Actualmente describir a Coldplay es muy difícil. Sobre todo para aquellos que conocimos a esa banda melancólica, que tenía el corazón roto y que a pesar de eso seguía amando… amando a la vida, a lo bueno, a lo malo. Sin importar lo que fuera, cada canción que escribía Chris Martin y que luego era ejecutada por el resto de los integrantes, te sumergía en esa tranquilidad a base de guitarras acústicas, eléctricas, batería y unos ritmos que giraban entre el britpop y el rock.
Como toda banda que en los inicios echa toda la pulpa en su álbum debut, Coldplay no fue la excepción. El resultado fue esta joya producida por Ken Nelson y Chris Allison que rápidamente alcanzó las listas de popularidad, excelentes críticas e incluso se colocó en el lugar 12 de la lista de los 20 discos más vendidos del siglo XXI en Reino Unido. Incluso en algún momento se pensó que esta nueva agrupación sería el próximo Radiohead o Travis, pero hoy, en la actualidad, vemos que eso no es verdad.
Con esto me refiero a que de ese britpop melódico hoy ya no queda nada más que intentos fallidos, usos de un EDM y electrónica burdas, planas y mainstream. A comparación de lo que hizo con Parachutes, Coldplay no es ni la sombra de lo que solía ser. Muchos dijeron que fue porque Chris se encontraba solo, todavía no hallaba el amor y cuando Gwyneth Paltrow llegó a su vida las cosas fueron completamente distintas.
Tal vez ella no haya sido un factor en absoluto, pero cierto es que en muchas, muchas ocasiones, los artistas encuentran inspiración en los momentos más solos y depresivos. Chris pudo haber tenido eso y por consecuencia creó un disco debut que hoy es escuchado en un día lluvioso, cuando no tienes a la persona que quieres, cuando extrañas, cuando estás harto de la vida, cuando te preguntas en qué momento terminaste tan solo o cómo fue que permitiste que te rompieran el corazón tantas veces.
De entrada tenemos a “Don’t Panic”, canción que además de ser uno de los sencillos de Parachutes, también formó parte del soundtrack de Garden State (2004), cinta creada por Zac Braff en la que habla de ese momento en el que estás cansado de todo, sigues la rutina e incluso así te jode, pero después, de la nada, un golpe de realidad te llega y te hace abrir los ojos. “Vivimos en un mundo hermoso”, puede que sí, Chris lo repite sin cesar y lo reitera mientras suenan los riffs y el piano para después terminar con un “sabemos que el mundo apesta, no puedes huir, pero al final siempre hay alguien en quien apoyarte” (All that I know, there’s nothing here to run from. Cause yeah, everybody here’s got somebody to lean on).
Después está “Shiver”, otro corte que fue utilizado como sencillo y que desde el principio anuncia ese grito desesperado después de que alguien te rompe el corazón y ahora ni siquiera te hace caso. La peor parte es cuando Chris, con una voz casi desafinada por el anhelo, termina con “Yeah I’ll always be waiting for you”. ¿Será? Tal vez en su momento sí, pero hoy, todos, todos los que nos desgarramos la voz cantando podemos decir que seguimos adelante y estamos bien.
“Spies”, la canción que comienza con una tenue melodía, más bien ambiental, que luego toma fuerza gracias a la batería y las guitarras. Esa voz tan dulce y al mismo tiempo poderosa de Martin te da un segundo golpe de realidad, más allá de “Don’t Panic”, cuando canta “We’re all fugitives. Look at the way we live. Down here I cannot sleep from fear… and if we don’t fight here, if we don’t fight now”. En los 2000, todo era paz, tranquilidad, los disturbios sociales no eran tan apabullantes como ahora pero, tal vez hoy, cuando escuchamos esta canción, podríamos sentirnos identificados y tener ese sentimiento de lucha desesperada para alcanzar algo mejor, para salir de esa rutina que nos consume todos los días.
“Sparks”, tal vez la canción más triste y depresiva de todo Parachutes que desde un inicio, con meras guitarras acústicas, Chris Martin se pregunta “¿Acaso yo te alejé?”. La única respuesta, la que todos podemos decir cuando no hay nada más que hacer para recuperar al ser amado: “Vi destellos”. Incluso hoy, mientras bebes un café o fumas un cigarrillo, ese canturreo de Martin te hará mover hasta la última fibra de tu ser.
Luego está “Yellow”, una de las canciones más populares de Coldplay que de hecho no está inspirada en su mamá o una novia que murió sino que tiene una historia muy distinta. Sin embargo, su significado o mejor dicho, su finalidad, es decirle al ser amado que es feliz, que la vida ahora es mejor porque está ahí. Sin necesidad de hacerlo más complejo, puede que “Yellow” sea el corte más positivo de todo el disco.
Hasta aquí llevamos más de la mitad del álbum que de alguna u otra forma es lo más recordado y/o comentado. Sin embargo hay otras piezas de este rompecabezas melódico que son igual de importantes. Un ejemplo es “Trouble”, el reflejo de las habilidades de Chris no solo como compositor y cantante, sino también al tocar el piano mientras intenta disculparse por todo lo que hizo.
Ya en “Parachutes”, canción que da nombre al material, todo es mucho más simple, más acústico y rápido pero igualmente importante. Es el preámbulo para “High Speed”, una de las canciones más armoniosas y pegajosas de Coldplay en este disco pero sobre todo, refleja que sí, todos vivimos a una gran velocidad y que estamos sumergidos en una burbuja que no nos deja ver qué más hay. Y ya que es inevitable, solo te queda cantar y dar el salto a “We Never Change”, que así como “Sparks” cumple su función de sumirte en la total melancolía y depresión porque su título es cierto, jamás cambiamos, tal vez modificamos algunas cosas con el tiempo, evolucionamos, pero la esencia se mantiene allí, latente.
Al último, como un corte esperanzador, como un “ok, ya hicimos nuestro trabajo de deprimirte y hacerte ver que el amor y el mundo son una porquería, ahora nos toca darte un poco de optimismo con ‘Everything’s Not Lost'”. ¿Lo lograron? Tal vez sí, desde los primeros sonidos del piano, la voz de Chris y al último el acorde de guitarra acompañado del bajo.
Tomando esto último puedo decir que para la gente, para mí, existen dos versiones de Coldplay: la primera que consiste en Parachutes y A Rush of Blood To The Head (2002), piezas musicales estupendas, bien hechas, bien producidas, bien compuestas y colocadas; luego está la segunda que para nuestra desgracia, es todo lo demás…