Lo que creímos imposible durante una década, se cumplió en este 2022. The Mars Volta regresó tras 10 años de ausencia y después mostrar algunos adelantos, se hizo la promesa de traer un disco para este viernes 16 de septiembre. La fecha ha llegado y es momento de disipar la expectativa para simplemente disfrutar de un material discográfico demasiado sorpresivo.

Lo de ‘sorpresivo’ se los decimos en el mejor de los sentidos. Y es que debemos dejar bien clara una cosa: esto no es lo que esperarías de un álbum de la banda… pero es mejor de lo que crees. Es una faceta completamente distinta de aquellas entregas en las que la estridencia sin límite reventaba cualquier muro. Aquí, los líderes del grupo, Cedric Bixler-Zavala y Omar Rodríguez-López, exploran su lado más dócil y ciertamente, un poco más de su esencia latina.

Dominan el momento sin complicaciones, con mucho estilo, mucha sustancia y claro que sí, sin dejar del todo ese toque bizarro y críptico que los llevo a la cima hace ya varios años.

The Mars Volta. Foto: Especial.

En una entrevista reciente con The New York Times, Rodríguez-López explica que cuando empezó a componer el material del disco, se sentía con ganas no llevarlo a esa esencia que los caracterizó en los 2000. “Quería hacer otra cosa. Para mí, la nueva dirección más emocionante es algo que no hemos hecho: reducir las cosas y hacer nuestra propia versión del pop, dijo el productor de origen puertorriqueño.

Y sí, es verdad que el disco The Mars Volta se siente mucho más digerible para, digamos, el oyente casual. Pero hay que aclarar que cuando Omar habla de su versión pop, de ninguna manera se refiere a que se están acercando al rock-pop más convencional del momento. Este material tiene tintes experimentales y una ejecución instrumental que aparenta ser minimalista (lo es comparada con sus discos pasados), pero que sigue siendo muy virtuosa.

Portada de ‘The Mars Volta’. Foto: Clouds Hill.

Brotan las raíces latinas de The Mars Volta

La música de The Mars Volta siempre estuvo dotada de esencia latina, sobre todo en lo que se refiere a los instrumentos de percusión, vientos, algunos teclados o diversos arreglos de guitarra. Aunque era un ingrediente menor (por decirlo de alguna manera), se podía identificar sin duda y algunas canciones de la vieja guardia como “Drunkship Of Laterns”, “L’Via L’Viaquez” o “Asilos Magdalena” son el ejemplo.

Pero como dijimos antes, en este nuevo disco homónimo se juega mucho más con ese sabor; se lleva a otro nivel. “Blacklight Shine”, la primera canción del disco y también la primera que lanzaron para anunciar el regreso de la banda, tiene un toque ‘caribeño psicodélico’ relajado acentuado por los versos que van del inglés al español por parte de Cedric. Mientras, Omar no escatima en escalas, en punteos o en cualquier cantidad de arreglos. Viniendo de otro guitarrista, se sentiría pesado, pero él es uno de los pocos que no nos cansa con ese recurso.

Siguiendo por la senda del sabor latino sabrosón, tenemos también un magnifico track titulado “Que Dios te maldiga mi corazón”. Lo bueno de este temazo es que primero te amarra con una vibra de danzón cubano deliciosa y luego, te da un poco de ese rock con guiños al De-Loused in the Comatorium. Lo malo: la canción dura apenas 1:40.

La experimentación electrónica más marcada que nunca

Así como la esencia latina es un ingrediente ‘menor’ (pero estupendo) en las antiguas entregas de The Mars Volta, la música electrónica también era un componente que daba sazón sin acaparar. Y en ese nuevo disco, se le hace un espacio más amplio a ese recurso pero con muchos matices.

Rolas como “Graveyard Love” o “Shore Story” tienen unos toques de jazz downtempo/ambient que es lo que hace que por encima, se sienta una producción minimalista. Pero no lo es para nada. “Black Condolences” se siente como una pieza de trip-hop con una línea de bajo que encamina el tema hacia un terreno lleno de psicodelia suave. Muy coqueta y juguetona la voz de Cedric.

Entendiendo el pop y la nostalgia en el álbum

Como les dijimos antes, cuando Omar Rodríguez-López menciona la versión pop de The Mars Volta, no se refiere música sumamente comerciable o ‘radio friendly’ al instante. En todo caso, lo que quiere decir -y es una interpretación personal- es que son canciones de rock más digeribles.

“Vigil” es el ejemplo de una balada que quizá nunca le habíamos escuchado a la banda. La estructura (verso-coro-verso) de la canción es más común, Cedric muestra una voz más limpia que de costumbre y que va del brillo a la nostalgia, con una letra que no deja de ser complicada de entender en analogías, pero que es mucho más fácil de identificar en su significado que en muchas otras rolas de la banda. linda sorpresa esta canción.

“Cerulea” también se encamina por ese terreno de aparente sencillez y tranquilidad, pero la producción está bien pulida. El efecto vocal de Cedric es hipnótico y su voz por sí sola, bien clarita. Al menos este par de canciones, están muy buenas para tirar nostalgia a gusto. Con un poquito de vibra más positiva, tenemos “Collapsible Shoulders” que bien podríamos definir como una balada de ‘soft rock psicodélico’ (elemento infaltable).

Pero ya si hablamos de nostalgia, es justo decir que “Palm Full Of Crux” se lleva la corona. Otra balada tranquila y genial, pero que va dedicada -se dice por ahí- al viejo colaborador de la banda Jeremy Ward, quien fuera su ingeniero de sonido. Él falleció poco después de que se lanzara De-Loused in the Comatorium.

Ahora, es justo decir que otra de las canciones más sorprendentes del disco debe ser “No Case Gain”. ¿Por qué? Bueno, es extraño escuchar a The Mars Volta tocar una pieza con una vibra indie/alternativa tan sencilla en el entendido de lo que conocemos de ellos en el espectro del género rock. Pero hey, no lo decimos de manera despectiva, eh… El tema está muy bueno.

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El viejo The Mars Volta no se va del todo

Si bien el disco The Mars Volta no está cerca de sus predecesores dosmileros respecto al rock progresivo enérgico de antaño, sí tiene algunos destellos caóticos (pero no al extremo) que recuerdan aquellos tiempos.

“Flash Burns From Flashbacks” se la juega con un comienzo tranquilo y con una secuencia de batería destacada. Omar juega con la guitarra en ese estilo casi improvisado pero que encaja siempre bien. Es rara esta canción porque te quedas con la sensación de que en cualquier momento va a explotar y te va a aventar un puñetazo extraído directamente del The Bedlam In Goliath, pero en sus dos minutos y medio mantiene la misma estructura con distorsiones suaves. Algo similar pasa con “Equus 3”.

Aquellos que amaban rolas acústicas como “With Twilight As My Guide” o “Televators”, tendrán en “Tourmaline” un temazo de esa misma calidad. Y para rematar, tenemos “The Requisition” que es un trancazo interesante; se escucha muy dulce en un principio y luego se pone siniestra. Esta última es la que posiblemente tenga más arraigada la esencia de The Mars Volta de antaño, pero sin abrazarla por completo. Un cierre buenísimo.

‘The Mars Volta’

El nuevo disco homónimo de The Mars Volta nos muestra, como de costumbre, esas ganas de Omar Rodríguez-López de romper los distintos moldes en los que ha trabajado con cualquier cantidad de bandas. Y Cedric Bixler-Zavala complementa todo haciendo un trabajo de voz a la altura, demostrando que es capaz de funcionar en un entorno más digerible, menos de nicho y justamente no tan intrincado como en el pasado.

El álbum supuestamente pop de TMV es sorpresivo y es un regreso ciertamente inesperado en sus formas. Como decíamos, no es el álbum que esperarías de The Mars Volta si no puedes superar los 2000, pero es mejor de lo que crees.

Tracklist:

  1. Blacklight Shine
  2. Graveyard Love
  3. Shore Story
  4. Blank Condolences
  5. Vigil
  6. Qué Dios Te Maldiga Mi Corazón
  7. Cerulea
  8. Flash Burns from Flashbacks
  9. Palm Full of Crux
  10. No Case Gain
  11. Tourmaline
  12. Equus 3
  13. Collapsible Shoulders
  14. The Requisition

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Editor de Música en Sopitas.com; a veces escribo y hablo de otras cosas. Egresado de FES Aragón UNAM. Los gatos y la música son necesidad absoluta.

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