Hace ya más de dos décadas… ¡wow! El tiempo pasa muy, muy rápido.
Recuerdo esos años, recuerdo el Zapatismo, recuerdo las ganas de cambiar cosas, recuerdo la cruda del Salinismo. Por aquella época empezaba yo a viajar mucho a la Ciudad de México. Primero con La Última de Lucas, el primer grupo en plano profesional del que formé parte. También recuerdo haber decidido hacerme productor, empecé con Pasto –el grupo de Gil Cerezo y de Pato Machete–, tremenda producción en cassette que sacamos a través del primer sello que tuve, que se llamaba Zobek Records.
Corría el año de 1995 y se enfilaba ya el 96. Entre concursos ‘Batalla de las Bandas’ y entre tocadas que organizaba el HUESO (Shock Horror, Vatos Locos) empezamos a ir más al DF. La Última de Lucas entraba en una pausa (hiatus) y yo, ya instalado y trabajando en un estudio de grabación, comencé a hacer demos de una idea que traía ya por más de dos años.
Hacer hip hop en español, mexicano, como el que hacían los grupos que me gustaban: Cypress Hill… Beastie Boys. Tremendos discos de esa época ‘Black Sunday’ y ‘Temple of Boom’, de Cypress; ‘Ill Communication’ y ‘Check your Head’, de los Beasties.
Fue en una de esas tocadas de La Diabla, La Viuda, Rockstock, Bull Dog… que conocí a estos vatos. Todo el DF alternativo traía tren del mame con el asunto de que estos güeyes tocaban con dos bajistas y hacían rap. Se llamaban MOLOTOV.
Ya había yo escuchado de La Candelaria. De hecho, las referencias y cercanías de lo que hacía La Candelaria y lo que hacía La Última de Lucas estaban más que claras. ¡Pues claro! Somos vatos de la misma generación, clasemedieros que crecimos yendo a la escuela, conociendo gente, viendo y escuchando bandas que reventaban y que tal vez estaban medio pinches; que salían disqueras y sellos en multinacionales firmando a esas bandas medio pinches. Era la época del mejor MTV Latino de la historia (Raizonica, Headbangers Ball), el continente entero conectado por la señal de un canal de videos.
Y pasó.
Vino la MTV a Monterrey y catapultó al Control Machete, a la Plastilina Mosh y a El Gran Silencio.
Esa segunda mitad del 96 la viví en la capirucha, llegando específicamente a la colonia Narvarte, con el Fermín IV y con Pato a casa de Mopri en la calle Esperanza.
Ahí me aburrí muy pronto y me salí a la calle, a convivir más y tripear con estos amigos locos que poco a poco la ciudad iba conociendo más. Y se armaban unas tocadas potentes y espectaculares, motivadas por unas letras únicas que seguramente el maestro Alex Lora mínimo por un día envidió.
Tocamos con Illya Kuryaki, tanto los Molotov como nosotros los Machetes. Así fueron casi todos los fines de semana del final de ese grandioso mil novecientos noventa y seis.
Héctor Martínez (el que sale en TV Azteca en los shows de talento), en ese tiempo era A&R de EMI. Ya había firmado a El Gran Silencio. Un día pasé por su oficina y me regaló un DAT con el demo con el que Molotov estaba buscando disquera y me dijo que ya la habían encontrado.
No muchos saben que me tocó estar con el MOLOTOV durante todo el proceso de preproducción y grabación de su disco debut. Scratches, teclados, loops y coros de Toy que tuve la gran fortuna de poner en el histórico ‘¿DÓNDE JUGARÁN LAS NIÑAS?’. El ‘Más allá’, ‘Cerdo’, ‘Perra Arrabalera’, ‘Mátate Teté’, ‘Chinga tu Madre’… todas esas rolas tienen una chingaderita del Toy.
Después de eso llegó el éxito, tanto de ellos como de nosotros. Las giras, los países, los contratos, los aciertos y los desaciertos.
MOLOTOV hizo la canción que bien pasó a la historia como el espejo del México de finales de los noventa, ese México harto y a la vez listo para tomar el poder en sus manos. Podría asegurar que en México no hubiera pasado todo el cambio social que pasó entre 1997 y 2000 sin el himno conocido como ‘GIMME THE POWER’.
Micky, ¡¡¡gracias por abrirme las puertas de tu casa y básicamente enseñarme a escuchar la música con vaso en mano vía los ’20 Grandes Éxitos’ de José José!!!
Randy, pinche Gringo. Nadie tocó nunca en este país la batería como tú. Todavía es un tremendo placer verte pegarle a los tambores con ese funk, con ese rock que sólo el ser mojado al revés te permite.
Tito, hemos pasado unas buenas, varias en Buenos Aires. Tú me mostraste el camino hacia el otro lado de las cosas. ¡¡¡Gracias por siempre llamar, manifestarte y escuchar!!!
Gracias MOLOTOV. En definitiva, mi vida no fuera lo que es hoy, si no nos hubiéramos atravesado en el camino.
FELIZ ANIVERSARIO.