“Bitch, I’m Loca”, es una de las canciones que forman parte de Madame X, el disco 14 de la carrera de Madonna que después de cuatro años, se convierte en el sucesor de Rebel Heart. Esta expresión, en realidad, es la piedra angular de un disco que no tiene ni pies ni cabeza, pero que como búsqueda del tesoro, tiene pequeñas joyas que valen la pena rescatar.
Algunos medios como Stereogum o Rolling Stone, argumentan que es un caos genial y que es lo mejor que ha hecho Madonna en mucho tiempo. En esto último, debemos coincidir pues, a diferencia de Rebel Heart y MDNA, en Madame X Madonna no se “prostituye” en la industria de la música, sino que usa los elementos más fuertes —como es el caso de las colaboraciones de Maluma para “Medellín” y “Bitch, I’m Loca”— para complementar un disco que no es otra cosa excepto hedonista.
Durante años, Madonna ha hecho lo que otros le han mandado; ha construido un legado pero para lograrlo, en el camino tuvo que hacer muchos sacrificios. Hoy, a sus 60 años, la reina del pop tiene toda la libertad no solo creativa sino monetaria para hacer lo que le plazca. Y eso es precisamente lo que hay que aplaudir de Madame X.
Con este disco y dado que no tiene que rendirle cuentas a nadie, Madonna logra hacer un statement de que por más que la gente la critique y diga que es “momento de retirarse”, que “ya está vieja para hacer el ridículo”, al final está rompiendo —tal como en el pasado— con los estereotipos impuestos por el mercado.
¿Por qué no ser un ícono del pop incluso cuando tienes 60 años? Es la pregunta que bien podríamos hacernos conociendo el historial de Madonna y, si lo analizamos bien, no es imposible. Ella puede seguir haciendo discos, dando giras y liberando música tanto como quiera porque al final, lo que la une a sus seguidores y a los ávidos melómanos, es el amor por la música. Eso es precisamente lo que descubrimos a lo largo de los 15 cortes que conforman Madame X.
El disco abre con “Medellin”, una canción criticada pero que es la creación inteligente para abrirse paso en un mercado que hoy, sin decir mucho, es del reggaetón y el trap. A la par de esto también podemos argumentar que no es la primera vez que la reina del pop tiene acercamientos con la cultura latina. Solo hay que mirar atrás a “La Isla Bonita”.
Después seguimos con canciones cuyos intros e interludios no están nada relacionados con el resto de las melodías. Nos encontramos con pastiches que fusionan el español, portugués e inglés, así como solos de piano y coros búlgaros, hasta múltiples géneros musicales que van del reggaetón, trap, trip-hop, disco, hip-hop, rap, pop y reggae.
Para lograr todas estas fusiones echa mano de colaboraciones con Quavo, Diplo, Swae Lee, Maluma y Anitta. También trae a la mesa a Mirwais Ahmadzai, quien colaboró con ella para el hit de este milenio, “Music” y el disco American Life, y a Mike Dean, quien colaboró con ella en 2015 para Rebel Heart.
Como mencionamos en un principio, Madame X es un disco que cuenta con pequeñas joyas que no pueden, no deben pasar desapercibidas pues, a diferencia de los dos últimos discos de Madonna, suenan frescas al grado de poder ser incluidas en una playlist. Algunos de ellos son “God Control” —cuyo voicecode tiene un aire muy a la Daft Punk—, “Future” —donde colabora Quavo— y “I Don’t Serch I Find” —que bien puede rememorar a Erotica—, tres canciones completamente distintas entre sí gracias al manejo de distintos géneros pero igualmente interesantes.
Si no lo crees basta con que prestes atención al coro de “People Think that I’m insane / The only gun is in my brain / Each new birth gives me hope / That’s why I don’t smoke that dope”.
¿Recuerdas cuando Ray of Light resultó ser el disco más experimental de Madonna porque que en ese entonces se encontraba en la búsqueda de su equilibrio espiritual? Pues bien, en Madame X también hay un poco de eso con “Batuka” —donde incluso es acompañada de la Orquesta de Batukadeiras, un colectivo afroportugués— y “Extreme Occident”. Lo mismo ocurre con los guiños que le hace a sus glorias pasadas como en “Crazy”, donde usa un corito que va más o menos así: “I bend my anees for you like a prayer”. ¿Entendiste?
Para los fervientes fans de Madonna, este disco resultará una bazofia que no tiene fin. Será el reflejo de un remedo de artista cuyas glorias han quedado enterradas en el pasado. Sin embargo, para aquellos que aman la música y que están abiertos a escuchar algo creado por la reina del pop, se darán cuenta que es un álbum que no tiene pies ni cabeza pero que hoy, con una historia, fama y antecedentes como lo tiene Madonna, es completamente válido, bueno, y algo que solo ella (una perra loca) podía hacer.