Por: Abraham Huitrón
La música que los Japandroids hicieron durante sus dos primeros discos se parece mucho a la adolescencia. Es esa etapa donde queremos comernos al mundo; hacer simplemente las cosas que nos gustan a como de lugar sin pensar en las consecuencias. Un estilo de vida frenético que está en medio de la inocencia de un joven que lo último que le preocupa son las consecuencias.
De la misma forma, Brian King y David Prowse sorprendieron al mundo con una fórmula sencilla pero demoledora. Sólo dos tipos con batería, voz y guitarra, que tocaban lo más rápido, sucio y fuerte que podían, tanto en sus discos de estudio Post-Nothing y Celebration Rock, como en sus presentaciones en vivo.
Canciones cortas y poderosas con toques de punk rock, que nos invitan a sacudir la cabeza. Era como manejar por la carretera a 200 kilómetros por hora. Live fast, die young parecían decir. Pero como a todo adolescente en la vida, le llega la madurez. O por lo menos, esa etapa en donde el cuerpo y la mente ya no son lo de antes, y buscas cosas que te hagan más sentido. La voz de la experiencia nos hace más exigentes y selectivos, y es lo que le pasó a los Japandroids.
Tras seguir una frenética fórmula que les trajo buenos resultados y que los llevó literalmente a dar cientos de shows alrededor del mundo, Brian y David quisieron probar algo distinto para su tercer disco. Ellos mismos nos lo confesaron, rompieron todas sus reglas, y lo hicieron diferente para tener un resultado distinto
¿El resultado? Sí, en Near to the Wild Heart of Life ya no escuchamos esas canciones rápidas y ruidosas. Los Japandroids ahora se escuchan más calculadores, le bajaron el ritmo. Así, el disco nos lleva por varios momentos. Primero la canción abridora homónima, es sublime. Son los Japandroids con dos rayitas menos de velocidad y se escuchan increíble, pero de ahí en adelante los decibeles empiezan a bajar. En “North East South West” escuchamos una guitarra acústica, una canción que es como si estuviéramos en medio de un viaje por la carretera. Quien lo hubiera pensado.
Las letras de Brian siguen hablando de beber, relaciones de amor y odio con las mujeres y la búsqueda de su ciudad natal. “Arc Of Bar”, “No Known Drink Or Drug” y “In A Body Like A Grave” son los mejores ejemplos de esta nueva etapa de los Japandroids, en un disco que se va volando, ya que son apenas ocho canciones.
¿El veredicto? Es agradable escuchar a una banda que quiere hacer algo diferente, que no se queda estancada haciendo lo mismo. Sin embargo, al ser la primera vez que la banda se sale de su zona de confort, por momentos se siente que las ideas no terminan de mezclarse bien, no cuajaron. Aún así es un mensaje alentador porque esperamos que en el futuro, cuando se logren establecerse en su etapa adulta, luzcan este grandioso nuevo sonido del que por ahora, sólo nos dan algunos destellos.