Muchas cosas han cambiado desde 2013, cuando Lorde lanzó Pure Heroine y mostró su música al mundo. Lo que comenzó con un hit absoluto, pegajoso, y que sonó en todos lados, siguió hacia Melodrama (2017) como la promesa de una letrista joven que podía colocar palabras elegantes en éxitos pop emocionantes y divertidos.

Dentro de esos cambios, la cantante neozelandesa decidió tomarse un respiro y regresar a su lugar de origen, terminó una relación, reflexionó sobre la crisis climática y, además, sufrió la muerte de su perrita Pearl, lo que comenzó a generar material para su tercer disco de estudio que lanza hoy, y lleva por nombre Solar Power.

A cargo de la producción se encuentran Jack Antonoff (fun., Bleachers) y Mayla (Lykke Li, Zayn) con el enfoque en guitarras acústicas a lo largo del disco, pequeños cameos vocales y la desaparición del protagonismo que en entregas pasadas tenían los sintetizadores.

Un sonido con mucho sol y poco poder

Imaginamos que el breve escape de Lorde encontró mucha inspiración en la naturaleza, lo que se nota en la elección de elementos más orgánicos y menos sintéticos a lo largo del disco. Poco queda de los mejores sintetizadores de Melodrama, pero la guitarra basada en el pop folk ha llegado para quedarse, lo que afecta bastante la energía de los temas.

Lo que simplemente no llega es algún momento enérgico, catártico o siquiera impactante a lo largo de este tercer disco de estudio. “The Path” resulta un tanto predecible como la introducción al disco, ya que Lorde siempre se ha visto como una antagonista a la estrella pop, repitiendo que no esperemos de ella algún tipo de salvación. Para esta entrega, redirecciona esa función curativa al sol. Bastante natural.

El pop de Lorde se ha distinguido por explosiones musicales contrastadas por letras realistas y elegantes, y lo primero desaparece en este álbum. La canción que da nombre al disco es bastante tímida en cuanto a su sonido, casi murmurada, e incluso el momento cumbre se siente poco poderoso, y deja una sensación extraña al esperar algo que no llega.

Lo más cercano a algún momento emocionante se encuentra al final del disco en “Oceanic Feeling”, aunque durante los casi siete minutos de canción, no apunta hacia llegar a la cima, y mantiene un beat relajado que claramente imaginamos como soundtrack de una vacación muy, pero muy, tranquila.

Bastante nostalgia entre guitarras con efectos sutiles

El tercer disco de estudio de Lorde es una oda a alejarse del modo de vida de las celebridades, y aunque ella se encuentra en ese momento, es algo con lo que pocas personas pueden relacionarse. Claro, le agradece en “California” a la ciudad que le ha dado grandes recuerdos, pero se aparta de la vida que gira alrededor de alcohol y modelos.

Un problema de primer mundo, que encuentra resonancia con aquellas personas que lo han vivido.

Los mejores momentos del disco son los más enfocados en su propia interpretación de folk acústico, como sucede en “Stoned at the Nail Salon”, con una letra que contempla la vida que eligió, en la que reconoce su propia ignorancia sobre el futuro en una de las mejores interpretaciones vocales del disco, con una balada agridulce sobre los problemas que le ha traído una vida de giras y eventos.

Big Star”, dedicada a su perrita Pearl, es quizás lo más anhelante que contiene el disco, una balada triste en la que sólo desea que ella siguiera viva. Le sigue un interludio distópico de alrededor de un minuto en el que pide entre murmuros que surja un nuevo líder porque el mundo se está acabando.

El ambientalismo como fuerza creativa

El tercer disco de Lorde llega a su momento más ambientalista en “Fallen Fruit”, una protesta al deterioro del planeta, y en concreto a generaciones pasadas que dejaron un desastre ambiental. Aún cuando la queja habla sobre las emisiones de CO2 y los vapers, la canción carece de fuerza, ya que se mantiene una melodía bastante monótona y los coros jamás suben la intensidad.

Por momentos, se siente completamente otra artista la que hace Solar Power a la que hizo Pure Heroine y Melodrama, ya que la fuerza tanto lírica como musical se encuentra bastante diluida. Tal vez fue el resultado de haber visitado la Antártida, reconectado con la madre tierra y meter un mensaje ambiental como motor de doce canciones nuevas.

Hacia la mitad del disco, aún lo protagoniza la ausencia de algún gran momento musical, ya que el enfoque acústico y generalmente lento deja pendiente alguna melodía que no puedas sacar de tu cabeza o siquiera algún beat que pudieras dejar repitiéndose.

También da recuento de una crisis de edad

“Secrets from a Girl (Who’s Seen It All)” es la declaración formal de Lorde de haber llegado a la crisis del cuarto de vida, hablando sobre la decepción de tener veinticinco y la importancia del amor propio. En ésta canción, colabora Robyn en un outro hablado que combina la crisis ambiental con la personal, en lo que denomina “vértigo existencial”.

El mismo tema se mantiene para “Mood Ring”, en donde expresa su necesidad de una vida más sencilla y apartada. Con un beat y guitarras sencillas, Lorde insiste en flotar para apartarse y bailar, básicamente liberarse de las preocupaciones cotidianas.

Como crítica a la gente que cambia drásticamente, Lorde presenta “Dominoes”, aunque creemos que ella misma cambia y redirige su atención en este tercer disco, con mucho enfoque en la naturaleza, sus elementos y cómo prefiere vivir alejada de los reflectores y eventos:

Tracklist

1. The Path
2. Solar Power
3. California
4. Stoned in the Nail Salon
5. Fallen Fruit
6. Secrets From a Girl (Who’s Seen It All)
7. The Man with An Axe
8. Dominoes
9. Big Star
10. Leader of a New Regime
11. Mood Ring
12. Oceanic Feeling

Foto: Lorde

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Entusiasta y nerd musical desde que tengo consciencia. Lector obsesivo y escritor. Ávido de escuchar y presenciar música en vivo. Músico novato a ratos. Egresado de Derecho y (casi) de Letras Inglesas...

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