Texto: Aarón Cortés
Fotos: Elizabeth Cacho
Luego de los problemas de la cancelación de Ceremonia, algunos artistas tuvieron que abortar la misión al momento de formar parte del segundo intento de que se realizara, ahora en domingo. Claro que no todo fueron malas noticias, aunque sí tuvimos algunas un poco extrañas como el nuevo horario de James Blake, quien ahora se estaría presentando en punto de las 3 de la tarde, y esto era algo que definitivamente teníamos que ver.
Al igual que el público, el músico británico estaba muy sorprendido de volver a pisar un escenario tan temprano para dar su show. Blake se convirtió en un poderoso acto nocturno infalible en algunos de los festivales más importantes del mundo, por lo que podríamos decir que verlo cuando el sol estaba en su punto máximo dejó de ser tan común desde el no tan lejano 2011. Aún así estuvo consciente de que tenía que hacer todo lo posible para refrescarnos con su música seductora.
Tuvimos que correr a toda prisa para alcanzar un buen lugar, pues a pesar de que en un principio dudábamos del número de personas que verían a James Blake en vivo, resultó que al menos un total de 3 mil personas (según nuestros cálculos) ya estaban esperando ansiosos a que pisara el escenario Corona, y la cifra fue incrementando con el paso de las horas, sin importar las futuras quemaduras en nuestros rostros a causa del sol.
En esta ocasión el concierto tuvo una duración de una hora, por lo que sólo algunos temas pudieron ingresar al setlist con elecciones muy especiales de cada disco. Baladas melancólicas acompañadas de piano, ligeros tintes prestados de elementos hip hop, suaves loops de percusiones en los pads que estallaban gustosos en nuestros oídos, y claro que no podía faltar la destructora vibración de los sintetizadores (muy dubstep) para un baile lento, ideal para no dejar caer los ánimos en ningún momento.
Este increíble performance necesitaba de toda nuestra atención, y la gente guardó silencio en cada tema (si no estaban cantando) para prestar atención al gran talento que Blake tiene para ir mezclando su música en vivo, y esas increíbles tonalidades de falsete en su voz (como en “Retrograde”). Otras veces también se podía apreciar un estilo robotizado como efecto en el micrófono, con el que se dio el lujo de dar las gracias. El músico estuvo muy contento de poder realizar su show antes de tomar el siguiente vuelo, pues tenía ciertos compromisos que cumplir. Además de que, al igual que todos los actos del día, se tomó unos momentos para disculparse por todos los problemas y agradecer a los organizadores de Ceremonia por (ahora sí) hacer todo posible.
Mientras cantamos a gusto golpeando una gigante pelota roja, notamos que falta algo de vida en el escenario, y es que este espectáculo auditivo suele estar acompañado por un buen arreglo de iluminación. Tristemente el ambiente no pudo completarse a plena luz del día, y unos cuantos leds en la parte de atrás trataron de hacer todo el trabajo. Esto no quiere decir que las cosas hayan salido mal, pero si tomamos en cuenta que esperamos casi cuatro años para poder volver a ver a James Blake en México, retrocedimos unos cuantos pasos en su carrera para esta presentación.
James Blake nos sometió una vez más a un trance electrónico, donde el más mínimo arreglo era necesario para esta gran experiencia que pasó en un abrir y cerrar de ojos. Una de las cartas más fuertes del festival que fue jugada desde muy temprano y aún así lograron salir victoriosos. Probablemente esta fue la única oportunidad de verlo a mitad del día en nuestro país, pero estamos agradecidos de habernos llevado una grata sorpresa, y saber lo que es estar en un escenario a reventar en punto de las tres de la tarde. Volverá y aunque no sabemos cuánto tiempo tarde en pasar esto (¿otros cuatro años?), ayudó a Ceremonia a levantarse de una fuerte caída, y eso es algo que no se ve todos los días.
Giving up it’s hard to do...