Los humanos somos animales, y como animales tenemos una necesidad y un destino de interactuar con otros seres humanos. Esa es nuestra naturaleza intrínseca. Al final de todo, tenemos que socializar para formar parte de algo más grande que nosotros mismos. Esto lo podemos ver ejemplificado en La Pirámide de Maslow, donde el el psicólogo formula en su teoría una jerarquía de necesidades humanas y la afiliación es una de ellas (para mala fortuna de Roger Waters).
Muchas teorías también se desenvuelven a través de esta necesidad de afiliación diciendo que si no existiera, la sociedad misma se desmoronaría y una parte esencial de lo que nos hace humanos se extinguiría. Sin embargo, estas teorías son sólo eso.
Hay ciertas personas que son incapaces de adaptarse a los estándares sociales y que simplemente no pueden interactuar fácilmente con los demás. En algunos casos, esto puede no ser mera biología. Algunas personas simplemente tratan sus circunstancias construyendo barreras, o una pared para fines prácticos de esta historia.
También puedes leer: ROGER WATERS CULPA INDIRECTAMENTE A ISRAEL POR EL ASESINATO DE GEORGE FLOYD
Esa es precisamente la premisa detrás del álbum conceptual de Pink Floyd, The Wall de 1979. Habla de un individuo que decidió esconderse detrás del muro que construyó por el abandono de su padre, la naturaleza dominante de su madre, el oscuro estado de la sociedad, la naturaleza humana, la fama y la guerra. En este disco, Roger Waters convirtió la soledad y el colapso emocional en una poderosa y hermosa ópera. Pero toda esta grandeza, tuvo que tener un lugar de inspiración.
El escupitajo que detonó la creación de ‘The Wall’
Para hablar de esto nos tenemos que remontar un par de años más tarde. Tenemos que visitar a Pink Floyd en 1977 cuando tocó su primer serie de conciertos en estadios de la gira In the Flesh. Si algo tiene muy claro Roger Waters en su vida es su manera de ver la vida y cómo deberían ser las cosas. Durante esta gira no le gustó para nada esta experiencia, sintiendo que la audiencia no estaba escuchando y que muchos estaban demasiado lejos para ver a Pink Floyd.
Roger Waters dijo: “Se convirtió en un evento social en lugar de una relación más controlada y ordinaria entre músicos y una audiencia”. Algunos asistentes hicieron estallar petardos, lo que llevó a Waters a dejar de tocar y regañarlos. En julio, justo en la fecha final en el Estadio Olímpico de Montreal, un grupo de fanáticos ruidosos y emocionados cerca del escenario irritó tanto a Roger tanto que le escupió a uno de ellos.
Por su parte el guitarrista David Gilmour se negó a finalizar el concierto dejando a la banda con el guitarrista de respaldo Snowy White. Esa noche, Waters reflexionó la alienación que estaba experimentando y sobre su deseo de aislarse construyendo una pared a través del escenario entre los artistas y la audiencia.
También puedes leer: ROGER WATERS LE TIRA A DAVID GILMOUR POR ‘PROHIBIRLE’ USAR LA PÁGINA DE PINK FLOYD
Roger Waters y su asociación con Bob Ezrin
Mientras Gilmour y Wright estaban en Francia grabando álbumes en solitario, y el baterista Nick Mason estaba ocupado produciendo Green de Steve Hillage, Waters comenzó a escribir material. El incidente de escupir se convirtió en el punto de partida para un nuevo concepto, que exploró el aislamiento autoimpuesto del protagonista después de años de interacciones traumáticas con figuras de autoridad y la pérdida de su padre cuando era niño.
Después de unos meses de escribir y para ayudarlo a administrar las 26 canciones de The Wall, Waters decidió traer un productor y colaborador, sintiendo que necesitaba a alguien “que estuviera musical e intelectualmente en un lugar similar a donde yo estaba”. Eso lo llevó a contratar a Bob Ezrin a sugerencia de su entonces novia Carolyne Christie, que había trabajado como su secretaria.
Tanto Ezrin como Gilmour de dedicaron a revisar el concepto de Waters descartando y agregando algunas partes por aquí y por allá. Waters y Ezrin trabajaron principalmente en la historia, mejorando los conceptos. De hecho fue Ezrin quien presentó un guión de 40 páginas al resto de la banda, lo que sería en el The Wall hecho un ensayo.
Ezrin le dio amplitud a la obra, alejándola un poco de las partes autobiográficas de Roger Waters y basándolas en un personaje llamado Pink. Ezrin logró unir los conceptos de Waters y las ideas de Gilmour que co-escribió “Comfortably Numb”, “Run Like Hell” y “Young Lust”.
Inmortalidad de ‘The Wall’
Habiendo crecido con los problemas de mamá, Pink busca calidez y el reflejo de su muro en las mujeres que lo rodean. Los ladrillos que ha acumulado a su alrededor evitan cualquier vínculo real con otro ser humano, incluso con esas figuras paternas sustitutas que ha tenido cuidado de recolectar.
Su aislamiento social y emocional se completa cuando todos sus sentimientos llegan al fondo. The Wall de Pink Floyd, al igual que The Stranger de Albert Camus o Nausea de Jean-Paul Sartre, ejemplifica perfectamente las dolencias sociales no sólo de su tiempo sino de todos los tiempos. Es por eso que el álbum es tan relevante en la historia de la música. Logra trascender las manifestaciones artísticas mundanas y toca temas profundos que se siguen estudiando hoy.
El clímax, tanto en el álbum como en la película, se produce cuando el personaje alcanza su crisis, el momento en que su muro se vuelve tan alto y tan fuerte que, incluso si quisiera, ya no podría salir. La soledad que sentimos cuando somos niños realmente puede construir barreras que eventualmente nadie podrá cruzar.