Y aquí está nuestro espacio antitendencial, en donde buscamos satisfacer a los oídos más curioso con la música que parece deambular entre los rincones de la red. Para quienes llegan por primera vez a este apartado, aquí recomendamos música fuera de los estándares meramente comerciales o populares, y que por ende, difícilmente escucharemos a través de los medios de difusión más importantes como la televisión o internet; sin embargo, la música está ahí, a tan sólo unos clicks de distancia y lista para refugiarse en nuestros oídos.
Hay que entender que la música es un lenguaje sumamente complejo e infinito, así que quitémonos los prejuicios, limpiemos bien nuestras orejas y dejémonos llevar por lo que la música nos haga sentir a primera escucha.
Esta ocasión recomendaré a uno de mis artistas sonoros favoritos: Lawrence English.
Lawrence English es un compositor, artista y curador de Brisbane, Australia. Su principal influencia o característica de su trabajo es la experimentación con la percepción. También cabe señalar que es director de la disquera Room40, una de las más especializadas en la música concreta, experimental, electroacústica y demás ondas clavadas que vale la pena pegar una oreja con mayor calma.
En una ocasión Lawrence explicó que su primer acercamiento a la música fue cuando era niño y acompañaba a su padre a estudiar aves carriceros. Mientras estas aves se escondían entre las cañas, su papá le dijo que la única forma de encontrarlas era cerrando los ojos y percibir su ubicación a través del sonido. Desde entonces entendió que el sonido es un elemento complementario del espacio y viceversa.
Esta noción la tradujo a sus temas originales, en donde a través de texturas, frecuencias ambientales y diversos elemento pareciera que pinta todo un paisaje a través de los sonidos, en donde sólo nos queda cerrar los ojos y percibir su música como una caminata onírica en donde podemos encontrar tanto elementos de paz, como momentos mucho más tensos y distorsionados donde los escenarios parecen ser invadidos por neblinas impenetrables.
Su trabajo resulta ser bastante cuidadoso y meticuloso, ha investigado la composición fisiológica del cuerpo humano para ampliar su noción sobre cómo percibimos los sonidos, un elemento que él cree sumamente necesario tomando en cuenta su papel como compositor; comprender que no sólo se trata de generar ruidos al azar, sino también comprender al mismo escucha y su entorno.
Su trabajo se desarrolla en un extenso número de lanzamientos, desde el 2001 comenzó a publicar de manera formal y hasta ahora ha publicado más de una decena de discos.
Su lenguaje musical muestra una infinidad de posibilidades, desde temas mucho más acercados a los paisajes sonoros o música ambient, a composiciones mucho más clavadas en donde las texturas de distorsión son los protagonistas de sus historias sonoras.
En su música podemos escuchar desde el crujir de las hojas, el rechinido de una puerta, una caminata matinal por el campo, el viento violento de la patagonia, y un sinfín de lugares que Lawrence ha conocido en persona y que lo ha inspirado en crear música. Su materia prima para la composición es su propia vida, la experiencia de percibir el mundo que nos rodea y la música que suena por sí sola tras la naturaleza del espacio.