Era el año de 1969 cuando un joven mexicano llamado Carlos Santana hacía su debut en Woodstock, uno de los festivales más emblemáticos en la historia de la música. Si bien Santana ya llevaba un buen rato en la industria musical, su presentación en este evento marcó un antes y un después en su carrera como músico, llevándolo a ser considerado uno de los 100 mejores guitarristas de todos los tiempos según la revista Rolling Stone.
Carlos Santana era originario de Jalisco, México. Su padre, que trabajaba como mariachi, le enseñó a tocar el violín a los 5, sin embargo a los 8 años se dio cuenta que su verdadera pasión era tocar la guitarra. En 1995 él y su familia se mudaron a Tijuana, Baja California, y allá se involucró más con los ritmos de otros músicos como B. B. King, T-Bone Walker y John Lee Hooker, esto con la ayuda de Javier Bátiz, precusor del rock en México. Al cumplir los 14 se mudó nuevamente, ahora a San Francisco, lugar que vio nacer el movimiento hippie en esa época y en la cual Carlos Santana se involucró completamente.
Allá por 1966, con el idioma inglés aprendido y ganas de seguir tocando, Carlos Santana pasó a formar parte del grupo Santana Blues Band, con quienes grabó su primer disco en mayo de 1969. Tres meses después, la agrupación fue una de las sorpresas en el Festival de Woodstock, que se realizó en Bethel, Sullivan County, estado de Nueva York, del 15 al 18 de agosto de ese mismo año, y donde compartieron escenario con otras bandas y artistas destacados en la época como The Who, Janis Joplin y Jimi Hendrix.
Con sólo un disco publicado tres meses antes, Santana logró cautivar a casi 500 mil personas que asistieron al festival, y todo gracias a las grandiosas interpretaciones que el guitarrista hizo de canciones como “Waiting”, “Evil Ways”, “Jingo”, “Perssuasion, entre otras. En una entrevista para Rolling Stone, Santana declaró que antes de interpretar “Soul Sacrifice” y “Fried Neckbones And Some Home Fries”, las últimas canciones de su show en Woodstock, él y la banda se pusieron bajo los efectos de la mescalina, un alucinógeno que los llevó a un estado de psicodelia que transmitieron a través de sus canciones, que de alguna forma encajaron perfectamente con la vibra del festival.
De esa manera el estilo único y la música con raíces latinoamericanas de Carlos Santana logró impresionar al público estadounidense, impulsando la carrera del guitarrista y que lo llevó a colaborar años más tarde con artistas latinos influyentes como Shakira y Juanes, pero también lo llevó a trabajar con grandes talentos internacionales como Michael Jackson, con quien creó la canción “Whatever Happens” en el 2001. Así que el festival Woodstock no sólo cambió al Rock & Roll, también le aseguró a Santana un lugar en la historia de ese género musical y un legado que parece no desaparecer con el paso de los años.