Lo que necesitas saber:

Natalia Lafourcade regresó a la CDMX para llenar el Auditorio Nacional y recordarnos que a este mundo vinimos a ser felices.

¿Alguna vez han salido de un show completamente emocionados y conmovidos por lo que vieron a lo largo de varias horas? Estamos seguros que al menos en una ocasión, algún músico los ha dejado con el alma y el corazón contentos. Bueno, pues para no hacerles el cuento más largo, así salimos del bellísimo concierto que nos regaló Natalia Lafourcade en el Auditorio Nacional de la CDMX.

Para nadie es un secreto que esta artista es una de las más completas que hemos tenido en la historia de nuestro país, una cantautora que ha pasado por un montón de facetas interesantísimas. Sin embargo, lo que hizo el pasado 7 de noviembre en el venue de Reforma la llevó al siguiente nivel, pues a través de su música y varios discursos que se aventó a lo largo de su presentación, nos recordó que, a esta vida vinimos a vivir, gozar y amar intensamente

Natalia Lafourcade anunció una fecha más en el Auditorio Nacional de CDMX para el 14 de noviembre. Foto: OCESA.

Natalia Lafourcade presentó ‘De todas las flores’ en el Auditorio Nacional

En medio de música clásica, los integrantes de su banda fueron saliendo uno por uno y se acomodaron en un escenario bastante interesante, dividido por cuatro secciones. Pero después de esto, apareció Natalia Lafourcade ante un Auditorio Nacional lleno que la aplaudía. Aunque eso sí, luego de algunos minutos escuchando a la gente, la propia artista se rindió ante su público.

Tras un breve intro que incluyó un poema a la chamana María Sabina, el concierto comenzó con “Vine solita”, donde Natalia arrancó –como dice su canción- solita junto a su guitarra. Más tarde se le sumaron todos los músicos, un detalle pequeño pero que nos hizo sentir que el inicio del show fue súper íntimo y en medio de un instante de complicidad con la artista.

“De todas las flores”, la rola que le da nombre al más reciente material discográfico de Natalia Lafourcade continuó cautivándonos, en medio de un ambiente muy cercano y en el que sobresalió un solo de trompeta impecable que sin mentirles, nos puso la piel chinita de lo fino que se escuchó en vivo y a todo color.

Una guitarra eléctrica arpegiada con un poco de chorus acompañó a Natalia en “Pasan los días”, dándole un toque muy emotivo a la ya de por sí llegadora letra. Sin embargo, más adelante se unió la banda, que le pusieron un toque sabroso a la canción y que incluso nos hizo mover los hombros de lado a lado.

El imponente piano dio paso a “Llévame viento”, canción en la que los percusionistas se lucieron tocando un montón de instrumentos a la vez para hacernos sentir como si el mismísimo viento nos estuviera golpeando. Definitivamente, este fue uno de los momentos más alucinantes y bellos del concierto, donde los rifados que acompañan a la artista demostraron su talento para crear estos ambientes a través de la música.

“Ahora sí, Auditorio Nacional, llegamos al lugar correcto”, dijo Natalia Lafourcade antes de cantar “El lugar correcto” (una de las canciones nuevas más coreadas de toda la noche, quien por primera vez se dirigía a sus fans. Y la verdad es que nos sorprendió el enorme recibimiento que tuvo esta rolas y otras más de esta. nueva etapa.

“Muchísimas gracias, buenas noches. Qué enorme alegría, qué enorme jardín, que bellas flores. Estoy muy feliz, por fin estamos en casa. Me siento muy agradecida por su amor, por su cariño, por abrir el corazón para recibir estas canciones”, dijo la artista mexicana, dándonos la bienvenida de manera muy bonita, mientras muchos le gritaban “te amo” a Natalia.

Para cuando llegó “Pajarito colibrí”, Natalia Lafourcade la dedicó a las niñas y niños que andan sufriendo por el mundo. Pero a la vez nos invitó a crear consciencia sobre la libertad y la conexión que tenemos con nuestra alma. Pues nos recordó que todos vinimos a este mundo para ser felices y debemos hacer de este lugar algo mejor para quienes se van a quedar después de nosotros. Y sí, la cantautora nos regaló una interpretación conmovedora de esta bella canción.

Natalia nos invitó a acercarnos al “fuego del escenario” (metafóricamente hablando) para irnos directo a la tierra de María Sabina y así, curarnos de todos los males que tenemos para volver a florecer. Esto solo fue el inicio de “María la curandera”, la cual le puso ambiente festivo a la noche, mientras el público formaba parte del show aplaudiendo e incluso haciendo coros. Una verdadera gozada escuchar esta rola en vivo, si nos lo preguntan.

“Caminar bonito” bajó un poco el ritmo del concierto, aunque le dio un momento romántico a quienes iban con pareja dedicando este rolón tierno. Pero el baile regresó con “Mi manera de querer”, donde Natalia volvió a animar al público, recordándonos que debemos querernos (a nosotros y los demás) de la cabeza a los pies.

Con “Canta la arena” y “Muerte”, Natalia Lafourcade siguió animándonos. Pero fue con esta última rola donde por primera vez en el concierto, se puso de pie para bailar, mover su vestido negro y regalarnos un performance impresionante en donde prácticamente representó un ritual en el que daba a entender que se desprendía de una parte que ya no necesitaba para dar paso a algo nuevo.

Y sí, como ya lo sabemos, en nuestra cultura la muerte no significa el fin del camino. Es por eso que después de quitarse por completo la cola larga del vestido, hacerla bolita y agradecer tanto a la vida como a la muerte, Natalia salió del escenario mientras su banda seguía tocando, cerrando así el set donde escuchamos gran parte de De todas las flores.

La artista mexicana se aventó un par de rolas sorpresa e incluso tuvo una invitada especial

Sin embargo, después de unos segundos de silencio y en total oscuridad, su pianista se quedó en el escenario y de la nada, Natalia Lafourcade regresó junto a sus músicos para continuar con la segunda parte del show, donde tocó covers de artistas que la influenciaron. Para que chequen cómo estuvo la cosa, se arrancó con “Cien años” –rola que haría famosa Pedro Infante– y siguió con “Tierra querida”.

Una de las verdaderas sorpresas de este set fue “La llorona”, que ya se imaginarán cómo sonó en el Auditorio Nacional. Otro momento especial vino con “Soledad y el mar” y “Mi última canción triste”, pues estas dos últimas se las echó con la cantante española Silvia Pérez Cruz, a quien Natalia Lafourcade le dedicó unas palabras emotivas y le agradeció por ser su musa. Es más, hasta se hizo a un lado para que ella cantara una de sus propias rolas, “Mañana”.

El cierre del concierto estuvo lleno de puros éxitos

Natalia no paró de aventarnos hit tras hit. En “Para qué sufrir”, muchos cantaron a todo pulmón esta canción que tiene uno de los mensajes de amor más sinceros y dolorosos. Después se siguió con “Ya no vivo por vivir”, la rola que grabó con Juan Gabriel y en la que el Auditorio Nacional se iluminó con las luces de los celulares. Fue ahí donde recordamos cuánto se extraña al ‘Divo de Juárez’.

Más tarde bailamos y lloramos al ritmo de “Lo que construimos”, y nos desgarramos la garganta con “Hasta la raíz” (que estamos seguros que la mayoría la cantó pensando en alguien especial). Luego de esto, con “Mi tierra veracruzana”, Natalia Lafourcade nos llevó hasta ese estado que tanto ama, que representa en todo el mundo y en el que encontró esa identidad musical que tanto buscaba.

Para el cierre definitivo del concierto, Natalia se despidió con “Nunca es suficiente” en versión cumbia (a la que solo le hicieron falta Los Ángeles Azules) y “Tú sí sabes quererme”. Pero antes de darle carpetazo al show con este temazo que armó una fiestota, la cantautora le agradeció a sus personas más cercanas, como sus músicos, staff e incluso a invitados especiales como Adanowsky, El David Aguilar y hasta su esposo.

Después de dos horas y unos cuantos minutos de concierto, 26 canciones y las emociones a flor de piel, Natalia Lafourcade y su banda se despidieron entre aplausos de todo el Auditorio Nacional, luego de una noche que dejó a muchísimos con una sonrisa de oreja a oreja. Y eso, quizá, sea una de las cosas más increíbles de este show.

Sobra decir que Natalia demostró una vez más (¿como si fuera necesario?) de lo que es capaz de hacer cuando se sube a un escenario. Pues más allá de subirse a tocar sus canciones, nos hace parte de su música y arma un ritual de comunión del que definitivamente, salimos inmensamente contentos, liberados y en particular, llenos de buena vibra y energía para disfrutar de todas las cosas buenas que la vida tiene para nosotros.

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Me llamo Jesús pero todos me dicen Chucho. Me encanta la música y sé tocar algunos instrumentos, aunque creo que soy mejor escribiendo sobre las bandas que me gustan. Soy fan de los conciertos y festivales,...

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