Ya no es raro: con la salida de cualquier novedad relacionada con Radiohead, no son pocos los que rápidamente ofrecen la calificación de “obra maestra”. Incluso, desde hace tiempo los más “exquisitos” llaman a los de Oxfordshire “artistas de vanguardia”. Bueno, digamos que sí: y como tal (como vanguardia) Radiohead irrumpió, fue escandaloso, innovó y, en definitiva, sentó las bases de lo que debería hacerse en la música pop. Y también, como tal, su destino era agotarse.
En términos militares, de esos que tanto le gusta utilizar a Thom Yorke en las letras de sus canciones, la vanguardia es el frente de ataque, aquel que llega para explorar, ocupar y dejar el paso libre para la demás compañía. Con discos como OK Computer, Kid A y Hail to the Thief, Radiohead logró el cometido: abrió el camino para decenas de bandas que ahora intentan hacer lo que ellos: olvidar las guitarras convencionales y atreverse a experimentar.
Comercialmente, los fans de Scott Walker supieron hacer frente a las compañías discográficas e innovaron en la forma de lanzar nuevas producciones con un esquema que han asimilado otros artistas: días previos a la salida de A Moon Shaped Fool, Beyonce y Justin Timberlake dieron a conocer su material… así, sin decir agua va y, claro, a través de internet.
Have you had enough of me?
Luego de largos cinco años de espera, A Moon Shaped Pool presentó 11 estupendas canciones, de las cuales sólo cuatro son inéditas, el resto son reinterpretaciones de temas -unos más conocidos que otros- con el inconfundible sello de la casa. Y aunque nuevas, “Burn the Witch” y “Daydreaming”, bien podrían encajar en cualquier disco anterior… bueno, los otras nueve también.
Lo anterior no quiere decir que los intérpretes de “Idioteque” hayan dejado de experimentar. Claro que lo siguen haciendo, pero lo hacen con ese estilo ya reconocible y que a muchos lleva a estado onírico (en el mejor y peor de los sentidos): atmósferas digitales, secuencias electrónicas, acordes de piano y guitarra, batería sincopada y la atormentada voz de Yorke. Ya nada sorprendente, pero sí todo envolvente.
Dreamers
They never learn…
Radiohead sólo ha tenido dos discos “normalitos”: Pablo Honey y The Bends. Además de ser el disco con el que conocí a la banda, Ok Computer fue la obra que sirvió a la crítica para reconocer que en ellos había algo más que un grupo hacedor de buenas canciones. Kid A fue la confirmación: todo un extrañamiento sonoro… y sí: podríamos decir que es su disco de “vanguardia”. De ahí en adelante, los ingleses se han negado a hacer un mal disco (o nos negamos a verlo), pero también (poco a poco) se han ido agotando.
Me explico, brevemente e intentando no sonar tan azotado (y guardando las muuuy marcadas distancias). A inicios del siglo XX, las vanguardias europeas renovaron el panorama del arte al confrontar violentamente el canon institucional. Estos movimientos (variados y conocidos como “ismos”; por ejemplo: el Surrealismo) irrumpieron, fueron escandalosos y sorprendentes para el público… y poco a poco, como era su destino, agotaron su novedad, terminando por ser asimiladas, convirtiéndose en “tradición” digna de museos.
Digamos que Radiohead fue parte de la vanguardia musical de nuestro tiempo: “Everything in Its Right Place” fue el primero de los temas que renovó lo que debería ser una canción “pop”. Desde ahí hasta “True Love Waits”, el grupo liderado por Yorke no ha dejado de hacer melodías que se alejan de los parámetros comerciales. Sin embargo, poco a poco su fórmula se ha vuelto reconocible… digamos que ya se ha institucionalizado el “sonido Radiohead”. ¿Eso es malo?
Como escuchas, en A Moon Shaped Pool (y en cada uno de sus discos) hacemos lo que Yorke en el video de “Daydreaming”: al escuchar una a una las canciones que lo componen, abrimos una puerta, quizás con la ilusión de encontrar algo desconocido. Pero no es así: todo nos conduce a otra puerta y otra puerta… y otra puerta que da con un paisaje nuevo, pero extrañamente familiar. Al final, sabemos que no es necesario ir más allá. Está agotado. Mejor es disfrutar el sueño en el que, desde hace mucho, Radiohead está dormido.