A la mitad del concierto de Bad Bunny en el Estadio Azteca, el cantante puertorriqueño platicó con el público y habló de su última presentación en la Ciudad de México en 2019. Tres años después, en su primera de dos noches en el recinto, mencionó que había mucho más gente que en aquella ocasión. Era evidente.
Su último concierto fue en la Arena, que en comparación con el Azteca en su capacidad, es mucho menor. Sin embargo, para esta fecha, el estadio se veía vacío por partes. ¿Por qué? Faltaron cientos, sino es que miles de fans, quienes se quedaron afuera del recinto en uno de los momentos más frustrantes e incómodos en la industria del entretenimiento en vivo en nuestro país.
Ni siquiera la enorme fiesta que se armó Benito en el estadio, pudo superar la verdadera conversación que giró en torno a uno de los conciertos más esperados del año. Lo cual es triste, frustrante como dijimos, pero sobre todo, una falta de respeto para los espectadores, quienes como consumidores, pagan una buena lana por un servicio que al final (después de meses de espera e incertidumbre), no llega.
También puedes leer: Bad Bunny, Rosalía y Kendrick: Los 20 discos que marcaron este 2022
La gente se quedó afuera
Desde que se anunció el regreso de Bad Bunny a México con el “World’s Hottest Tour”, fue una locura. Las expectativas tras la salida de Un verano sin ti, disco plagado de éxitos internacionales, eran enormes, las cuales se vieron reflejadas en las largas filas virtuales y la conversación en redes con las dos fechas programadas en la capital.
Y eso, dadas las últimas circunstancias en las que se han realizado algunos conciertos y festivales en el país, significaba que habría caos y problemas. Sin tener voz de profeta, las cosas se salieron de control desde la tarde del viernes 9 de diciembre a las afueras del estadio.
Para cuando llegamos entre las 5 y las 6 pm, había una larga fila de personas que al intentar ingresar al recinto con su boleto, fueron rechazados. En redes se denunciaron distintas razones por las cuales les negaron el acceso, pero la realidad sólo fue una: miles de personas afuera sin respuesta, aquellas que llenarían la cancha y cubrirían esos “hoyos” en las gradas.
Esta historia no es nueva, lamentablemente, y en otros eventos musicales, sobre todo, se ha repetido el mismo cuento, cada vez más constante y preocupante, es justo decirlo. Pero creemos que el concierto de Bad Bunny, el cual debía ser una fiesta para todas y todos, fue la gota que derramó el vaso.
Ver un Azteca semi vacío fue extraño, y estamos seguros que si bien las afectaciones directas y severas fueron con los fans que no entraron, también perjudicó la experiencia de algunos espectadores. Ni qué decir del mismo Bad Bunny, quien en una palmera voladora, al recorrer gran parte del recinto mientras interpreta dos de sus rolas más suaves como “Un coco” y “La canción”, se encontró con un enorme espacio vacío.
Ahora bien. Ya dicho esto, y son meras suposiciones, seguro fue una sorpresa doble ver que faltaban tantas personas. Primero, porque ambas fechas fueron sold out; y en segundo, porque los gritos y las canciones coreadas, resonaron en todos lados todo el tiempo. No hubo ni una sola canción que la gente no cantara, bailara o gritara. Si había dudas respecto a la posición de mejores audiencias de México, créanos que este concierto volvió a restaurar nuestra fe.
Bad Bunny en México
Bad Bunny salió aproximadamente a las 10 pm para tocar “Moscow Mule”, seguida del primer invitado de lujo de la noche, el señor Chencho Corleone con “Me porto bonito”, y unas más de Un verano sin ti como “Efecto”, “Party” y “Neverita”.
Los rumores de los invitados estaban un poco volados. Y aunque no fueron los que la gente apuntó en redes, no dejaron de sorprender en un concierto de tres horas en la que Bad Bunny cantó con ellos y ellas sus colaboraciones, pero también permitió que cantaran algunos de sus más grandes éxitos.
Así que entre rolas de su último disco, El último tour del mundo, YHLQSMDLG, Oasis y X100PRE, se escuchó la voz de Sech con “Otro trago” y la de Jowell y Randy con “Siente el boom”. Mora y Jhayco también aparecieron con dos o tres actos cada uno.
Pero el concierto era de Benito, y las canciones que más se celebraron fueron “Tití me preguntó”, “Yo perreo sola”, “Safaera”, “No soy celoso”, y las dos incorporaciones al set del tour: “Andrea” con Buscabulla” y “Ojitos lindos” con Bomba Estéreo.
Un verdadero espectáculo
No es nada fuera de lo común ver que un artista trae una maquinaria al escenario en sus giras. Bad Bunny no fue la excepción, y se armó un set de playa acompañado de bailarines vestidos de colores pastel y un montón de fuegos artificiales que salían, siempre, en el momento preciso.
El puertorriqueño no dejó de interactuar con la audiencia, pero sin robarle tiempo a su show. Lo cual se agradece después de ver a artistas que se comen el tiempo hablando sin consideración de su público. En el caso de Benito, habló varias veces, pero conciso, y celebró con su audiencia mexicana con un par de tragos.
Benito había prometido una fiesta, y eso fue lo que nos dio con más de 30 canciones en unas tres horas cerradas que, como platicamos, exploraron su discografía, la cual tiene decenas de éxitos internacionales que arrancaron en 2016 con “Soy peor”, la cual agradeció de haber tocado con la respuesta del público.
Un concierto lleno de lecciones… para bien y para mal
Ya lo dijimos. Quisiéramos sólo hablar de la enorme experiencia del concierto de Bad Bunny, quien anunció que se tomará una pausa para 2023 (después de seis discos, tres de ellos salidos durante la pandemia). El espacio fue el correcto, las dimensiones del lugar permitieron que Benito jugara con la pirotecnia y el escenario. De eso no hay duda.
Pero hablar de una experiencia que no fue compartida por todos los que deberían, es complicado. No termina con el concierto como tal, pero sí afecta la experiencia del resto de los espectadores. No quedó arruinado per se. La cosa grave está en el origen del problema si todos se deslindan de la responsabilidad.
En redes circulan testimonios de personas que viajaron desde muy lejos, como Estados Unidos, para ver a su artista favorito. Peor independientemente del viaje, está la responsabilidad para con el consumidor. Ojalá no vuelva a suceder. ACÁ la respuesta de Ticketmaster.