La imagen que tengo de Patti Smith es en blanco y negro, siempre. La mayoría de veces retratada por su cómplice de la vida, Robert Mapplethorpe, otras veces por Norman Seeff o Judy Linn. Casi todas las fotos como si fueran tomadas en un cuarto sin calefacción y casi sin muebles, en una tarde fría en la que afuera llueve. Su cabello negro como plumas de cuervo que quedan como rastro en la palidez de la nieve de su piel. Ésa es Patti Smith.

Patricia Lee Smith nació un día de invierno, en una época en la que el mundo era de por sí un lugar frío, apenas un par de años después de que terminó la Segunda Guerra Mundial. Ese halo invernal se ha quedado con ella toda la vida, a pesar de que es una persona que desborda calidez en su trato con la gente y una pasión ardiente al interpretar, un contraste que tal vez (inconscientemente) ha sido lo que la gente ha amado de ella.

Creció en Jersey, pero en 1967 se mudó a Nueva York para buscar suerte como artista. Compartió una parte de la vida con Mapplethorpe, viviendo en el Hotel Chelsea, tratando de vivir de una vida dedicada al arte, batallando por dinero. No era bohemia por pose, no vivía en una pobreza falsa de artista. Patti vivió una genuina vida de artista en una ciudad llena de espíritus creativos, pero que poco a poco se comía a cada uno de ellos.

Comenzó a musicalizar su poesía con la ayuda de Lenny Kaye en la guitarra. Era fan de los Rolling Stones, amaba a Brian Jones, sin embargo siempre se le ve con su icónica playera con la cara de Keith Richards –incluso, les hizo uno de los mejores covers con “Gimme Shelter” para su disco Twelve. Patti, a su vez, había sido inspirada por la poesía de Rimbaud, Ginsberg, Burroughs y también por otra forma de poesía hecha por Bob Dylan. Mezcló su influencia beat con el decadentismo y las protestas que Dylan plasmaba en el folk y lo convirtió en letras punzantes que Tom Verlaine y Richard Hell le ayudaron a convertir a su vez en punk. Se instaló en CBGB junto con Television, los Ramones, Talking Heads, The Stooges, Blondie, dándole vida a la escena punk neoyorquina como una especie de diosa Eostre.

Coincidentemente, hizo un álbum titulado Easter, del cual se desprende “Because the Night”, co escrita con Bruce Springsteen. En el inter, escribía reseñas para revistas como Rolling Stone o Creem. Después hizo Wave, su último disco antes de casarse con Fred “Sonic” Smith (de MC5) e irse a vivir a Michigan, donde permaneció en el exilio durante casi una década.

Regresaría a finales de los 80 para no irse de nuevo. Ha tenido que enfrentarse a la muerte de varios de los hombres de su vida: de “Sonic” Smith; de su hermano, Todd; de Richard Sohl, uno de sus músicos; de Robert Mapplethorpe… después de la muerte de Sonic Smith regresó a Nueva York. Ha llorado muchas partidas y ella sigue ahí. Desde Nueva York ha seguido escribiendo odas al frío de la ciudad, como si buscara emular a aquellos inviernos de sus orígenes, a ese invierno al que pertenece.

Su voz ha sido un grito de guerra y la voz de una conciencia que no ha terminado de despertar. “The Future is Now” es la constante en sus canciones, en sus poemas. El futuro es ese instante que ya está aquí y ella ha aprovechado cada uno de ellos, para dejar una huella, para dejar algo para los demás. Patti Smith no es una musa de altar que inspire meramente por su belleza (y no es porque no sea bella), sino que es una musa que inspira con hechos, con sus palabras, con sus ideas, con su fuerza. Su icónica imagen ha quedado plasmada en las fotos que Robert Mapplethorpe ha inmortalizado de ella. Fotos en blanco y negro, frías como el invierno en Nueva York.

Patti Smith nació un día de invierno, como hoy, hace 68 años.

 

@conejoazulorama

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