Los años 80 fue una época en la cual la música tuvo un gran auge, especialmente el post punk, rock gótico y new wave, géneros en los que bandas como Joy Division o The Cure fueron pioneras y a las cuales agrupaciones posteriores tomaron como punto de referencia para crear su propia música. Algo así como lo que pasó con Kraftwerk y el krautrock. A la par de estos géneros tan oscuros como sus acordes mismos, nació The Smiths, una banda liderada por Morrissey que igualmente tenía letras depresivas y filosóficas, pero con toques un poco más pop y, que dentro de la escena musical, logró consolidarse como una de las primeras agrupaciones del indie.
Después de que estos referentes musicales surgieran en esta década, vinieron los 90, tiempo en el que llegó la electrónica con Manchester en la cima de la cultura del rave, que enaltecía a los sonidos de máquinas —sintetizadores y cajas de ritmo— y a las drogas, específicamente el éxtasis. Sin embargo, el tiempo pasa y es ahí cuando estas bandas tienen dos alternativas; la primera: pasar a la historia y ser escuchadas por generaciones; y la segunda: ser olvidadas.
Adaptarse es una forma de crecer y sobre todo, seguir vigente
La decisión es subjetiva y por lo tanto, resulta bastante interesante saber qué es lo que piensan estos artistas o bandas que en algún punto tuvieron un gran auge y que hoy son leyendas. Cuando le preguntamos a Morrissey y su respuesta fue simple: “Si logras sobrevivir por tanto tiempo entonces tienes el derecho a ser juzgado dentro de ese mismo logro porque no es fácil. Soy de ese tipo de especie que no se rinde jamás”.
Y si es de la especie que no se rinde, ¿eso conlleva también a adaptarse a las nuevas generaciones pero sobre todo, a las nuevas formas de promoción? Desde septiembre de 2017 Morrissey incursionó en las redes sociales y al mismo tiempo, comenzó a publicar en su página web textos en los cuales expresaba sus pensamientos sobre política y la sociedad misma. Esto, más allá de ser polémico, es una pequeña muestra de cómo a sus 59 años está consciente de la manera en la que actualmente se manejan los artistas. Ahora bien, también está la parte de los promotores que, cuando van a algún país, hacen que los artistas sean partícipes de ciertas cosas. De ahí fue que cuando vino a México como parte del Vive Latino 2018, apareció en un lugar impensable: el programa matutino Sale el Sol.
“Pensé que había salido muy bien. Quieres ser visto como tú mismo, y esperas mucho que esto suceda (tocar en ‘vivo’). Vives con miedo de ser entrevistado por una marioneta”, nos explica. Si aplicamos esto dentro del contexto de lo que ocurrió meses atrás, nos encontramos con que tiene mucho sentido el hecho de que él no supiera qué era lo que estaba ocurriendo ni cómo actuar, especialmente ante personas que parecían tener poco conocimiento de todo el bagaje musical e historia que carga un artista como él. No obstante, se mostró accesible, dispuesto a hacer lo que tuviera que hacer y de ahí que sus palabras en medio de “Everyday Is Like Sunday” se convirtieran en una expresión de “Everyday is like domingo”.
La música disco, ¿realmente la odia?
Otro punto que también resulta importante mencionar es que en los 70 y 80, hubo una gran discrepancia entre los amantes del rock y la música disco. El momento clave ocurrió en Chicago, cuando los programas de radio comenzaron a interesarse en el krautrock y por consiguiente en las propuestas que la música europea tenía por ofrecer, que básicamente eran el EMB y techno. También estaban aquellos puristas amantes del rock que consideraban a la música disco como algo vacío y para pervertidos —especialmente porque muchos aseguraban que ésta era música para negros, homosexuales y afeminados—.
En 1992, cuando la electrónica comenzaba a tener mayor presencia, Moz no dudó en decir que la música dance era “el refugio para aquellos con deficiencia mental. Y que además estaba “hecha por tontos y destinada para personas tontas”. ¿Pero qué es lo que piensa hoy de todo esto? “No tenía mucho sentido para aquellos (nosotros) que no consumíamos drogas, y parecía que (la música disco) era un ruido de fondo anónimo cuando, yo pienso, la última cosa que quieres es que tu música esté de fondo”, nos cuenta.
La cultura rave y las drogas
Y hablando de drogas, éstas, como ya dijimos antes, se convirtieron en las protagonistas de la cultura rave en Reino Unido. Entonces, si Morrissey no las consumía y no se dejaba llevar por los beats y sus prolongaciones, ¿cómo fue que logró mutar y adaptar sus sonidos como parte de The Smiths? “Las drogas se convirtieron en el centro obvio de toda la música, y también en un aspecto aplaudido. En los 80 casi todos los hombres cantantes se veían, vestían y sonaban afeminados, pero esto se desvaneció en los 90. Incluso ambas décadas fueron altamente nostálgicas, pero la nostalgia de los 90 sabía que no habría un regreso”.
De hecho, años antes se había permitido decir que Robert Smith era un “sabelotodo”. Sin embargo, más allá de hablar a la ligera, cierto es que Morrissey está consciente de la presencia tanto de Joy Division, The Cure, The Smiths y él mismo como solista dentro de la cultura rave y la actualidad que va mutando cada vez más al punto de que las nuevas generaciones ubican más al reggaetón que a las bandas de culto. “La cultura del rave no ha sobrevivido, aunque The Smiths, Joy División o The Cure lo han hecho, ellos se han convertido en una parte esencial de la cultura de la música en formación. The Cure ha alcanzado un éxito impresionante de giras alrededor del mundo, y la playera de Joy Division es, como Nirvana y The Ramones, la prenda más vista en todas partes”.
Actualmente Morrissey, a pesar de sus pensamientos, de su manera de expresarse, de que sea un “viejo” que reciba un puñetazo en la cara por alguna persona, es un ser que ha pasado a la historia no precisamente por todos estos factores, sino por el hecho mismo de lo que representa dentro de la música, lo que creó y sigue creando. No es un showman, es un cantante que se mantiene en una crítica constante de la realidad, los humanos y la vida misma.