Y dentro de las efemérides de julio, un día como hoy pero de 1990 Roger Waters realizó uno de los conciertos más icónicos en su carrera como solista. Hablamos de The Wall – Live in Berlin, un concierto que se realizó en un terreno entre Potsdamer Platz y la Puerta de Brandenburgo, lugar que antiguamente era conocido como “tierra de nadie”. El evento conmemoró la caída del Muro de Berlín que se había llevado a cabo tan sólo ocho meses antes.

Hay que recordar que el Muro de Berlín se mantuvo firme por más de 28 años, dividiendo así a la ciudad en dos, en la RFA (República Federal Alemana) y la RDA (República Democrática Alemana). Cerca de 45 kilómetros de muro dividían la ciudad y siempre funcionó como un símbolo de la Guerra Fría y la separación de Alemania. Su caída representó entonces la disolución de ideologías y la unificación de un país artificialmente dividido, el cual privó a la sociedad de un contacto cultural entre ambos lados.

 

 

Su caída fue celebrada por un sinfín de personas en todo el mundo pues muchos, hasta los más conservadores, observaban este muro como el claro ejemplo de la falta de empatía, comunicación y acuerdos en una nación, el cual pasó por encima de su propia población y tajantemente les prohibió su libertad.

Y dentro de las celebridades que exigían la ruptura del muro se encontraba Roger Waters, quien en el programa de radio In the Studio with Redbear en 1989 indicó que la única manera de resucitar una actuación en directo de The Wall sería “si el Muro de Berlín cayera” -hay que tener en cuenta que en ese momento se encontraba peleado con los demás integrantes de Pink Floyd por cuestiones legales-. Cuatro meses después, la noche del 9 de noviembre el muro cayó y Roger debía cumplir su palabra.

 

 

El resultado fue un enigmático concierto de dos horas donde se reunieron más de 250,000 personas y justo antes de la actuación se le permitió el acceso a otras 100,000. El evento se transmitió en vivo en 52 países distintos y logró una empatía tan sublime que seguro puede considerarse como uno de los conciertos más simbólicos. El plan original era donar todas las ganancias más allá de su inversión para el Fondo Memorial de Ayuda para Desastres, una organización benéfica fundada por Leonard Cheshire que tenía como misión calmar el impacto de cualquier guerra o desastre natural en Europa.

Y es que el concepto de The Wall trata justamente de las represiones sociales que nos privan cada vez más de la libertad humana. Los ladrillos representan los fracasos vitales que se van acomodando hasta crear un muro que nos priva del mundo real. Sin duda concepto que encajaba a la perfección con el Muro de Berlín y el sentir del pueblo alemán.

 

 

Además hay que tener en cuenta que las limitaciones que sufrió Alemania en ese momento fue la privación de la cultura, en donde difícilmente artistas podían ofrecer conciertos y en donde la música del momento tenía que ser vendida clandestinamente, ahora, imaginase que Roger Waters ofrece un concierto meses después de casi 28 años de privación, indudablemente todos querían correr a que los amplificadores volaran sus tímpanos.

Waters no defraudó con su espectáculo, no escatimó ni un centavo y llevó toda su parafernalia para ofrecer el show completo en donde se pudiera disfrutar el performance a gran escala. Además logró convocar a legendarios músicos como Van Morrison, integrantes de The Band, Joni Mitchell, Sinead O Connor, Marianne Faithful, Ute Lemper, Cindy Lauper, The Scorpions, Bryan Adams, Thomas Dolby, entre muchos más.

A pesar de que muchos fanáticos hubieran deseado que David Gilmour, Richard Wright y Nick Mason estuvieran presentes en un momento tan histórico, el show cumplió el objetivo, simbolizó la caída y ensalzo los ánimos de aquellos jóvenes empedernidos que siempre buscaron la libertad y la erradicación de la ridícula división en su país.

 

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