Por A. J. Cárdenas

El 5 de mayo llegué a Buenos Aires, en compañía de mi novia y un amigo, con la intención de conocer “de primera mano” la cultura de un país que desde la adolescencia me sedujo con su futbol apasionado, su historial de movimientos contraculturales y su pegajosa pero profunda música popular. El viaje, se podría decir, lo venía planeando desde los 15 años con algunas visitas previstas, como a la Bombonera de Boca Juniors, la Plaza de Mayo y el estadio Luna Park.

Mi amor por las composiciones del artista de cabello rizado llegó dos años después de su fallecimiento. Así que hace un par de años se agregó una nueva parada obligada para mi primera estancia en “La Ciudad de la Furia”: el panteón donde descansa quien dio voz a uno de los grupos de rock-pop más importantes de América Latina.

La bóveda que guarda las cenizas de Cerati se encuentra al noroeste de la capital federal argentina, en el cementerio de la Chacarita, creado como respuesta a la cólera que a finales del siglo XIX sobrepobló los panteones del país y que actualmente resguarda los restos de otros prominentes artistas como Carlos Gardel, Mercedes Sosa, Luis Sandrini, Alfonsina Storni, Aníbal Troilo, Osvaldo Pugliese, Antonio Berni…

Para llegar, si es que uno se desplaza como viajero y no como turista, basta con pagar un pasaje del Subte -el Metro de Buenos Aires- y tomar la línea ‘B’ hasta la estación Federico Lacroze.

La entrada principal del memorial está formada por columnas de estilo romano labradas en piedra del color de la carne de salmón, un poco más tenue que La Casa Rosada, sede presidencial que ocupa desde el 2015 Mauricio Macri. Al interior, el cementerio que según datos del gobierno de Buenos Aires tiene 95 hectáreas de superficie, es un laberinto de calles difícil de descifrar.

Foto: Alejandro J. Cárdenas

Una caminata por los callejones del cementerio, cuya humedad se acrecentaba por el sol intermitente que acompañó los nueve días de estancia en la ciudad, no bastó para dar con la lápida de Gustavo, por lo que decidimos consultar al personal.

Un trabajador de limpieza del lugar fue quien sin rodeos nos indicó el camino hacia el edificio donde se guardan las cenizas del ex-Soda. Así de simple y directo, tal vez familiarizado con la pregunta. Como si Cerati hubiera sido un mortal más.

“Es la 2912”, dijo otro trabajador al interior del inmueble de triple nivel. “Hay que subir al primer piso, caminar al fondo y luego a la izquierda”, completó en el ‘lobby’ de un sitio que bien podría pasar como una oficina gubernamental.

Las criptas donde descansa el autor de Sulkytienen un aspecto lúgubre. Pasillos profundos, adornados por flores vivas y marchitas, colocadas en las tapas de mármol de los cajones. Ahí se almacenan cientos de restos inhumados que dan forma a la osamenta del edificio.

Foto: Alejandro J. Cárdenas

Los restos mortales fueron puestos junto a los de su padre, quien murió en 1992 víctima de cáncer, y a quien le dedicó la canción “Té para tres” del álbum Canción Animal. Una plaquita metálica con el número “2912” y otra con las leyendas “Gustavo Adrián Cerati”, nombre completo del artista; “Gus”, como lo llamaban en su familia desde pequeño.

Su fecha de nacimiento “11/8/1959”, y el día de su defunción “4/9/2014” completan los datos que identifican el cajón del antiguo frontmande Soda Stereo. Sin embargo, el infinito labrado en la placa junto al día de su muerte nos recordó que su música lo volvió eterno.

Gustavo Cerati murió a los 55 años el 4 de septiembre de 2014. En una entrevista para “Televisión Pública”, la mamá de ‘Gus’, Lilian Clarke contó recientemente que, hacia los últimos días de vida de su hijo, las enfermeras que lo atendían se quedaron sin lugar donde poner la jeringa, como evidencia de las condiciones finales de salud del artista.

Foto: Alejandro J. Cárdenas

En Argentina, la noticia causó dolor en millones de seguidores. La entonces presidenta, Cristina Fernández, declaró un periodo de dos días de duelo nacional por la pérdida del artista que recibió 35 premios Gardel -el equivalente a los Oscar de la música argentina-, 23 Grammy Latino y que es considerado como el artista de las décadas del 2000 y del 2010 en su país.

Durante la hora y media que duró la visita al recinto donde descansa el músico bonaerense, supimos que el deseo familiar para el descanso de Gustavo fue dejarlo en un sitio discreto. Sin la parafernalia que lo rodeó durante su trayectoria, cuando tocaba en teatros como artista solitario o cuando recorría Latinoamérica llenando estadios junto a Charly Alberti y Zeta Bosio.

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