Si hablamos de guitarristas icónicos, nos pasaríamos todo el día aquí, hablando de los solos y riffs que verdaderas leyendas han creado a lo largo de la historia. Pero en esta ocasión, queremos enfocarnos en un músico que rompió esquemas por completo desde que saltó a la fama en los 70, el gran Eddie Van Halen, quien además de tener un sonido bastante peculiar que lo identificaba del resto de los demás, y por supuesto que su instrumento no era la excepción.
Eddie siempre fue un perfeccionista, quería que las cosas salieran tal cual para él eran correctas. Esto también lo llevó al equipo que usaba para grabar y tocar en vivo con Van Halen, es por eso que desde sus inicios buscaba tener lo mejor de lo mejor que los lauderos más famosos podían ofrecer, sin embargo, era imposible hacer una guitarra que tuviera características de marcas como Fender, Gibson y más en una sola, pero lejos de desanimarlo, lo llevó a iniciar un proyecto importante.
Eddie Van Halen busca la guitarra de sus sueños
Resulta que en sus primeros años con la banda, Eddie tuvo la idea de crear su propia guitarra, algo muy ambicioso para un músico que todavía no tenía los reflectores de la industria. Es por eso que con 130 dólares convenció al luthier Wayne Charvel que le vendiera un cuerpo y un brazo para construir el instrumento que deseaba, le salió muy barato porque al parecer, eran partes que salieron defectuosas y pensaban desecharlas.
Afortunadamente, Eddie Van Halen salió al rescate de ellas y se fue a su casa con la misión de construir la guitarra de sus sueños. Pero el proceso no fue fácil, pues las habilidades que tenía como músico no eran proporcionales a las de laudero, y aunque tardó meses en terminarlo al final logró lo que quería, un instrumento que lo diferenciara de los demás y sobre todo, que tuviera el sonido que él tanto buscaba. A su creación la llamó Frakenstrat –porque tiene el cuerpo similar a una Fender Stratocaster– y eso es exactamente lo que es, un híbrido de liras.
¿Por qué es tan peculiar este instrumento?
La electrónica de esta guitarra llama la atención por que es muy original. Eddie Van Halen combinó una pastilla PAF de su antigua Gibson ES-335 con la pastilla simple del mástil como la de una Stratocaster, todo ello conectado al cuerpo de la guitarra. Pero la pastilla simple del mástil acabó siendo de decoración, pues nunca la pudo conectar. Esto quiere decir que en su intento de tener el sonido de ambas marcas, lo que consiguió fue tener algo nuevo.
Le instaló un Floyd Rose, después de probar con un puente Fender del 58, y en el lugar en que debiera encajar la palanca de vibrato, a Eddie se le ocurrió atornillar una moneda de 25 centavos con la cara de George Washington, lo cual nunca explicó. La guitarra, originalmente, fue pintada de negro, al que Van Halen le añadió unas tiras; sí, el acabado original de la guitarra fue el negro con rayas blancas. Más tarde, en la grabación de lo que sería el Van Halen II, Eddie retocó su instrumento y bautizó al acabado como ‘Bumble Bee’, por el tono amarillo y negro que lo hacía lucir como una abeja.
Esta lira tuvo un par de transformaciones
Debido a los escasos conocimientos en eléctrica que tenía Eddie, decidió deshacerse de los dos controles de tono para cubrir ese espacio con un trozo de disco de vinilo (sí, así como lo leen) que usó de golpeador para evitar que el acabado de su guitarra terminara arruinándose. Van Halen también tuvo la extraña idea de pegar en la parte posterior del cuerpo las luces intermitentes de un camión de desagüe, que de repente encendía en los shows.
Para 1979, Eddie Van Halen decide renovar una vez más, el look de esta guitarra basándose en el color rojo de las bicicletas de la marca Schwinn, las cuales eran muy populares en aquella época. La repintó completamente y le puso mucha más cinta de lo que tenía la lira original, dándole el acabado por todos conocido, el tradicional rojo con blanco con esas locas líneas que nadie más pudo haber pintado a mano alzada.
La Frankenstrat le dio muchos dolores de cabeza a Eddie
Era muy usual que durante las actuaciones, Eddie se quejara de algún cable que no estaba en su lugar o de trozos de vinilo que se desprendían de la guitarra. El instrumento en sí, era un auténtico destrozo, una lira hecha de pedazos de prácticamente todas las cosas que se encontró. Pero en 1983, la marca Kramer decidió patrocinarlo y así, su invento llegó a las manos de verdaderos expertos que sí sabían lo que hacían.
Esta empresa se encargó de hacer una réplica fiel de la guitarra de Eddie, con materiales de lujo y bajo las especificaciones técnicas que él mismo pidió. Con el paso de los años, otras marcas también crearon sus versiones de este instrumento, como Peavey, Charvel, Musicman y hasta Fender –con quienes se alió para crear su propia marca, EVH Guitars–, y la última vez que utilizó la Frankenstrat fue durante las grabaciones del famoso disco For Unlawful Carnal Knowledge de 1991.
Eddie Van Halen se inmortalizó en gran parte por esta guitarra
Como dato curioso, cuando murió el gran Dimebag Darrell, Eddie le regaló a la familia del fallecido músico la guitarra perfecta para él, pero al enterarse de lo que sucedió –y sabiendo que el guitarrista de Pantera era su fan– decidió donarla diciendo “es lo mejor que puedo entregarle a Dime, la mejor guitarra que me han construido, la tocará en los cielos junto a Hendrix y Stevie Ray Vaughan”.
Después de todo este enorme recorrido buscando la guitarra de sus sueños, logró tener un instrumento diferente para un músico peculiar como él. Con pedazos de otras liras y objetos de uso común, armó un Frakenstein enorme, pero sobre todo nos dejó muy clara una cosa, quien tenga la habilidad de tocar las seis cuerdas de manera magistral puede hacer que un pedazo de madera cualquiera suene como los mismísimos dioses del rock, y eso solo lo consiguió el enorme Eddie Van Halen.