GRIZZLY BEAR
Jueves, 31 de enero
Auditorio Blackberry
México, DF
EL CONCIERTO:
Grizzly Bear se presentó por primera vez en la Ciudad de México ayer por la noche en el Auditorio Blackberry para promover su cuarto álbum de estudio, Shields. De izquierda a derecha en el escenario: Chris Taylor tocó bajo, guitarra y saxofón; Ed Droste tocó guitarra, autoarpa y sintetizador; Daniel Rossen tocó guitarra y teclados; Christopher Bear estuvo en la batería y percusiones. Por supuesto, los cuatro integrantes se apoyaron en los vocales. La banda contó con la participación de Aaron Arntz en teclados, sintetizadores y trompeta. La escenografía fue de lo más sencilla: máquina de humo, luces que se sincronizaban al ritmo de la música y la presencia de los cuatro miembros de la banda a la misma altura del escenario, donde ninguno resaltaba de manera prominente sobre los demás.
SETLIST:
1. Speak in Rounds
2. Adelma
3. Sleeping Ute
4. Cheerleader
5. Lullabye
6. Yet Again
7. Little Brother
8. Shift
9. A Simple Answer
10. Foreground
11. Gun-Shy
12. Ready, Able
13. While You Wait for the Others
14. What’s Wrong
15. Two Weeks
16. Half Gate
17. Sun in Your Eyes
ENCORE:
18. Knife
19. On a Neck, on a Spit
INVITADO ESPECIAL:
Los Cojolites es un grupo originario de Jáltipan, Veracruz cuya misión es la de mantener vigente la tradición del son jarocho en la cultura popular. Algunos miembros informados de la audiencia los reconocían por aparecer en la banda sonora de algunas películas como Frida. Fue un poco extraño ver a una agrupación folclórica en un recinto donde estoy acostumbrado a escuchar bandas de música electrónica o de indie rock, pero fue un cambio bienvenido.
OPINIÓN:
“¡EL MEJOR CONCIERTO DEL AÑO!” decían algunos bromistas al término del concierto. Es obvio que tienen razón. En lo que va del 2013, Grizzly Bear no ha tenido mucha competencia que digamos. Pero incluso esa frase se pudo haber dicho en abril o mayo y todavía tendría mérito.
Sería inútil decir que la banda derribó todas las expectativas porque las expectativas de por sí ya estaban bastante altas. No por nada Grizzly Bear es una de las bandas más admiradas en la escena indie gracias a la consistencia en calidad de su trayectoria discográfica, el oficio de su desempeño musical y la sublimidad de su obra. Lo que si me sorprendió fue que la banda nos hubiera dedicado un set bastante extenso, por no decir largo. Por “largo” se puede entender que el set fue lento y aburrido; pero en los hechos fue todo lo contrario: los 100 minutos de duración pasaron totalmente desapercibidos, sello de un excelente concierto.
Las canciones de Grizzly Bear tienen una familiaridad que hace que se genere un vínculo entre artista y espectador. En muchos casos yo no me acordaba del nombre de un tema o de qué disco se desprendía, pero eso no importaba. No era la hora para andar de nerd y tomar apuntes. Lo que hacía la banda era crear un ambiente plácido donde te podías sumergir en su música. La duración promedio de sus canciones (alrededor de los cinco minutos) me permitía eso y lo mejor de todo es que la banda tocaba un tema tras otro sin mucha interacción con la audiencia, lo cual -cabe hacer énfasis- en este caso es un cumplido. De vez en cuando, Droste interrumpía este flujo para agradecer a su público o al acto telonero, pero no me podía quejar si la banda (o el público) se tomaran un descanso después del derrame de emociones.
Ahora bien. Se presenta la siguiente cuestión: ¿Qué es mejor? ¿La presentación en vivo o lo que escuchamos en el disco? Difícil decir. Los discos de Grizzly Bear son una maravilla en la producción. Algunos arreglos no se pueden reproducir en vivo sin el apoyo de una orquesta. Sin embargo, el esfuerzo por superar a la placa se nota más que nada en los vocales. Para mi, el mejor momento de la noche fue “Foreground”, un tema que en el disco se encuentra algo olvidado al final de Veckatimest, pero que en el concierto fue un solemne momento para admirar BOQUIABIERTO el rango vocal de Ed Droste. Hasta los posers se callaron ante esta muestra de talento artístico.
Este tipo de música exige paciencia y reflexión de parte de la audiencia y hasta cierto grado el público reunido demostró su apreciación. Sin embargo, no podían faltar las esporádicas conversaciones a gritos entre algunas personas detrás de mí que sospecho se perdieron y entraron al evento equivocado. Era de esperarse. Afortunadamente, la calidad del sonido era tan estupenda que la música ahogaba los comentarios ignorantes de algunos miembros del vulgo.
Entonces… ¿”Mejor concierto del año”? Por lo general, cuando los medios hacen sus listas de lo mejor de año, lo que ocurre en enero y febrero queda en el olvido. En la era de Twitter, nadie tiene tan buena memoria. Pero en esta caso, vamos a hacer un esfuerzo por tener en mente este concierto cuando llegue diciembre. No cabe duda de que fue excelente, pero así podremos juzgar si realmente fue “memorable”.
DURACIÓN: 1 hora y 40 minutos
FOTOS: @ilcarllos
RESEÑA: @shy (shy@sopitas.com)
DEEP BLUE SEA: ¡No la tocaron! ¡ARRRR!