Texto: Aarón Cortés
Fotos: Chino Lemus

“Pinches juniors ch%&$# a su madre, cuando quieran pedo aquí lo encuentran”, es la frase clave de un hombre a quien decidimos nombrar #LordMetallica, el ejemplo perfecto de la euforia del público ante la tardanza de una hora, que Metallica se dio el lujo de hacernos esperar. Entre lluvias de vasos conmemorativos, cerveza y los primeros malacopa de la noche (que no aguantaron nada), un sujeto de complexión robusta, más de 1.90 de altura, y unos lentes tan pequeños que se encajaban en sus ojos con sus gestos de coraje (imagine a su cadenero favorito), comenzó a cantársela a quien se cruzara en su camino mientras seguía estafándole alcohol a su amiguito y orinando a las personas junto a él.

Irónicamente mientras el telonero fue aclamado, muchas personas (como unos cuantos mirreyes) parecían no estar del todo contentas con la presencia de Iggy Pop en el escenario porque “ya querían Metallica”, y a pesar de que era inevitable ponerse a chocar por todos lados con sus temas más prendidos, justo al final de su presentación comenzaron a gritar el nombre de la banda. Y en lugar de darle su merecido reconocimiento como artista invitado —que además se anunció desde el primer momento— recibió un par de vasazos. “¿Quiénes eran esos que tocaron mucho tiempo?”.

Iggy Pop tomó el control del escenario por una hora, pavoneándose por todo el lugar sin playera, como la leyenda viviente que es. Y a pesar de que no trajo a Josh Homme y el resto de la banda de Post Pop Depression (y por ende no tocó esas canciones), presumió sus habilidades como frontman al ritmo de algunos hits de su carrera solista y de The Stooges.

Con las piernas adormecidas y caras de desesperación, algunos se paraban de puntitas para tratar de ver a lo lejos preguntándose cuántas peleas más tendrían que soportar antes de Metallica. Es entonces cuando todo se pone oscuro y la gente comienza a empujarse apretándose más para estar tan cerca como sea posible, y los gritos estallan en cuanto los rostros color rojo de James Hetfield, Lars Ulrich, Kirk Hammett y Robert Trujillo, tomaron posesión de cada panel con imágenes distorsionadas salidas del arte oficial de su última producción Harwired… To Self Destruct (o el pretexto ideal para salir de gira).

“Hardwired” y “Atlas, Rise!” fueron la forma en la que Metallica saludó a su público mexicano, después de un buen rato de ausencia para recordarnos que “no importara de dónde veníamos, esta noche nuestra alma les pertenecía” (o algo así susurró Hetfield al viento). De paso también demostraron con cinco canciones, que su nuevo disco no está tan mal después de todo -si ignoramos esa presentación que dieron con Lady Gaga- acompañados de lásers naranjas pintando el humo sobre nosotros para avivar la llama. Por lo que aunque nos dejaron con ganas de que estrenaran algunas canciones del álbum que no hubiésemos escuchado antes (¿”Spit out the Bone”?), se las perdonamos por esta vez.

Estas dos piezas sufrieron de los ligeros fallos en el audio que constantemente subía y bajaba, como unos audífonos descompuestos, que se hicieron presentes desde que los abridores Cerberus comenzaron a tocar. Y se quedaron durante todo el evento para atacar en algunos momentos clave como el nostálgico, agudo, y ahora también apagado solo de “One”. Tal vez porque en esta “celebración de vida” de James Hetfield, la tristeza estaba prohibida.

Fue hasta el tercer tema que descubrimos el funcionamiento del escenario, que únicamente sirvió de adorno durante las dos primeras presentaciones. Las cinco enormes pantallas con las letras M y A en los extremos, no solamente eran para poder ver de cerca las uñas negras de Kirk Hammett y la leyenda “White Zombie” en su guitarra, sino que ahora nosotros eramos parte del video de Metallica fuimos atrapados en un manicomio, rodeados de cuervos, soldados, campañas gigantes y recorrimos un campo de cruces blancas que salió hasta el final de “Master of Puppets”.

Los cuatro integrantes tuvieron oportunidad de lucir su talento en los solos, Hammett con las guitarras chillantes cuyas cuerdas rasgueó hasta con uno de los amplificadores del suelo, el señor Trujillo —que por cierto es un elemento clave en la banda para esa conexión con los mexicanos— nos restregó su bajo púrpura y esa agilidad que culminó en un homenaje a Kill ‘Em All, con un fragmento de “Anesthesia (Pulling Teeth)”. Pero también hubo un extraño y destacable momento en el que cada uno se paró enfrente de dos tambores (algo que aprendieron hace poco), y comenzaron a golpearlos a la par como una batucada, para pedir los gritos de “hey” de la gente entre cada pausa, en una nueva jugada sorpresa que les funcionó de manera natural.

Medio setlist fue dedicado a las nuevas canciones, y hasta el odiado Reload alcanzó a colarse con “The Memory Remains”, por lo que la segunda parte fue dedicada únicamente a los himnos de la banda. Un enorme e invisible helicóptero sobrevuela el lugar, que se ha convertido en un campo de batalla con disparos y estallidos en “One”, y que más tarde nos demuestra el majestuoso arsenal de lásers que atraviesan todo a su paso en el cielo, para los acordes más fuertes.

Al igual que en este ejemplo la iluminación jugó un papel fundamental en las baladas, pero el flash de los celulares de las gradas también fue de gran ayuda para poner el ambiente nostálgico ante el amor, en otras piezas como “Nothing Else Matters”. Claro que como todo concierto de músicos old school, no faltó el rockero renegado que a pesar de las burlas de los demás, mantuvo su encendedor prendido de un lado a otro durante la canción para recordar buenos tiempos, porque efectivamente, nada más importa.

La espera valió la pena con poco más de dos horas de concierto, y ese espectacular cierre con “Enter Sandman”, donde varias pelotas gigantes blancas con el nombre de Metallica rebotaban entre la gente, que no perdió la oportunidad de clavárselas para tenerlas en su casa. Pero fue el alucinante espectáculo de fuegos pirotécnicos (rojos, naranjas y verdes), el que se encargó de añadir el toque final para poder decir que esta noche sí lo hemos visto todo. Metallica se quedó un rato más recibiendo los aplausos y mientras repartían plumillas y baquetas, cada integrante pasó a despedirse de manera individual porque como ellos dicen: “Ciudad de México City, es buenísimo”.

Metallica tiene el poder de amaestrar a las bestias desatadas en cada malacopa, poniéndolos a reflexionar sobre su vida en cada momento con su música (sólo de los que aguantaron todo el concierto) y eso se puede apreciar en los rostros de confusión con los que miran las pantallas, que curiosamente algunos portaban restos de la cruz de ceniza de la misa matutina. Terminó la noche y ya no supimos más del del tal #LordMetallica, pero suponemos que por la forma en la que estaba abrazando a su amigo de gorra al que le estafaba las chelas, se fue a echar “orgullo, pasión y gloria” a otra parte.

Setlist

01. Hardwired
02. Atlas, Rise!
03. For Whom the Bell Tolls
04. The Memory Remains (Primer solo Kirk Hammett)
05. Welcome Home (Sanitarium)
06. Now That We’re Dead
07. Moth Into Flame
08. Harvester of Sorrow
09. Confusion
10. The Four Horsemen (Solo de bajo de Robert Trujillo)
11. Sad But True
12. One
13. Master of Puppets
14. Fade to Black
15. Seek & Destroy

Encore:

16. Fight Fire With Fire
17. Nothing Else Matters
18. Enter Sandman

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