Continuamos recordando a los artistas mexicanos que gracias a su legado, han dejado una huella inigualable en nuestra identidad cultural, misma que a lo largo de los años nos ha ido formando y que nos caracteriza a nivel internacional. Hoy en día la monstruosa industria musical parece tener como objetivo dominarnos, haciendo que poco a poco vayamos olvidando cómo nos hemos expresado a lo largo de los años. Esto se puede mediar tan sólo siendo conscientes de quiénes fueron los artistas encargados en formarnos y recordando el sonido de México.
Hay que entender que la música es un lenguaje mucho más complejo de lo que podemos imaginar a primer escucha. A través de las notas podemos conocer aspectos mucho más profundos de una época en concreto; aspectos económicos, políticos, sociales y culturales.
La historia nos ayuda a entender nuestro presente y nuestras ambiciones a futuro. Conocer nuestra identidad cultural nos recuerda cómo era México hace unos años, a qué aspiraban nuestros padres y/o abuelos, qué los conmovía y de qué hablaban.
En esta ocasión nos adentraremos en la vida de Exiquio Beleche Becerra, mejor conocido como Jorge Valente, uno de los cantantes de música ranchera más famosos en la época de los 60. Originario de Zacoalco de Torres, un pueblo al sur de Jalisco, Exiquio se mudó a Guadalajara y –al igual que todas las personas que buscaban oportunidades de trabajo– después emigró a la “lejana” Ciudad de México.
Una vez instalado en las comodidades de la capital, Exiquio comenzó a presentarse en el Amanecer Tapatío, un restaurante sobre la Calzada Obrero Mundial, donde fue encontrado por Chucho Navarro, integrante del trío Los Panchos, quien le ofreció una prueba con la disquera CBS. Ahí es donde recibió el apodo de Jorge Valente: “Jorge” en honor a Jorge Negrete y “Valente” porque “se necesitaba ser valiente en todo” (Ahh, con razón), otorgado por Alfredo Gil. Tristemente lo obligaron a dedicarse a las rancheras para tratar de igualar la fama de Javier Solís (uno de los máximos exponentes de este género).
Su primer éxito, “Poquita fe” fue publicado en 1961 y un año después regresó con “Virgen de mi soledad” –de Victor Cordero–, para colocarse de inmediato entre los primeros puestos de las listas de popularidad nacionales, e internacionales. En un principio CBS lo escogió para ser la nueva voz del bolero ranchero, en caso de que Javier Solís decidiera partir a otra compañía o falleciera, y con estos niveles de éxito su misión comenzó a dar frutos al hacerle competencia directa. Después de esto, en el 64 Valente grabó “Tango Negro”, inspirado en la obra de su “rival”, “Sombras” (sombras nada máaaaas).
La muerte de Javier Solís
Javier Solís falleció a muy temprana edad (34 años) a causa de un fallo cardiaco causado por el desequilibrio electrolítico que le produjo la colecistectomía, luego de asistir al hospital una semana antes por problemas en la vesícula. Generando una gran pérdida para la música que aquel entonces, que afectó sentimentalmente a Valente, con los comentarios de algunas personas cercanas a él asegurando que “ya tenía el camino libre” en la disquera. Ambos fueron buenos amigos e incluso mantuvieron una relación de mentor-alumno en los inicios de su carrera.
Antes de pasarse a Discos Tex, CBS lo nombró como “El Señor Del Bolero Ranchero”, el digno sucesor de Solís que participó en la modernización de la música mariachi junto a Gerardo Reyes (su nueva competencia).
Los detalles de su muerte son un misterio aunque algunas fuentes indican que ocurrió el 8 de agosto de 2007, pero no hay un dato exacto de como ocurrió.
Si tienen alguna sugerencia de otro cantante o compositor, que pueda formar parte de esta sección, sus sugerencias serán bienvenidas en la sección de comentarios.