Pues quizá esto se trata de una nueva sección en donde haremos hincapié en la música cosechada en México a lo largo de los años, porque la música es un lenguaje y a través de ella podemos entender mucho más de lo que a simple escucha oímos, la música es un registro temporal en donde podemos percibir aspectos económicos, políticos, sociales y culturales de una época en específico.

La importancia de la historia es el tener un registro que nos permita entender y analizar nuestro presente y nuestras aspiraciones a futuro; lo mismo pasa con la música, conocer su paso por el tiempo nos ayuda a entender y conformar nuestra identidad cultural, algo sumamente valioso teniendo en cuenta la riqueza de nuestro país, misma que puede estar un tanto amenazada por la monstruosa industria musical pero que podemos mediar al menos siendo conscientes de su existencia, además de que puede incentivar a que los actuales compositores tomen en cuenta los diversos lenguajes musicales que México ha dado.

Iré mencionando diversos compositores, pero para esta primer entrega me pareció correcto -además de que me declaro fan- hablar sobre Manuel M. Ponce, uno de los compositores mexicanos más reconocidos, y que su música justamente buscaba lo que se menciona en los primeros párrafos: un apego a nuestras raíces para no olvidar de dónde venimos.

 

 

Manuel M. Ponce nació el 8 de diciembre de 1882 en el estado de Zacatecas, aunque sólo vivió allí un breve tiempo ya que posteriormente se fue con su familia a Aguascalientes. Su padre fue Felipe de Jesús Ponce, quien trabajó de tenedor de libros en la estación minera de Proaño, y María de Jesús Cuéllar. Ponce era de una familia numerosa, creció con 11 hermanos y con un vínculo muy fuerte con el arte gracias a su madre que vivía escuchando música siempre. A muy temprana edad Ponce llamó la atención por su talento tras el piano, por lo que su hermana Josefina, quien estudiaba piano en ese entonces, le fue enseñando poco a poco. Al mismo tiempo que comenzaba a sumergirse en el mundo de la música, formó parte de coros infantiles en templos y fue ayudante de Órgano en el tempo de San Diego.

Manuel M. Ponce tuvo claro su objetivo, viajo a la Ciudad de México para estudiar música con diversos maestros reconocidos y logró continuar sus estudios en Bolonia, Italia, y en Alemania, lo que indudablemente le ayudó a conformar un lenguaje en donde mezcló la expresión folclórica mexicana y la composición europea, quizá la principal característica de su música.

Gran parte de su vida también la dedicó a la enseñanza, en donde siempre mostró un fuerte acercamiento hacia la música popular y folclórica, de hecho formuló una cátedra en la Escuela de Música de la Universidad donde exclusivamente se enfocó en el folclor nacional, esfuerzo que logró extender al Conservatorio Nacional cuando obtuvo el nombramiento de director.

 

 

Por este mismo interés Manuel M. Ponce fue proclamado como el fundador del nacionalismo musical mexicano. Hay que tener en cuenta que a pesar de pertenecer al medio musical de salón y de la élite artística de los últimos años del Porfiriato, indudablemente la Revolución mexicana fue un factor importante ya que debido a lo violentos cambios de ideologías y movimientos vanguardistas logró el interés por prevalecer la identidad musical.

“Considero un deber de todo compositor mexicano ennoblecer la música de su patria dándole forma artística, revistiéndola con el ropaje de la polifonía y conservando amorosamente las músicas populares que son expresión del alma nacional”, Manuel M. Ponce.

Sin embargo, también hay que aclarar que descartó totalmente la música indígena por considerarla carente de refinamiento, prefiriendo así el lenguaje musical obtenido en el mestizaje.

En 1912 realizó un concierto icónico en su carrera, en donde las obras que tocó mostraban características que eran consideradas por primera vez genuinamente mexicanistas. De este modo este año se considera como el inicio del movimiento nacionalista en la música mexicana, papel que continuó su alumno Carlos Chávez.

También es reconocido como un exponente del romanticismo musical mexicano, en donde gracias a la inspiración lograda por músicos como Debussy o Ravel lo llevó a una inquietud modernizadora, lo que lo orilló a viajar y estudiar en Europa.

 

 

Manuel M. Ponce escribió obras para guitarra, piano, canciones, música de cámara y orquesta, y a pesar de que la mayoría de las composiciones son para piano y guitarra se estima que casi la mitad de su música es desconocida o desapareció en el tiempo.

Manuel M. Ponce compuso obras que han perdurado a lo largo de la historia y que a decir verdad forman parte de nuestra vida diaria que quizá en muchas ocasiones escuchaste sin saber que eran una obra de él. Entre estas canciones están “Las mañanitas”, “La cucaracha”, “Cielito Lindo” y “Estrellita”, muchas de estas reconocidas internacionalmente.

Manuel M. Ponce falleció el 24 de abril de 1948 en la Ciudad de México, y su reconocimiento lo llevó a la congregación como uno de los más reconocidos compositores de México que buscó prevalecer nuestra cultura musical en la historia, algo que indudablemente logró con su legado.

 

 

Todo lo que no sabías que necesitas saber lo encuentras en Sopitas.com

Comentarios