El silencio era sepulcral, parecía que la gente le guardaba tanto respeto que no querían arruinar la noche con algún grito o movimiento indebido. Por supuesto, al primer instante que apareció sobre el escenario la ovación fue arrolladora, como sucede cuando el público ve a su ídolo, apesar de que lo hizo al ritmo de una canción instrumental que recuerda al de una celebración religiosa.
Tal vez por ello parecía que estábamos en una ceremonia y no en un concierto de Peter Hook & The Light.
Así fueron las primeras canciones, rodeadas de un ambiente tranquilo, como esperando una señal para hacer el primer movimiento, que llegó con “Tempation”, cuando los cuerpos comenzaron a soltarse al ritmo del “uuuuu uuuuu uuu uuu”, que suena tan emotivo y retumba en todas las esquinas de un recinto que luce lleno, y por momentos nos transporta a al mundo de Trainspotting.
Y de ahí todo comenzó a tomar forma con la clásica “Blue Monday”, un éxito tan bueno y mítico, que sería un sacrilegio no bailarlo.
La primera parte de esta gira Substance está llena de canciones de New Order y, para nuestra sorpresa, la voz de Hook es sospechosamente una mezcla de la de su ahora ex mejor amigo Bernard Summer y el fallecido Ian Curtis, es como si tuviera lo mejor de ambas, lo que le permite saltar sin ningún problema entre las letras de New Order y Joy Division a placer. Su banda tampoco se queda atrás, suenan impecables y a veces se nos olvida que están tocando en vivo y parece que estamos escuchando un disco.
Peter Hook casi no habla con el público, de vez en cuando sólo suelta un escueto “gracias” en español, así que los éxitos caen uno tras otro sin interrupciones.
Mientras, entre el público el ambiente es como en un mercado: gente caminando de aquí para allá, muchos de ellos en busca de alcohol. Las playeras con la portada del Unknown Pleasures abundan. Hay gente de todas las edades, lo disfrutan por igual un par de señores bien vestidos con el cabello cano –que acompañan a una chica que no supera los 15 años de edad–, que el chico “hipster” que viste completamente de negro: botas, pantalón súper entubado, chamarra de piel y sombrero (sí, un sombrero negro), que no deja de contonearse al ritmo de “Thieves Like Us” y gritar de rato en rato “wuuuuuu”.
Ese bajo blanco que carga Hook, uno de los varios que saca durante toda la noche, guarda la misma cantidad de recuerdos provenientes de cientos de conciertos que el número de stickers que tiene pegados.
Extrañamente la gente se ve muy distraída, por momentos apagada, platicando, tomando, haciendo cualquier cosa con las canciones de New Order de fondo, pero lo que los hace regresar es “Bizarre Love Triangle”. Todos se unen para cantar al unísono “every time I see you falling / I get down on my knees and pray”. Ese coro pone la piel chinita.
Termina la etapa de New Order y entramos a la de Joy Division, pero Hooky se guarda sus mejores éxitos para el final. El hombre es muy serio, tiene un porte de tipo duro, ese mismo tipo que decidió separarse de sus amigos de toda la vida para tocar por su cuenta las canciones que compuso con ellos, y se necesita de mucho coraje para hacerlo.
Su clásica posición al tocar el bajo abriendo las piernas, agachándose y en momentos poniendo el instrumento de lado se hace presente con “Digital” y la gente por fin sale de su letargo. Es como si la bestia hubiera estado dormida y ahora despierta con todo su esplendor, rugiendo con ovaciones, grito y baile.
Al escuchar “Transmision” y “She’s Lost Control” eso es justamente lo que pasa, la gente comienza a descontrolarse, a perder la razón, la euforia llega a su punto máximo… pero también nos hace recordar a Ian Curtis, y su extraño y encantador baile inspirado en sus ataques epilépticos. A todos nos hubiera gustado verlo sobre el escenario en México, pero Peter Hook es lo más cerca que esteremos de ello. Quién mejor que él para hacer una nueva versión de eso.
En una entrevista para SPIN, Peter Hook mencionó que muchas personas utilizan “Atmosphere” para musicalizar funerales. Así de obscura y de brutal es la canción. Eso es en lo que pensamos mientras suena y la gente comienza a prender encendedores, más que un funeral, parece una procesión.
Las melodías tienen una atmósfera tan lúgubre, tan obscura, tan melancólica que lo único que nos logra sacar de ahí es la canción que todo mundo estaba esperando, la que todos se saben y que se guarda para el gran cierre: “Love Will Tear Us Apart”.
Vasos de cerveza vuelan por el cielo, la gente seguramente amaneció ronca por tanto gritarla… y en eso sucede un momento mágico, de esos improvisados y únicos que sorprendió hasta al propio Peter Hook. La gente tararea el coro, en lugar del “love, love will tear us part, again”, se escucha: “wo, woooooo, wooo”. Es hermoso. Tanto, que el mítico bajista se quita la playera sin importar que no cuenta con una figura envidiable y la avienta al público, y aunque la canción ya terminó –el show también– y es el momento de decir adiós, la gente sigue tarareando “wo, woooooo, wooo”. Así comienzan a salir del lugar, como si estuviéramos en el túnel de algún estadio de futbol en Manchester.