Por: Salvador Medina
La capacidad de proyectar emociones a través de la música, es algo que siempre se debe agradecer y más en estos tiempos. Parece un acto de valentía, hoy en día, decir cómo nos sentimos sin temor a ser juzgados o mal interpretados. Nuestro lado introspectivo y reflexivo siempre tiene cosas que decirnos.
A nueve años de haber lanzado su álbum debut, Lana Del Rey presenta ahora su séptimo trabajo discográfico titulado Chemtrails over the Country Club, un extraordinario viaje personal y auténtico de 11 canciones para escuchar de principio a fin. Sin embargo, este álbum tuvo una prueba complicada: superar a su antecesor Norman Fucking Rockwell!.
¿Qué hay detrás de ‘Chemtrails over the Country Club’?
Chemtrails over the Country Club es el séptimo álbum de estudio de Lana Del Rey, publicado a través de Polydor e Interscope Records. La entrega estaba programado para ser lanzada el 5 de septiembre del 2020, pero se pospuso hasta el primer trimestre de 2021 debido a los retrasos de producción ocasionados por la pandemia de COVID-19.
La cantante había revelado previamente que el álbum se titularía ‘White Hot Forever’, nombre que eventualmente fue descartado. Este material presenta meditaciones acerca de la fama, el romance y, sobre todo, experiencias personales. A raíz de ello, en la placa escuchamos una gran apuesta creativa donde Lana voltea hacia el pasado, esto con el objetivo de unir su historia y plasmarla en un mismo lugar.
Las gamas que presenta son totalmente dulces, suaves, incluso melancólicas, abarcando géneros como el country que lo convierten en un disco verdaderamente orgánico.
Los detalles que hacen especial al álbum
La parafernalia de la fama y el desprecio de Lana Del Rey por ella, es un tema recurrente en Chemtrails Over The Country Club. El álbum abre con “White Dress”, donde Lana explora su anhelo por una época en la que aún no había encontrado el éxito; lo dice en un susurro áspero y tan urgente que parece querer regresar a ese lugar.
“Me sentí libre porque solo tenía 19 años”, canta sobre los días que pasó de camarera, escuchando jazz, Kings Of Leon y “White Stripes cuando estaban al rojo vivo”.
La placa discográfica podría describirse como algo muy estadounidense (en el buen sentido). Hacia 2017, Lana Del Rey había declarado que la bandera nacional ya no sería parte de sus presentaciones en vivo por temor a mostrar algún tipo de patriotismo durante la era Trump… ¡Pero ondeó una en la portada de Norman Fucking Rockwell en 2019!
Simplemente es algo que no puede evitar. La musa de Lana le habla fuertemente de la tierra prometida, donde las ciudades son metáforas, sus muertos son sus dioses y ella, su glamoroso Orfeo.
La canción homónima del disco es un trabajo final nostálgico, recordando la etapa en la que “no hay nada de malo en contemplar a Dios, bajo las estelas químicas sobre el club de campo“. Una escena que a la estadounidense le hace sentir e imaginar alguna especie de excelencia poética.
Y eso no es novedad dentro de sus líricas. Lana Del Rey incluso logra hacer que las tareas y actividades más mundanas suenen mágicas: “Lavarme el pelo, lavar la ropa, TV nocturna, solo te quiero a ti ”. Un álbum y una idea que dan una perspectiva muy diferente sobre el ideal tradicional de la fama.
La quinta canción del álbum, “Wild At Heart”, es un vals romántico donde ella evoca una escena en la que los paparazzi la persiguen. “Las cámaras tienen flashes, causan los choques de autos, pero yo no soy una estrella”. En “Dark But Just A Game”, pasa de la atmósfera inquietante del trip-hop a la música folk, contando la historia de una fiesta en la casa del gerente de Madonna.
Lana, en lugar de entregar quejas sobre el privilegio de ser rico y exitoso, realiza una serie de observaciones agudas sobre ser una celebridad y la gran sed de la sociedad por saber todo sobre sus ídolos.
En la penúltima pista, “Dance Til We Die”, Lana canta: “Estoy haciendo un cover de Joni y estoy bailando con Joan, Stevie está llamando por teléfono”. Esto es un recordatorio más de su influencias como Joan Baez y Stevie Nicks, lo que abre el debate: ¿Lana está a la par de ellos?
Por otro lado, esta última idea sirve para darle contexto a la última canción. El material termina con una conmovedora versión de “For Free” de Joni Mitchell, tema que fue hecho en colaboración con la cantante y compositora de Arizona, Zella Day, además de Natalie Mering de Weyes Blood.
El ADN en el nuevo disco de Lana Del Rey
Esta entrega sin duda nos ofrece los sentimientos que Lana quiso proyectar en forma de melodías, recordando los primeros años de su carrera. Aquí vemos el resultado de su crecimiento artístico y su evolución como persona, dejando de lado a esa mujer señalada como la dueña del pop contemporáneo. Es un disco donde exhibe la toxicidad de la que se ha rodeado a lo largo de sus años de carrera y, al mismo tiempo, es un desahogo de la fama.
Chemtrails over the Country Club es una apuesta por el minimalismo tanto melódico como lírico, donde predomina el formato lo-fi. Lana se encuentra ahora en una faceta donde no intenta ser pretenciosa y donde solo quiere contarnos una historia y ese es, quizá, el concepto que transpira su nuevo álbum.