Lo que necesitas saber:
Roger Waters decidió reinterpretar el icónico disco de Pink Floyd, dando como resultado una versión igual de impactante que incluso, parece que se comunica con el álbum original.
A lo largo de la historia de la música podemos encontrar álbumes que han dejado una marca indeleble en cuanto a su logro en composición, producción, arte visual y letras. Que un disco innove en todos estos rubros no es algo común, y quizás nos bastan los dedos de las manos para contabilizar los trabajos de larga duración más influyentes. Dentro de esa lista de élite tenemos sin duda a The Dark Side of the Moon de Pink Floyd.
En 1973, el mundo se conmocionó con este discazo que tomaba para su portada una representación de la refracción de la luz en un prisma y nos mostraba un mundo sonoro fascinante. Grabado en Abbey Road, y con Alan Parsons (ingeniero de The Beatles y el líder de The Alan Parsons Project) encargado de la ingeniería del disco, el quinteto londinense creó una decena de canciones que serían referencia a futuro en efectos auditivos y calidad de producción.
Ahora, 50 años después del lanzamiento de uno de los álbumes más importantes de todos los tiempos, Roger Waters lanza una nueva visión del Dark Side, y entre opiniones divididas de los fans, no tenemos más que escuchar la nueva producción de un clásico. Intentemos descifrar lo que el exbajista de Pink Floyd tenía en mente para esta entrega, titulada The Dark Side of the Moon Redux (traído de vuelta o revisitado).
Roger Waters regrabó un disco legendario para la vieja escuela y las nuevas generaciones
Cuando el tío Roger anunció que lanzaría un “nuevo” Dark Side of the Moon, dudamos sobre cómo intentaría regrabar algo que muchos consideramos perfecto. Waters ha tenido una carrera separada de David Gilmour y Nick Mason, los únicos sobrevivientes de la alineación de la banda, pero esto parecía una afrenta al legado creado por los cinco.
Resulta que no es así, y al desempolvar el álbum, Roger Waters revive las ideas de las que trata el disco, en una voz notoriamente madura, que contrasta con la juventud de las voces originales. Muchos discos que alcanzan cierta edad han recibido algún tipo de celebración, ya sea el lanzamiento de un box set, la remasterización o mezcla en 5.1. canales de las grabaciones originales, covers al tracklist, conciertos especiales y demás.
Roger Waters celebra así el medio siglo del Dark Side of the Moon, con material adicional narrado por él a lo largo del disco, y versiones que no pretenden competir con las originales, sino expandir las ideas del disco original, explorando cómo suenan algunos arreglos en diversos instrumentos.
En la producción están Waters y Gus Seyffert (Beck, Michael Kiwanuka), y ambos trabajaron en entregar un trabajo impecable, en el que nos sentimos platicando cara a cara con una de las mentes maestras de Pink Floyd en un espacio íntimo, sobre sus ideas sobre el bien y el mal, la muerte, el mundo actual y el paso del tiempo.
Las generaciones que crecieron con el disco seguramente apreciarán este acompañante del disco original, y la polémica alrededor del Redux traerá a nuevos escuchas, que quizás conocen solo un par de rolas de la legendaria banda británica.
Un viaje en el tiempo que de plano nos abruma y estremece
El tiempo es héroe y villano en este disco, ya que la versión Redux de The Dark Side of the Moon nos transporta a los setentas, cuando el álbum estaba originándose en la cabeza de la banda. Ahora, tenemos a un integrante de 80 años en solitario, expandiendo el universo del álbum y corroborando que el paso de las décadas han tenido impacto en él.
Roger Waters le pone letra a “On the Run”, en la que narra una constante persecución, distinto a la voz que se percibe de fondo en la original. Todas esas palabras y frases parecen venir de la conciencia de la voz, que se siente acorralada por todo lo que sucede a su alrededor.
Los mensajes siguen vigentes, quizás con más intensidad actualmente, en una realidad acelerada en la que la cotidianeidad impide la pausa y reflexión, algo que abunda en la voz de Waters. La versión de “Time” deja la estridencia a un lado e incorpora una sección de cuerdas y un cello que remata después de algunos versos.
La voz de Roger Waters de 80 años es una pieza que puede sonar después de la vertiginosa versión original, ya que el tiempo ha pasado, causado estragos, y puesto en perspectiva todo lo que un joven de 30 cantó hace medio siglo. A veces sentimos que el tiempo vuela, y otras parece que se ha alentado, y este contraste parece ser el plan del legendario bajista, quien narra una de las letras más profundas de la banda y las palabras toman otro sentido en su vejez.
“Great Gig in the Sky” contiene la dolorosa historia sobre la partida de Don Paul, amigo de Roger que falleció de cáncer. El canto liberador de Clare Torry es reemplazado por la voz de Waters, quien repite que “solo hay un camino”, con una sensación agridulce refiriéndose a la muerte.
Las lecciones que hoy tiene el vocalista son muy distintas a las que tenían los entonces treintañeros, y a lo largo de estas canciones se nota que el exintegrante de Pink Floyd ha envejecido junto al disco, con el costo de las pérdidas cercanas.
Dos versiones de un discazo que se comunican a cincuenta años de distancia
Como un fiel acompañamiento al LP original, el Redux de The Dark Side of the Moon puede funcionar de distintas maneras. Hemos cambiado el orden en el que lo escuchamos respecto del original y funciona de forma distinta, dependiendo del orden en el que apreciemos ambos.
Quizás la escucha más devastadora es la que hicimos intercalando una rola del original y después una del Redux, ya que pareciera que los discos están dialogando a cincuenta años de distancia. “Money”, una sátira sobre la intensa obsesión de los humanos sobre el dinero, tiene ahora un apéndice en voz de la experiencia, que invita al escucha al infierno, un lugar devastado por los intereses económicos y la eterna persecución por la riqueza.
En una rola que extrañamente deja al fondo al icónico bajo, Roger Waters opta por una versión a piano, órgano y arreglos de cuerdas. El protagónico solo de guitarra de 1973 es reemplazado por una incesante voz que describe la lucha social por tener más y más poder. En una rola que podría funcionar en alguna adaptación teatral del disco, Roger menciona al diablo, el inframundo y los rascacielos como símbolos atemporales de la maldad en el mundo.
Si la original tenía caviar y equipos de futbol, esta versión expande las riquezas materiales. The Dark Side of the Moon Redux justifica su existencia expandiendo lo originalmente presentado por Pink Floyd sin que deje de ser un recordatorio de la separación actual del proyecto, con Waters como el permanente recordatorio de su legado.
Algunas canciones aportan más sobre la visión original, aunque las que se mantienen más fieles a las grabaciones originales no causan mayor emoción. La deconstrucción de las rolas, en versiones minimalistas, ponen al centro a Roger Waters, como si se tratara de un narrador en un documental sobre el legendario álbum de los setentas. La producción es asombrosa, y uno de los mayores aciertos fue incluir secciones de cuerdas en rolas como “Time” y “Brain Damage”.