Departamento es un bar en la Roma muy exclusivo, hasta fancy. Un barecito con puerta negra metálica grande, imponente. Hay hasta cadenero, buena onda, pero cadenero. Aquí dio Frank Turner su show número 2003 (lleva la cuenta de cada show que ha dado en su página) y último show en México. Frank Turner vino porque quiere que México empiece a formar parte de su agenda regular de shows en Norteamérica.
Seguramente ha tocado en lugares aún más íntimos, eso no quita que es curioso imaginarlo hace doce años tocando hardcore en los cuchitriles del primer mundo. Y entonces varios punk rockers se agruparon para verlo aquí, en Álvaro Obregón en la Colonia Roma. No hay Guinness de barril, no hay tarros, no es precisamente un pub inglés. Hay mezcal y tequila:
“Tienen cerveza fría, invítense una ronda por eso. Yo vengo del lugar donde la cerveza es caliente. Por otro lado el mezcal, es lo más asqueroso que he probado en mi vida. El tequila, puedo manejarlo, pero el mezcal es otra clase de horror.”
Sonó “Josephine”. Y ahora va “Heartless Bastard Motherfucker”, “esta es una canción que a mi mamá le gusta mucho”, – “And I’m sick to death of always being the sucker. I’m a heartless bastard motherfucker.”, ahora “Tell Tale Signs” y “Try this at home”.
Una tras otra tras otra tras otra, Frank Turner rasguea su guitarra acústica, su garganta raspa y raspa con cada canción, no hace una sola pausa. Lleno de tatuajes, con una playera de Gibson, su tes blanca resalta del obscuro fondo. Se comunica con su público como si los conociera de toda la vida.
“¿Escucharon de una tragedia que ocurrió en Paris? Ahí murió mi gran amigo Nick Alexander. “Now and forever” para Nick Alexander, rest in peace…”
Los punk rockers no han fallado una sola canción. Son el equivalente a los ingleses que cantan borrachos canciones de la vieja Inglaterra, con un tarro de cerveza en la mano.
“The Way I Tend To Be” y después un intento de una canción en español. Frank aprendió un par de palabras desde llegó: “No todos pueden ser Juan Gabriel…”, inmediatamente le sigue“If Ever I Stray”.
Y ahí va una joya: en este barecito, un lugar con un techo muy bajo por cierto, Frank Turner acaba de reclutar a una fan del público, Eschel. Tiene una playera playera de los Descendents, medias negras y un par de Creepers. Le encomienda una misión, cuando la canción llegue al coro debe hacer crowd surfing hasta la barra, tomar dos whiskys y regresar en la misma modalidad hasta el escenario. Un whisky es para ella, el otro es para Frank. La condición es que los punk rockers no la manoseen. Lo logra, “Queremos que Eschel pase un buen rato”
“Recovery”, “The Next Storm”, “I Still Believe”… el público hace una armónica imaginaria con las manos y aúllan para lograr el solo. Le sigue “Four Simple Words”. “Es el cumpleaños de Juan, todos cantémosle ‘Happy Birthday’ a Juan” – diablos, por qué no es mi cumpleaños.
Frank Turner dejó de hacer canciones sobre política hace unos cuatro discos. Está convencido de que la situación (Trump) merece que los músicos hablen. Y entonces cierra el show de la mejor manera: la próxima semana Frank Turner tocará en Washington D.C. antes de la toma de protesta de Donald Trump y quiere responderle y mandar un mensaje. Esta es la primera vez que toca una canción cuya letra dice:
“I wanna spend the next four years getting wasted/ I’m not gonna spend the next 4 years in my safe space/ Let’s be the change we want to see in the next four years…”
Y así nosotros, sudados, extasiados, emocionados, termina el show con un cover a Queen, “Somebody To Love”. Su garganta rasposa sigue intacta, y sí, quizá no es el cover de George Michael (RIP), pero es un homenaje punk a uno de los artistas más valientes de los 70. “Can anybody find me somebody to love?”
Frank Turner promete hanguear con el público afuera. De pronto alguien se sube al pequeño escenario “Alejandro García, pasa por tu credencial a la barra”. God Save the Queen, necesitamos más punk rock.
Fotos Joel Hernández Rodríguez / The Sync Co.