Texto: José Antonio Martínez / @Beatleradio

Esta es un historia de amor. No podía ser de otra manera si vamos hablar de Paul McCartney. En el universo Beatle, siempre ha sido fácil estereotipar las canciones que producían John Lennon, George Harrison y Ringo Starr.

John era el “rockero” crudo, Harrison el místico y espiritual ¿Y Ringo?… Pues es el buena onda y la base sobre la cual simplemente se sostenía todo. En el caso de McCartney, es siempre con el amor y la cursilería (no es queja) como se etiqueta su obra, y Flaming Pie, no es la excepción.

Pero es mucho más que eso. Es un disco que replica una dinámica de trabajo que no hacía, como él mismo explicará, desde los Beatles: rodearse de amigos (en este caso muy pocos y caben en una sola mano) que conocen tu alma y que sobre todo, son lo que en México diríamos “bien hechos”. El resultado es algo casero, algo que se escucha y siente cálido.   

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Lo que van a leer a continuación, es la historia oficial de un disco contada por un hombre de 78 años que no tiene que demostrar nada a nadie porque lo ha dado todo. Contrario a Lennon, quien desnudaba (literal) su alma con canciones sin filtros, McCartney siempre se ha inclinado por construir una fantasía alrededor de su verdadero yo y lo reafirma en esta entrevista.

Personajes como Eleanor Rigby, Michelle, Lady Madonna o Jenny Wren han surgido de una mente que a veces es difícil descifrar. Con Flaming Pie tenemos una excepción. Con sólo prestar un poco de atención, podremos ver y escuchar a partir de hoy a un hombre que es consciente de lo que entonces se le venía: la próxima muerte de su esposa y compañera por más de 30 años, Linda Eastman. 

Flaming Pie es el momento previo a una de las más grandes tragedias de su vida. Así como en 1966 Pet Sounds de los Beach Boys detonó en su mente la invención de un Sargento llamado Pimienta, el cáncer que atacó a Linda desde 1995 (y en plena reunión de los Beatles), empujó a McCartney a crear una de las colecciones de canciones más importantes de toda su carrera. 

Paul McCartney y Linda Eastman (1941 – 1998) el 12 de marzo de 1969. / Getty images

El britpop… y Paul McCartney por encima de todo

En 1997 el mundo estaba fascinado con el britpop. Blur, Oasis y las Spice Girls ganaban los titulares con un gran despliegue de talento y canciones memorables. Radiohead publicaba lo que probablemente es el disco más importante de la década, y unos robots franceses llamados Daft Punk entraban en la escena musical mundial.

En este contexto fue lanzado Flaming Pie. Los reflectores no podían estar de su lado ante tanta calidad joven y una explosión cultural de la que hoy también seguimos hablando.

Flaming Pie no fue promovido con sus estándares acostumbrados porque su atención estaba en esa batalla junto Linda. No hubo conciertos ni presentaciones en televisión para promoverlo. McCartney se encerró para estar con su esposa y construir este álbum.  Paradójicamente, ese mismo año uno de los más altos honores que otorga el Reino Unido llegó desde las manos de la Reina Elizabeth II: una condecoración que lo elevaba al rango de Sir y una ceremonia donde la gran ausente desde luego fue Linda, entonces ya, muy débil para acompañarlo.

Paul McCartney / Cortesía: Universal Music

Flaming Pie

Flaming Pie difícilmente es mencionado cuando se enlistan los discos clásicos de Paul McCartney porque quizá… es algo más. En el inconsciente colectivo es un disco fantasma que no tuvo ni la fanfarria de su autor, ni el reconocimiento de los críticos musicales. Se convirtió en una obra privada de Paul para Linda que felizmente, conoció todo el mundo y todos (o casi todos) sus amigos estaban invitados: Ringo Starr, George Martin, Jeff Lynne, Steve Miller y Geoff Emerick. 

Acá les dejamos la entrevista de Sir Paul… que más que una entrevista, se trata de una memoria del trabajo de un disco que no sólo recupera situaciones de 1997, sino de décadas pasadas en las que están involucradas personas que ya no están, pero que nunca desaparecieron:

¿Cuál es el origen de Flaming Pie y cómo decidiste el título del disco?

Cuando comenzamos como Los Beatles, en Liverpool había un periódico musical local llamado Mersey Beat. A John se le pidió que diera una pequeña explicación de dónde estábamos en ese momento. Hizo esta cosa típica de Lennon y dijo: “Llegó en una visión: un hombre apareció en un pastel en llamas y les dijo, a partir de hoy, ustedes son Beatles con una A“. Y así fue. Esa fue siempre la explicación cuando la gente nos preguntaba el origen de nuestro nombre. 

¡Así que pensé, yo soy el hombre del pastel en llamas! Escribiré una canción sobre eso. Es un poco irónico. El personaje quien es el hombre del pastel en llamas, es genial. Está bastante loco. A cualquiera que se lo he mencionado sólo ríe.

Y hay mucha herencia en ello viniendo de ese artículo de Mersey Beat. John está ahí dentro, así que tuvo mucha resonancia y buenos recuerdos para mí. John y yo solíamos poner un gran valor en los títulos. Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band, Rubber Soul, y la gente nos decía “¿¡Qué!?“. Así que realmente me gustó esta idea de jardín izquierdo de Flaming Pie

 

Portada del ‘Flaming Pie’ de 1997.

¿Estaban los Beatles en tu mente al hacer este disco?

Salí del proyecto de la Antología de los Beatles con ganas de hacer algo de música nueva. La Antología me emocionó, porque me recordaba los estándares de The Beatles y el estándar de las canciones. Fue un buen curso de actualización y me dio un referencia para este álbum.

Arrojó todos estos recuerdos en los que no había tenido ninguna razón para pensar durante mucho tiempo. Todos los recuerdos de los Beatles. Fue un período muy alegre para mí el estar con Ringo y George y platicar sobre todas las cosas que habíamos hecho.

Particularmente con George, que estuvo desde hace mucho tiempo conmigo. Recordé todos nuestros viejos chistes, nuestras viejas canciones. Las cosas pequeñas. Incluso antes de The Beatles. Cuando era mi amiguito al que me metí en la banda. Al final de ese proyecto, pude ver más fácilmente a dónde podría ir a continuación. 

George Martin. / Foto: Getty Images

¿Cómo supiste por dónde empezar?

Una de las cosas que siempre solía hacer con los Beatles era tocar nuestro último álbum, antes de entrar en el próximo. Así que yo ponía, digamos, el Rubber Soul de principio a fin. Lo trataba de ver como un fan y buscaba darme cuenta, “Hasta ahí hemos llegado”. Ahí estaba la barrera. Ahora, tratemos de saltarla.

Así que Flaming Pie tenía un poco de eso. Tenía bastante sabor Beatle. Siempre hay ecos. No puedes evitarlo. Cuando escribes, eres tú. Y cuando acabas de reevaluar el trabajo de tu vida tienes una idea siempre hacia dónde debes ir.  

¿Cómo describirías el proceso de composición de Flaming Pie?

 Las canciones pueden venir de cualquier lugar. A veces llevaba a Linda a una de sus tareas de cocina, y en un día en particular, la había llevado a una sesión de fotos en una granja en Kent. Me mantuve fuera, subí las escaleras e inventé una pequeña fantasía para mí con el fin de detonar el reto y escribir una canción.

Sabía que Linda estaría unas dos horas haciendo la sesión fotográfica, así que me puse ese límite para escribir una canción. Y en “Somedays” eso fue todo. Escribí toda la canción en ese tiempo. Normalmente, podrías relajarte y pensar que lo podrías terminar la semana que viene.

Pero pensé que la tendría lista para que cuando Linda hubiese terminado la sesión y dijera, “¿Qué hiciste?, ¿te aburriste?” Y yo contestara, “Escribí esta canción, ¿quieres escucharla?“. Es sólo un pequeño juego que a veces juego conmigo mismo. John y yo solíamos jugarlo y no creo que nos haya llevado más de tres horas escribir una canción.

En el disco, tú mismo tocas una gran cantidad de las instrumentos… ¿Cómo ordenas este tipo de sesiones?

Realmente no pienso demasiado en eso. Lo bueno es que siempre tengo la opción. Es decir, el escenario extremo es tener que hacerlo todo. Y hay canciones en Flaming Pie donde hago eso.

En “Somedays” toqué y grabé todo por mí mismo, de la misma manera que en el álbum McCartney. Pero cuando estaba trabajando en la versión final, pensé que tal vez podría usar un pequeño arreglo, así que llamé a George Martin. ¿Quién mejor que él para hacerlo?

¿Qué diferencias notas cuando tú lo haces todo?, ¿hay alguna particularidad o sonido que busques?

No tengo una fórmula de cómo hacer un disco. Y es un lujo no tener una fórmula. Pero siempre hay algún tipo de gatillo que me envía en una dirección particular.

Podría estar escuchando la espontaneidad de las cosas de los viejos Beatles, o podría estar escuchando uno de mis discos. O incluso podría estar escuchando un poco de Stevie Wonder, él mismo graba muchos de sus discos.

Pero, por ejemplo, cuando hice lo que resultó ser Chaos and Creation In The Backyard con Nigel Godrich, él dijo, “¿Podemos hacerlo sin tu banda?“. Así que ese fue el razonamiento detrás de ello. Siempre hay algún tipo de detonante, que me hace pensar “Se me antoja un poco de eso“. Y yo diría que para el álbum Flaming Pie, el detonante fue probablemente Jeff Lynne.

Paul McCartney y Jeff Lynne. / Foto: Universal Music

¿Cómo surgió trabajar con Jeff Lynne?

Sabía que hacía buenos discos. Habíamos hecho Free As A Bird juntos como parte de la Antología de los Beatles, y disfruté trabajar en eso con Jeff. Es muy bueno en armonías y es muy preciso con su producción. No tiene demasiados bordes ásperos. Es su estilo.

Es un tipo divertido y compartimos una escuela de pensamiento similar. A pesar del éxito de The Beatles, ninguno de nosotros podía leer o escribir una nota de música. Y con Jeff era lo mismo. Con toda razón dijo, “Todos lo inventamos todo, ¿no?“. Y sí. Esa es nuestra habilidad. Lo inventamos.

Por ejemplo, algo como “Here Comes The Sun” tiene firmas de tiempo bastante complicadas, pero no pudimos nombrar las firmas de tiempo. No nos interesaba eso. Sólo lo absorbíamos, lo sabíamos y luego lo tocamos. Y es por eso que Jeff dijo, “Lo inventamos todo, ¿no?“.

Ese tipo de persona es muy buena para trabajar. Tenemos una formación muy similar. Obviamente, trabajamos como locos. Ponemos nuestras 10 mil horas y eso es el equivalente a ir a la Escuela de Música de Berkeley.

También trabajaste con Steve Miller, ¿cómo surgió eso?

Conocí a Steve hace tiempo. Nos conocimos hacia el final de los días de The Beatles. Estaba en una sesión de los Beatles en Los Olympic Studios de Londres que había terminado en un gran escándalo, y yo estaba en el estudio después de que todos los demás se habían ido.

Steve se asomó y pidió prestado el estéreo. Hablamos y decidimos hacer algo juntos, así que me uní en la batería, furiosamente, en una de sus canciones “My Dark Hour”. Yo sólo quería tocar los tambores y fue genial porque esto me ayudó a dejar salir toda esa frustración, en el Tom Tom.

Así lo conocí. Trabajando juntos en los años sesenta. Años más tarde lo llamé y le dije, “Tengo un par de canciones, ¿quieres que grabemos juntos?“. Él me dijo, “Ven a mi estudio“. Fue genial, fuimos a su casa en Sun Valley, Idaho. Y me encanta la música de Steve. Es un gran cantante, guitarrista y compositor, así que pensé que sería bueno volver a trabajar con él.

Steve Miller en Londres en 1976. / Foto: Getty Images

¿Qué recuerdas acerca de estar en Idaho?

Fue muy hermoso. El clima era genial, la nieve era blanca y el cielo era azul. Una hermosa casa, y por supuesto su estudio está muy bonito y moderno. Recuerdo tocar el piano en su sala de estar. Un buen Steinway. A menudo me sentaba allí y tocaba interminablemente. Me sentí muy cómodo.

Y recuerdo que Steve dijo, “Wow, Paul eres un buen pianista” y pensé, “Oops, él estaba escuchando“. Y eso es agradable porque cuando improvisas en el piano, lo que me gusta hacer, es un proceso. Es encantador. Es como respirar. Puedes ir a cualquier parte del piano, no te importa.

 

¿En qué pistas te centraste trabajando con él?

Trabajamos en “Young Boy” durante tres días en su casa y fue divertido, no sudamos. Ese fue el espíritu de hacer este álbum. Les dije a todos los involucrados que no debían preocuparse. No habría que despertarse a las tres de la mañana. Teníamos que divertirnos. 

Young Boy” es muy sencilla. Es sólo una canción directa del hombro y fue escrita contra reloj. La escribí en Long Island en el tiempo que le tomó a Linda cocinar el almuerzo (sopa de verduras, cazuela de berenjena y pastel de manzana) con Pierre Franey para un artículo en The New York Times.

 ¿Qué aportó Steve a las sesiones?

Es un muy buen músico. Él apreciaba lo que estaba haciendo y con eso fue capaz de medir lo que era bueno. Respeto su opinión. Diría, “Esa es una buena canción” o “Estas canciones son mejores que las otras, espera hasta que tengas otras de esta calidad y tendrás un álbum increíble“. Pero yo estaba muy impaciente. ¡Dije “Qué sabe él“!

Y tocar la guitarra. Sé que si yo hubiera querido que todo fuera acústico, él y yo podríamos haberlo hecho fácilmente, y hubiera salido bien. Cosas así, cosas prácticas. Es un buen tipo para pasar el tiempo, y es super talentoso.

Hay muchas guitarras en este álbum, ¿cómo abordaste eso?

 En realidad, hay un poco más de mi guitarra más pesada en este álbum. “The World Tonight”, por ejemplo, tiene un riff de guitarra un poco más duro. Cuando Linda y yo nos conocimos, ella decía: “No sabía que tocabas la guitarra pesada así. Me encanta“.

Siempre he hecho un poco eso pero, haciéndolo para ti mismo, no te das cuenta de que a la gente le gusta. Así que cuando llegué a este álbum, Linda dijo, “Toca la guitarra, no sólo consigas que alguien la toque“. Es un poco ingenuo mi estilo de guitarra. No es increíblemente técnico. Es un poco como Neil Young. Siento cierta afinidad con Neil. Sé que nos gustan cosas similares.

 ¿Qué te hizo involucrar a Ringo?

Llevaba años diciéndole a Ringo que sería genial hacer algo, porque nunca habíamos creado y compuesto algo fuera de The Beatles. Una noche Jeff sugirió, “¿Por qué no pones a Ringo?“, y yo dije, “¡Bien!“.  Simplemente sucedió.

Tenía esta canción “Beautiful Night” que había escrito hace bastantes años. Siempre me había gustado, pero sentí que no tenía la versión correcta. Así que saqué esta canción para cuando Ringo iba a entrar, y de inmediato fue como en los viejos tiempos. Me di cuenta de que no habíamos hecho esto por mucho tiempo, pero fue muy cómodo y la magia todavía estaba allí.

Hicimos “Beautiful Night” y pegamos un poco rápido un final que no estaba allí antes. Cuando salíamos del estudio a la sala de control, Ringo estaba haciendo como la imitación de un portero… “Muy bien, entonces, en su camino...”, si escuchas atentamente puedes oír que lo dejamos en la pista.

The Beatles con George Martin. / Getty Images

Nos dimos cuenta que “Beautiful Night” no fue suficiente y al menos yo me había divertido demasiado, y no quería que se detuviera. Así que como Ringo estaba allí, tocando muy bien y ambos teniendo un muy buen sonido, dije ¿Por qué no hacemos un poco de improvisación o algo así?“. 

Así que agarré mi bajo Hofner, él empezó con la batería y Jeff Lynne entró en la guitarra. Los tres conseguimos un poco de R&B. Y luego tuve el peor sueño que puede tener un actor, que es (estar en el escenario y no saber en qué obra estás). Cuando haces una improvisación como esa y cantas, es exactamente ese sueño.

Puedes ir a cualquier parte, puedes cantar cualquier cosa. Pero realmente tienes que despejar tu mente, olvidar todo –al mismo tiempo que tocar el bajo– y dejar que tu cabeza vaya a algún lugar místico. Sólo que totalmente a voluntad. De cualquier manera, cuando lo hicimos, se lo reproduje a Ringo y me dijo: “Es implacable“. Eso fue “Really Love You”.

 Tú tocaste la mayor parte de la batería en el disco, ¿qué aportó Ringo?

Magia. Sentarse con Ringo siempre es una gran cosa. Siempre vale la pena. Es divertido. En 2019, cuando terminé de hacer una gira en Los Ángeles, Ringo se subió al escenario y estábamos haciendo “Helter Skelter” juntos. Él está tocando la batería y yo canto frente a frente porque estaba en el micrófono.

Pero cuando no estaba en el micrófono, en cuanto el solo se rompe, realmente me di la vuelta y tuve que ver a este tipo tamborilero. Y pensé, “Dios mío, conoces todos los recuerdos de esta brecha de diez yardas aquí, él en la batería y yo en el bajo, la vida está pasando aquí”.

Es una especie de magia. Él y yo en estos días nos ponemos muy emocionados por ello, porque deberíamos. Deberíamos hacerlo. Es algo muy emotivo, los años. Así nada más.

 ¿Es justo decir que adoptas un enfoque ambiguo al escribir canciones sobre algo emocional que está sucediendo en la vida real?

Es cierto. Incluso si estoy escribiendo algo muy específico, le pongo un velo. Así es a mi manera y cómo me he desarrollado como compositor. Si quiero escribir sobre la soledad, será “Eleanor Rigby” quien lleve la lata. Con “Little Willow” estuve muy afectado por la muerte de Maureen Starkey (exesposa de Ringo Starr) y recuerdo haber entrado en una habitación y poner esos sentimientos en la canción. La fragilidad de la vida está en esa canción.

Pero no se llamaba Maureen, si entiendes lo que estoy diciendo. Se llamaba “Little Willow”. Siempre prefiero conjurar alguna historia o cuento, o un poco de imaginación alrededor de algo. Porque entonces puedo sacar mis emociones, pero no de forma tan cruda. Eso lo hace un poco más disponible para la gente creo, si lo llamas “Little Willow”. Todos tenemos un pequeño sauce, la gente puede relacionarse con él.

Calico Skies” es otra de este álbum con la que la gente se relacionó. Y eso me gusta, escribo mucho con la gente en mente, pero a veces hay un evento verdadero que realmente me hará responder con una canción. Y eso siempre es algo bueno. Hace que todo se sienta un poco más real. Verdaderamente estás exhibiendo tu emoción.

 ¿”Calico Skies” provienen de un lugar similar de inspiración a “Blackbird”?

Quería escribir algo acústico en la vena de “Blackbird”, algo simple que se sostendría por sí solo y a la que no tendrías que poner batería o un arreglo, y si alguien decía “Danos una canción“, simplemente podrías hacerlo.

Estábamos en Estados Unidos y acababan de sufrir por un gran huracán, Bob creo. Había derribado toda la energía así que no había luz, todo estaba iluminado por velas, cocinar tenía que hacerse en una fogata de leña. Y nos gusta toda esa simplicidad forzada. Es muy primitiva.

Así que tuvimos unos días de eso y como no podía tocar ningún disco, pasé mucho tiempo en mi guitarra acústica, inventando pedacitos y piezas y “Calico Skies” fue una de ellas. Es sólo una pequeña canción para tocar a la gente cuando estás sentado a la luz de las velas, impotente después de un huracán. Es una pequeña memoria primitiva.

 ¿Cuáles son tus canciones favoritas en Flaming Pie?

“Souvenir” es una de mis favoritas. Me hubiera encantado como sencillo, pero sabía que nadie en la tierra lo habría elegido como sencillo.

Estaba de vacaciones en Jamaica una tarde perezosa cuando escribí esto. Estaba pensando en Wilson Pickett. R&B real. Me gusta la sensación, unas vacaciones muy perezosas. Cuando estaba haciendo un demo, el teléfono se fue en medio de la grabación. Lo ignoré.

¡Entonces, comenzó a caer un gran aguacero tropical en medio de la grabación! Así que me encantó el demo y casi lo usé en el álbum, porque tenía atmósfera, que se podía escuchar lo que estaba pasando.

Trabajando con Jeff tomamos ese demo como una pista de guía y la reemplazamos exactamente, frase por frase, simplemente poniendo mejores grabaciones más altas sobre ella. No recreamos el relámpago, pero nos aseguramos de que fuera al menos así de buena y tuvo ese sabor del demo original.


* La cámara empieza a rodar y el show comienza. Paul McCartney nos invita a su estudio a verlo jugar y sonreír. Orgulloso, muestra el melotrón con el cual se grabó Strawberry Fields Forever, los metales que utilizó para Penny Lane y el bajo original que solía tocar Bill Black en las canciones de Elvis Presley. 

Divaga solo en el bosque y decide hacer una fogata. 

Linda McCartney se sienta junto a él. 

Lo observa con una mirada triste.

Él solo canta…

I’ll hold you for as long as you like

I’ll love you for the rest of my

For the rest of my life…


 

  • Paul McCartney in the World Tonight.

 

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