Si se deja correr completo el Without you I’m nothing, a la quinta canción se escucha un guitarreo que envuelve y estremece. La intención no es angelical, como muchos piensan al traducir el nombre del track homónimo del disco: “Sin ti, soy nada”. Lejos de una confesión de amor, lo que Placebo ofrece es un lamento de codependencia.
El protagonista de la canción, quien sufre (pensemos que es Brian Molko), acepta la enfermiza obsesión que lo mantiene dentro de la relación, en la cual la imaginación ya funciona como saliva en herida: no cura, pero hace creer que todavía hay posibilidades (quizás esto es por aquello; dijo tal, pero quiso decir)… pero eso, la imaginación, débilmente encaja lo que fácil se revela como un gran conjunto de mentiras. Y, sin embargo, ahí sigue: “I’ll take it by your side”, se repite insistentemente en una de las canciones más dolorosas de Placebo.
No es que el Without you I’m nothing sea una obra luminosa (canciones como “The crawl” y “My sweet prince” son una oscura muestra) pero la canción que le da nombre al segundo disco de Placebo destaca por ser un descenso total a las sombras conocidas sólo por los desventurados que han vivido una relación como la descrita por Molko y compañía: Desesperante no por desconocerse qué va a pasar, sino porque sólo se espera la hora.
Porque el tiempo no sólo transcurre, sino también acorrala (“Tick – tock / Tick – tock”) y lleva a confesar (sea cierto o no) que, lo que alguna vez fue cool, después es eso que hace decir: “pues sí, no merezco nada mejor”. Así, sin reclamos. “I’m unclean, a libertine /“And every time you vent your spleen / I seem to lose the power of speech”.
¿Y la otra parte sentirá lo mismo? Quizás. Pero, si bien toda relación es un juego de poderes, en la breve historia que nos hace imaginar Placebo, parece que el protagonista ya está completamente derrotado. Quizás, por ahí hay tímidos intentos de eso que se conoce como “voltearle la tortilla”, pero ya no. Sólo se reconoce que no hay fuerzas para luchar. Lastimosamente, lo que sea es bueno. “I… … … Take the plan, spin it sideways / I… … … Fall”.
Todo lo anterior lo dice Placebo en 4 minutos y 10 segundos, en los cuales la guitarra de Brian Molko – soportada por la cadencia de la batería de Steve Hewitt y el intenso bajeo de Stefan Olsdal – va haciéndose más agresiva, aguda y desgarradora. Sin embargo, aunque la canción sube la intensidad, termina como quien desfallece luego de un gran e inútil esfuerzo: “Without you I’m nothing, now…”, dice desganadamente dentro de una marea de distorsiones que se va en espiral.
¿Mucha cursilería? Nunca nadie dijo que Brian Molko profundizó sobre las relaciones de pareja. Simplemente echó en “Without you I’m nothing” lo que parece que tenía a flor de piel. Suficiente para hacer una canción capaz de atraer la atención de David Bowie que, en cuanto la escuchó, dijo “yo quiero cantar eso”… ¿y quién no querría cantarla?