Pues damos continuidad a este nuevo apartado que busca recordar a los compositores mexicanos que gracias a su legado han marcado nuestra identidad cultural. Porque la música es un lenguaje y a través de ella podemos entender mucho más de lo que a simple escucha oímos, es un registro temporal donde podemos percibir aspectos económicos, políticos, sociales y culturales de una época en específico.

La importancia de la historia es tener un registro que nos permita entender y analizar nuestro presente y nuestras aspiraciones a futuro. Lo mismo pasa con la música, conocer su paso por el tiempo nos ayuda a entender y conformar nuestra identidad cultural, algo sumamente valioso teniendo en cuenta la riqueza de nuestro país, misma que puede estar un tanto amenazada por la monstruosa industria musical pero que podemos mediar al menos siendo conscientes de su existencia, además de que puede incentivar a que los actuales compositores tomen en cuenta los diversos lenguajes musicales que México ha dado.

Silvestre Revueltas

 

 

“Silvestre Revueltas como casi todos los hombres verdaderos, era un campo de batalla. Jamás se hizo traición y jamás traicionó la verdad contradictoria, dramática de su ser. En Silvestre vivían muchos interlocutores, muchas pasiones, muchas capacidades, debilidades y finuras… Esta riqueza de posibilidades, de adivinaciones y de impulso es lo que da a su obra ese aire de primer acorde, de centella escapada de un mundo en formación.” Octavio Paz 1941

 

Hablar de Silvestre Revueltas para mí es todo un honor, y es que más allá de ser un reconocido músico y compositor mexicano, fue una increíble persona que siempre mostró una sensibilidad sublime, pero que al mismo tiempo, y como arma de doble filo, lo fue orillando poco a poco hacia una melancolía inagotable, adoptando la tristeza de su al rededor como un fiel confidente que al paso de los años cobró con su vida y sus ánimos.

 

 

Nació en Santiago Papasquiaro, Durango el 31 de diciembre de 1899. Hijo mayor de una familia que destacó indudablemente en el ámbito cultural, sus hermanos fueron Fermín Revueltas (pintor y muralista), José Revueltas (escritor, novelista y guionista), Consuelo Revueltas (pintora) y Rosaura Revueltas (actriz).

Desde pequeño Silvestre mostró ser un prodigio en el violón, desde los cinco años comenzó a tocar y su primer recital fue en 1911. Por esta razón su padre lo mandó a estudiar a la Ciudad de México en el Conservatorio Nacional de Música. Muchos dicen que siempre fue un alumno ejemplar pero que al mismo tiempo se revelaba ante los métodos escolares y que en realidad siempre mostró cierta distancia con el “autoritarismo” que de una u otra forma ejercían los profesores. En ese entonces se ganó la vida tocando en cines y orquestas, poco tiempo después él y su hermano Fermín fueron enviados a Texas, Estados Unidos para continuar con sus estudios.

Fue en Estados Unidos que Silvestre Revueltas conoció el lenguaje musical de Claude Debussy, a quien inmediatamente adoptó como una gran influencia y que se logra percibir en sus obras para piano.

 

 

Posteriormente Silvestre se trasladó a Chicago para continuar sus estudios en el Chicago Musical College, donde obtuvo el diploma en violín, armonía y composición. Su estancia en Chicago es bastante influyente en su carrera tanto profesional como personal ya que siempre se reconoció el acercamiento de Silvestre con los movimientos de izquierda. Para en ese entonces Chicago era considerada la principal ciudad cultural y musical, además de que al ser una ciudad obrera fue muy consciente de los movimientos populares que se generaban. Fue allí mismo que se vuelve alcohólico, un problema que más tarde lo llevaría a la muerte.

Gran parte de la década de 1920 Silvestre Revueltas se mantuvo en constantes viajes entre México y Chicago meramente por trabajo, pero logró conocer a otros músicos que serían clave en su carrera, entre ellos el violinista checo Otakar Sevcik y el compositor mexicano Carlos Chávez. Tras la muerte de su padre la situación económica le obligó a ofrecer recitales con la única condición de mantener su condición económica precaria. En la segunda mitad de esta década agudizó su aprendizaje y formación, trabajó, aprendió, enseñó, se casó y fue consolidando su talento como ejecutante de violín.

Cabe aclarar que a pesar de que en aquellos años Silvestre Revueltas creó sus primeras obras, él jamás creyó en su trabajo y tenía muy pocos ánimos de presentar sus obras ante el público, lo cual sumado con los problemas de alcoholismo -que iban en aumento- recayó en cierta depresión.

 

 

Carlos Chávez fundó en 1928 la Orquesta Sinfónica de México e invitó a Silvestre a participar como director asistente, esto representó su inclusión en el desarrollo cultural de México pero su desdeño como compositor y al sector artístico y de élite le fue quitando los ánimos poco a poco. En 1935 se suscitó una controversial ruptura entre su amistad con Chávez que hasta la fecha no se sabe cuál fue la razón exacta.

En realidad su trabajo como compositor fue bastante tardío ya que comenzó a componer de forma seria hasta 1929 y sus obras abarcan sólo 10 años (1930 a 1940). Sus obras fueron consideradas sumamente vanguardistas, muchos lo han señalado como un compositor clave en el nacionalismo mexicano, sin embargo, su estética muestra más un interés por las múltiples expresiones, logrando un nuevo lenguaje que trascendió al mismo nacionalismo. Su música despertó un fuerte interés musicológico internacional, y sus obras lo han colocado como uno de los compositores más originales. Diversos autores lo tratan como el único compositor de genio que ha tenido México, incluso el reconocido musicólogo Peter Garland lo consideró como el mejor compositor en América.

En 1937 se dirigió a España y participó de manera activa en la guerra civil en favor de la República, un aspecto poco conocido de la historia de México ya que su participación no sólo fue militar sino también cultural. Los artistas a nivel mundial veían la defensa del gobierno republicano como la consolidación de los ideales de la izquierda internacionalista. Revueltas llegó a Barcelona y después se traslado a Valencia y Madrid, allá dirigió obras como “Caminos” y “Janitzio” con la Orquesta Sinfónica de Valencia en el Teatro Principal de Valencia.

 

 

Su estadía en España marcó por completo al músico ya que la abrumadora impresión de la guerra y del sufrimiento español apagaron sus ánimos y sus intenciones iniciales.

“Siento mi dolor y mi impotencia estrujarse dentro de mí, sin luz, en desaliento. ¿Qué soy ante esta tragedia? ¿Qué puedo hacer? Me avergüenza ir tranquilamente por la calle. Siento envidia del más humilde de los combatientes. Me agobia el pensamiento de nuestra obra de artistas, llena de vanidad, de presunción. ¡Qué asco, qué tristeza! Cómo es posible no sentirse oprimido, dolorido, pequeño, inútil ante un hombre que muere, un niño, una mujer que lloran. Y de qué puede servirle a ellos, y qué les puede importar una serie de sonidos o líneas”, Silvestre Revueltas.

Esta experiencia no inspiró a Revueltas y su personalidad cambió abruptamente, se volvió aún más desanimado y pesimista, que sumado con el alcoholismo no pintaba nada bien, pero por otro lado su personalidad musical adquirió inmensa profundidad y oscuridad.

Cuando regresó a México Revueltas no logró gozar del estatus que había gozado en sus primeros años de compositor, por lo que se fue a vivir a los barrios pobres de la Ciudad de México. Allí continuaba activo componiendo, mientras su hermana Rosaura lo visitaba con frecuencia para llevarle dinero ya que su situación era muy lamentable. Su ausencia en México hizo que la figura de Chávez se fortaleciera -cabe señalar que llegó un momento en que se disputaba entre críticos quién de los dos era más importante-. Pero en esta época también logró componer la tocata orquestal de Sensemayá, una de las obras más reconocidas mundialmente.

 

 

Sus crisis alcohólicas siguieron en aumento y en diversas ocasiones su familia optó por internarlo en un sanatorio para enfermos mentales. En ese entonces escribió un diario con sus ideas acerca del amor, la humanidad y la vida, siempre mostrando un carácter pesimista y de incomprensión. Su hermano, José Revueltas, publicó en 1965 fragmentos del diario bajo el título Mi vida entre dementes, el cual nos da a conocer de una manera clara la personalidad del compositor.

En los últimos años de su vida fue invitado para musicalizar cine y obras de teatro. Esta temporada levantó los ánimos del compositor y trabajó el resto de su vida en ello aunque sólo significo un par de años ya que posteriormente, en 1943, murió de bronconeumonía debido a un periodo de alcoholimo severo en donde bebió una cerveza helada para “curársela”.

Silvestre Revueltas dejó muchos trabajos inconclusos, su cuerpo se veló en el Conservatorio Nacional de Música de México, posteriormente fue sepultado en el Panteón Francés y en 1976 sus restos fueron trasladados a la Rotonda de las Personas Ilustres donde reposan actualmente.

Tras su muerte su hermana Rosaura Revueltas adquirió los derechos de todos sus manuscritos los cuales permanecían sin publicar debido a que el compositor prácticamente no publicó ninguna obra en vida.

 

T:@hreveh

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