The Reflektors es una banda originaria de Montreal que se ha desarrollado en Haití, con una fascinación por los ritmos del país caribeño. Para su álbum debut, se pusieron en las manos de James Murphy e inclusive David Bowie colabora en un track del disco, aumentando así el interés del público en este inesperado debut.

Esto es exactamente lo que se debe decir del nuevo disco de Arcade Fire, considerando las circunstancias que dieron origen a Reflektor. No en vano los canadienses se reinventaron desde las primeras presentaciones de este año.

Ante la expectativa alrededor del cuarto disco, creada por el equipo de publicidad de Arcade Fire mediante graffitis en forma de rombo, teasers y otras herramientas publicitarias, el ansia por escuchar lo nuevo de la banda ganadora del Grammy 2011 a mejor disco era enorme.

No se puede entender a Arcade Fire sin pensar en la nostalgia que evocan sus canciones, con letras para cortarse las venas y arreglos que lo único que hacen es echarle limón a la herida. Los puentes sublimes, las frases agudas y la armonía entre las voces de Régine Chassagne y su esposo Win Butler han logrado lágrimas y sonrisas entre los que los escuchan.

Reflektor resulta una combinación de circunstancias muy especiales citadas en la introducción de este texto, por lo que el disco es distinto a cualquiera de sus trabajos anteriores. En entrevista con Stephen Colbert, Win Butler indicó que lo ideal sería bailar y derramar una lágrima al mismo tiempo mientras se escucha el álbum.

El disco doble es el álbum más extenso que ha hecho la banda, con una hora nueve minutos de largo. Hacer un LP más uptempo y con percusiones como bongos y congas en casi todas las canciones, es algo que cambia el rumbo de lo que habían estado haciendo.

Reflektor es una nueva versión de Arcade Fire, evidentemente dirigida hacia un género más disco y con la marcada producción de Murphy, lo que añade sintetizadores que resultan básicos para temas como “Afterlife” y “Porno”.

Fuera de la zona de confort de la banda, Win Butler toca temas como el alejamiento de la sociedad, recuerdos del pasado y desesperación. El contraste entre música dinámica y serena, dan como resultado canciones sumamente interesantes, como la que da título al álbum, las dos partes de “Here Comes The Night Time” y “We Exist”.

La historia de Orfeo y Eurídice, como motivo para un par de canciones, tiene tal importancia en el disco, que inclusive la escultura de 1893 de Rodin acerca de la pareja es la portada del álbum. De las dos canciones dedicadas a este relato, es “It’s Never Over (Oh Orpheus)” la más llamativa, mientras que “Awful Sound (Oh Eurydice)” es una balada con guitarras acústicas y sintetizadores.

Entre referencias bíblicas, mitológicas y al propio pasado de la banda, se mantiene el romance entre Win y Régine; con letras muy interesantes como en la obscura “Porno”, con una visión del mundo moderno, el sexo y los niños pequeños que no dejan de ver pornografía.

Esta nueva versión de Arcade Fire demuestra que, atravesando límites y fronteras creativas, la banda sigue siendo un proyecto interesante e innovador. Algunas canciones pudieron haber sido más cortas, pero no afecta demasiado el disco en su totalidad. A casi diez años del lanzamiento de Funeral, Arcade Fire entrega un disco para darle vueltas una y otra vez, con nuevos elementos en un nuevo territorio que no les vino nada mal.

Reseña por: Federico Franco (@ffrancop)

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