Nuestro aprecio a la música de los originarios de Seattle viene de muchos lados. Hablamos de la última banda grunge de la generación dorada de los noventas que sigue en pie, fundadores pero también visionarios y transgresores de su propio género, por supuesto nos referimos a Pearl Jam. Nos han regalado de todo, discos digeribles con riffs que se graban en tu cabeza y solos de guitarra que simplemente no se van de tu mente, pero también acercamientos complejos a la psicodelia, efectos y mucho espacio por momentos.
Eddie Vedder y compañía lanzaron hace 29 años el trancazo que fue Ten, y desde ahí, le han seguido 27 discos más en vivo, épicas presentaciones en vivo y la rareza que es no haberse separado o decidido acabar todo en estas casi tres décadas.
Gigaton es su álbum más esperado. Miles de comentarios en Reddit por siete años, declaraciones dispersas de los miembros y dos discos en vivo tuvieron que pasar para tener frente a nosotros 12 tracks nuevos. Es como abrir un regalo de Santa Claus con el miedo de que, después de todo este tiempo, no tengas lo que esperabas. Pero Pearl Jam entrega un trabajo para fans indelebles, que empieza con esto:
El onceavo esfuerzo de estudio, producido por su colaborador cercano Josh Evans, no tiene por qué variar del legado de PJ, y en voz de Eddie Vedder, un rockero de 55 años, se mantienen como una banda que quiere y puede transmitir mensajes como si no transcurrieran los años sobre ellos. Fácilmente los vemos aferrados al escenario por más de una década.
Puentes bien trabajados y nuevas texturas en sintetizadores se reúnen con solos veloces y disonantes de Mike McCready, el primero en “Superblood Wolfmoon”. Después de casi treinta años, los pioneros del grunge no han perdido el elemento consistente en creerse su propia locura, los mundos y personajes creados por ellos mismos.
Sin miedo a entrarle a partes completamente sintéticas, sacrificando las clásicas liras distorsionadas de líderes, suena distinto a lo que nos acostumbraron, pero funciona con una voz de Vedder que por momentos suena al borde de la manía.
No teman fans de hueso colorado, que los adolescentes enojados que en los noventas explotaron la denuncia social siguen ahí. Impresiona la fuerza con la que abren rolas como “Quick Escape” y “Never Destination”, tremendos motores del disco. Chequen nomás esta e imaginen en vivo la explosión:
Los dos discos más recientes nos daban también tracks melancólicos sobre la fugacidad de la vida y la voz que envejece de Vedder le echaba limón a la herida, con algún giro agradable al final. Ahora, esa función la muestran por ejemplo en “Buckle Up”, con el mensaje sincero de no estar exento de errores, ante una base de esperanza ante tiempos adversos.
El último aliento de grunge acelerado viene en “Take The Long Way”, que muestra hasta el momento un álbum bastante rápido y sin mayores pausas. Lamentablemente, parece que el combustible les alcanzo nomás para llegar a esta rola distorsionada, y con otro solo magistral de McCready:
Si al principio Gigaton te emociona con algunas nuevas sorpresas de una banda veterana, caen en canciones acústicas que lo hacen ver como un espejismo. Esperábamos un viaje tal vez de aciertos y errores, pero los últimos temas caen en zonas ya comunes para Vedder y compañía. El ejemplo más claro es la cerradora, “River Cross”.
Nos gusta que PJ ve al pasado y se preocupa por su futuro. La honestidad con la que Vedder plantea sus miedos y preguntas funciona a la perfección, pero parece que se extiende sin final alguno. Los siete años de espera pagan a los fans, pero no es un disco para entrarle por primera vez a un grupo que ha hecho discos emocionantes de principio a fin.
Tracklist
1. “Who Ever Said”
2. “Superblood Wolfmoon”
3. “Dance of the Clairvoyants”
4. “Quick Escape”
5. “Alright”
6. “Seven O’Clock”
7. “Never Destination”
8. “Take The Long Way”
9. “Buckle Up”
10. “Come Then Goes”
11. “Retrograde”
12. “River Cross”