Por Olympia Ramírez Olivárez

A finales de los sesenta y principios de los setenta los jóvenes londinenses se rebelaron contra las normas sociales y las expresiones culturales de la época dando origen al movimiento punk. La búsqueda de la autenticidad y la perpetua transgresión se convirtieron en los principales objetivos de los jóvenes pertenecientes a las clases medias y bajas. Como toda corriente artística, el punk comenzó a decaer casi con la misma fuerza con la que invadió escenarios y bares clandestinos, disqueras underground así como las habitaciones de adolescentes rebeldes. El pueblo de Airdrie, Escocia, es víctima de las reminiscencias de este movimiento, el postpunk, en la primera novela de David Keenan, Memorial Device (Trad. de Juan Sebastián Cárdenas, Sexto Piso, 2017): resistir a la convencionalidad social.

Está obra se conforma de varios testimonios ficticios acerca de Memorial Device, una banda que jamás existió a mediados de la década de los ochenta. Con estas entrevistas podemos construir tanto la historia de dicho grupo musical como la vida de cada uno de sus integrantes y de la gente con la que se relacionan. Los personajes de esta novela son diferentes entre sí a pesar de pertenecer al mismo grupo social: cada uno de ellos busca respuestas a las interrogantes más grandes de la vida a través de la música, las artes plásticas, la literatura y otras manifestaciones culturales siempre y cuando éstas salgan de la rutina, así como expresar la furia e inconformidad del artista.

Imagen: Shutterstock

El entrevistador es Ross Raymond, quien busca rescatar (y revivir) los ideales del postpunk porque “[…] incluso cuando todo parecía imposible, todo el mundo estaba haciendo de todo, leyendo, escuchando, escribiendo, creando, pegando pósteres, tomando notas, desmayándose, vomitando, ensayando […] en oscuros cuartos sin ventana a las dos de la tarde como si el futuro estuviera justo allí, esperándonos, y más […] valía estar listos”. Raymond presenta un abanico de personalidades y anécdotas cuyo único punto convergente parece ser la relación de los informantes con Memorial Device o alguno de sus miembros; sin embargo, los relatos aquí expuestos también manifiestan las mismas incertidumbres y temores de la juventud, describen la trayectoria del postpunk así como configurar, poco a poco y sin cronología alguna, la historia de esta misteriosa banda. Las diferentes voces en esta obra nos permiten conocer distintos puntos de vista acerca de la vida —la juventud, la vejez y la muerte—, la rebeldía social y la perseverancia, para que este movimiento no llegue a su final. El miedo a no poder expresarse lleva a estas figuras a explorar la vida sin limitación alguna, lo cual, en algunos casos, tiene consecuencias devastadoras. El testimonio de aquellas experiencias parece ser la única evidencia de su paso por la vida y el eterno recordatorio de que sólo se vive una vez y nosotros decidimos cómo recordar nuestros mejores años.

Keenan logra transmitir la personalidad de cada uno de los entrevistados por medio de la diversidad narrativa a lo largo de la novela. Cada uno de los fragmentos posee su propio lenguaje, ideología, estructura y selección de la información, lo que es reflejo de la meticulosa construcción de los personajes así como del conocimiento y experiencia del autor en el campo de la música y sus repercusiones en la sociedad. Además de crear una realidad postpunk inexistente con base en los principales ideales de este movimiento, Keenan retrata a una comunidad que rechaza lo diferente y que vive estancada en la convencionalidad. El que no se muestre la pregunta del entrevistador (en la mayoría de los casos) permite al lector conjeturar la dirección en la que Raymond orientó las conversaciones y observar el libre desenvolvimiento de los locutores como si tuvieran los hechos frescos.

Memorial Device no sólo es una novela sobre el postpunk, sino también una obra que retrata las dificultades de ser joven en una sociedad que oprime y censura a todo aquello fuera de lo tradicional. El texto de David Keenan posee una ambivalencia en la que ambos polos se complementan para crear una recapitulación del auge, la resistencia y la caída (?) de este movimiento a partir de uno de los recursos periodísticos por excelencia: la entrevista;  por lo tanto, Memorial Device es para la literatura lo que el mockumentary para la cinematografía. La destreza del autor para reconstruir los elementos que configuraron al postpunk se puede apreciar en las anécdotas presentes sin importar el orden en el que se lean. Keenan mantiene viva la rebeldía en estas páginas a través de diferentes sujetos que se atrevieron a expresar su sentir fuera de la órbita de lo “normal”.

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