Inmersos en una dinámica de industria musical que busca talentos que gusten, para abarrotar estadios en los que se coreen canciones de fabricación semanal, llegan como un respiro artistas musicales que giran hacia las raíces, géneros puros con ligeras variaciones, sin ambiciones que persigan llenar repisas con premios, o ver su éxito como un negocio.
Ese rol característico de representantes del folk, por ejemplo, ha creado algunas de las carreras más icónicas y extensas. De esa tradición, la cultura afrodescendiente ha aportado legados como los de Bobby Womack, Charles Bradley, Otis Redding, e inclusive, los momentos menos experimentales de Jimmi Hendrix, posiblemente éste último el más desafiante de todos.
Fue Hendrix quien inspiraría, años después de su muerte, a un joven nacido en Muswell Hill, Londres, a tocar la guitarra porque “se veía cool que un chico negro tocara”. Así empezó la búsqueda de Michael Kiwanuka por su lugar en un mundo de blancos.
Hijo de padres ugandeses que huyeron de la dictadura de Idi Amin, estudió jazz brevemente en la Royal Academy of Music y música pop en Westminster. En 2011, se unió al sello de Mumford & Sons, Communion, previo a su LP debut, ya con Polydor, titulado Home Again (2012). Discazo…
Esperanzado y sin miedo a cantar sobre errores como sobre aciertos, en el camino hacia una vida aparentemente mejor, Kiwanuka es un exponente de folk, R&B psicodélico, y hasta momentos de un swing ligero que parecen grabados hace décadas, como en el caso de Bones.
Sin prisa por colocarse en las listas de éxitos, Kiwanuka fue elegido como el Sound of 2012 por BBC, lo que giró la atención hacia su propuesta, además de un par de nominaciones al Mercury Prize. Sorpresivamente, él decidió tomar un camino menos comercial y más introspectivo, ya que su segundo álbum de estudio, producido por Danger Mouse (Gnarls Barkley, Gorillaz, y más) exploró un sonido psicodélico y elongado.
Love & Hate (2016) abre intencionalmente con una canción de casi diez minutos, con arreglos de cuerdas, órgano, coros con efectos de sonido, y tiempos que suben y bajan, en una confesión de Kiwanuka sobre un amor imperfecto. Su fijación hacia el producto final sin límites, resulta en constantes radio edits, para ayudar a difundir sus temas, como “Cold Heart“, abridor en Big Little Lies (HBO).
Y el sentimiento queda intacto en su versión acústica:
De vez en cuando, necesitamos voces que nos recuerden por qué los géneros “puros” deben permanecer relevantes. Su aparente atemporalidad, constante en este caso con canciones que pueden pertenecer al siglo pasado, fija la atención en el sentimiento que intentan expresar. Ahí encuadran algunos cortes como “I’ll Get Along” o “Rule The World”, íntimos con un mensaje en primera persona que parece pedirte ayuda para alcanzar la felicidad.
Escucharlo genera una empatía inmediata hacia lo que cuenta, ya sea con un arreglo sinfónico, o simplemente con su guitarra.
Es un artista con género y estilo definido, sin embargo, cuenta con tantos matices en esa definición, que no deja de sorprender en sus lanzamientos más recientes, como es el caso de los sencillos de su tercer disco, sencillamente titulado KIWANUKA. Juzguen ustedes mismos con el loop pegajoso y bailable en “You Ain’t The Problem“:
La naturaleza con la que ejecuta baladas confesionales que apelan al mañana y al perdón, al más puro estilo de un Otis Redding más melancólico, pueden llevarte de estar bailando en un track previo, a cuestionarte tu existencia al siguiente.
Contrastando con la tristeza y adversidad, todo indica que su tercer LP va hacia el R&B puro y duro, apoyado fuertemente en una sección de metales. Recientemente, lanzó una colaboración con Tom Misch, que homenajea al funk y hace notar que Kiwanuka funciona en los géneros que ha tocado.
Kiwanuka no es un cantante o guitarrista de blues. Él se dedica al folk, con matices de R&B y blues, de ahí que haya cargado hacia el dolor, la angustia y la desesperanza en mayor medida.
La carga de ser un hombre negro en este mundo, con la confusión que genera y la riqueza cultural que heredó de sus padres inmigrantes, entregan un producto muy refinado que solo gira en torno a proyectar lo que Kiwanuka es y siente. Sin embargo, no le tiene miedo alguno a subir el tempo y hacer de la nostalgia un sentimiento menos pesado, como en su video más reciente:
Su tercer disco de estudio saldrá por completo el 25 de octubre, vía Polydor. La expectativa está respaldada por dos excelentes LPs, en los que Michael Kiwanuka ha transmitido dolor y esperanza, como un compositor perfeccionista que ha rescatado sus raíces en formas modernas.