Se le pidió por las buenas, pero así no entendió… Desde hace años, el músico canadiense-americano Neil Young le ha pedido a Donald Trump que por favor dejara de usar su música para promocionar sus rallys de reelección. Se lo pidió una, dos y tres veces por las buenas. La cuarta fue amenaza, y hoy, el presidente estadounidense se despertó con una demanda en la puerta de la Casa Blanca.
El veterano del rock publicó este martes 4 de agosto una copia sin firmar de la demanda, que se archivará en el Distrito Sur de Nueva York. La demanda establece, en muy resumidas cuentas, que la campaña de Trump no tiene una licencia o permiso para reproducir música de Young “en ningún evento público”.
La demanda dice que la campaña de Trump ha “ignorado intencionalmente” las objeciones públicas pasadas del músico, y “deliberadamente procedió a tocar [su música] a pesar de la falta de una licencia y a pesar de su conocimiento de que se requiere una licencia para hacerlo”.
Los abogados de Young citan específicamente la concentración de Trump en Tulsa, Oklahoma, el 20 de junio, durante la cual se tocaron “Rockin’ in the Free World” y “Devil’s Sidewalk”. Young busca “daños legales en la cantidad máxima permitida por infracción intencional de derechos de autor”.
Se le pidió y se le advirtió
Esto no es algo que lleve poco tiempo en el horno. Durante años Neil Young ha tratado de evitar que Donald Trump use su música en sus campañas.Cuando Trump interpretó “Rockin ‘in the Free World” en un evento de 2015 anunciando su candidatura a la presidencia, Young respondió con una carta abierta redactada severamente: “No apoyo el odio, la intolerancia, los insultos infantiles, la superficialidad de la celebridad o la ignorancia”, escribió en el momento.
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En una carta de seguimiento publicada en 2018, Young dijo que Trump había elegido “no escuchar mi pedido, así como él elige no escuchar las muchas voces estadounidenses que le piden que pare sus mentiras constantes, para detener sus mezquinos y desagradables insultos y su intimidación, para dejar de empujar su retórica peligrosa y odiosa”.
A principios de este año, después de convertirse en ciudadano estadounidense con el propósito expreso de votar en contra de Trump en las próximas elecciones, Young nuevamente habló sobre el uso no autorizado de su música. Escribiendo directamente a Trump, dijo: “Cada vez que ‘Rockin ‘in the Free World’ o una de mis canciones se reproduce en sus mítines, espero que escuchen mi voz. Recuerde que es la voz de un ciudadano estadounidense que paga impuestos que no lo apoya. Yo.”.
Neil Young se cansó de pedirlo por las buenas
Después de todas sus declaraciones y ver como se las llevaba el viento, fue hora de proceder por el lado legal. Fue el mes pasado que explicó en una declaración que sólo dudaba si demandarlo por las preocupaciones de “potencialmente distraerlo de [su] importante trabajo para proteger y salvar vidas estadounidenses” en medio de la pandemia de COVID-19.
Sin embargo, Young cambió de opinión. “Imagina lo que se siente escuchar Rockin ‘in the Free World’ después de que este presidente habla, como si fuera su tema principal. No lo escribí para eso”, escribió Young el mes pasado.
The Rolling Stones también han amenazado a Trump
Neil Young no es ni cerca el primer músico que ha declarado su disgusto porque Donald Trump use su música para sus campañas electorales. Entre muchos, The Rolling Stones también amenazaron recientemente a Trump con una demanda.
El mes pasado, la banda y la organización de derechos de interpretación BMI le hicieron una advertencia final a Trump para que dejara de tocar la música de la banda en eventos y manifestaciones oficiales de campaña. “Si Donald Trump ignora la exclusión y persiste, enfrentaría una demanda por romper el embargo y reproducir música que no ha sido autorizada”, se lee en un comunicado.
En su momento, BMI explicó que la campaña de Trump tiene una Licencia de Entidades Políticas que les brinda acceso a más de 15 millones de obras musicales en el repertorio de BMI. Sin embargo, la licencia incluye una disposición que permite a BMI “excluir obras musicales de la licencia si un compositor o editor se opone a su uso por una campaña”.