan Wöhrmann y Oliver Durrell.
El dúo alemán sorprendió desde su primer lanzamiento –Gehen, 2004-, y a pesar de que han tenido poca actividad en estudio se encuentra dando conciertos donde no sólo se reúnen ellos dos, sino que invitan a diversos músicos a colaborar o improvisar, cosa que indudablemente soñaríamos si algunas vez pisaran nuestras tierras.
Swod se trata de una sublime fusión de piano y elementos electrónicos que crean un cierto ping-pong sonoro con muchas texturas. Por un lado Stephan se monta en el piano a relucir cierto coqueteo minimalista que de pronto es complementado con detalles o chasquidos electrónicos que sirven como tildes por parte de Oliver. Una dualidad bastante interesante y enigmática que a primer escucha nos hará caer en un hipnotismo onírico bastante sutil y armonioso.
A lo largo de su carrera han entregado 3 álbumes de estudio, en donde uno puede percibir un refinamiento en su propio lenguaje musical. El primer álbum es un poco más enfocado al ambient y al minimalismo, sutiles melodías y texturas electrónicas que ejemplifican su primer acercamiento y como carta de presentación para Swod; su último álbum –Drei, 2011-, mostró un trabajo mucho más profundo sin perder la personalidad que ya habían logrado desde sus inicios. En realidad lo que uno percibe al comparar su primer y último álbum es que pareciera que cada uno se introdujo mucho más en sus instrumentos, logrando nuevas técnicas o estilos que se suman a su personalidad original.
Su música no es meramente melancólica, pero es tan atrayente que si uno se deja llevar por las notas, sin duda alguna logrará transportarse a los lugares más reconditos de su propio ser.