Miles de fans remataron su fin de semana de fiestas patrias con un concierto de DLD en el Auditorio Nacional. Ahí, no corrió el alcohol, pero sí la música de una banda que lleva más de 20 años haciendo rock directo y sin complicaciones.
“Yo soy un chavo de onda y me pasa el rock n’ roll”, sonaba en uno de los puestos de afuera del Auditorio, donde se remataba la mercancía (no oficial) del evento. Perfecta musicalización para lo que se veía: gente –en su mayoría fans de los años en los que la banda todavía tenía vocales en su nombre– con toda la actitud para echarse un concierto antes de, al día siguiente, regresar al trabajo. Algo de agradecida debió estar con la poco común hora en la que se marcó el inicio del show: 19:00 horas. Sin grupo abridor y nada que impidiera volver temprano a casa.
DLD tocó por primera vez una de las canciones más pedidas por los fans
Sólo 15 minutos después de lo acordado, Francisco Familiar y compañía salieron a escena para, casi de manera ininterrumpida, tocar por cerca de tres horas. ¿El setlist? Pues con todo lo que los fans esperaban: 27 canciones escogidas de todas las que se pueden escoger de los siete álbumes que la banda del Edomex ha sacado; desde su inicial Dildo (2003), hasta su más reciente, Ocho (2023).
“No nos toca”, “Química y física”, “Un vicio caro…”, “Almas rotas”, fueron algunas, y hasta hubo el estreno en vivo de una de las canciones que, según el vocalista de DLD, siempre había sido solicitada por los fans, pero hasta apenas anoche se decidieron a sacar del repertorio: “Ángel”.
“Lo malo es que no se puede chupar adentro”, decía un tipo cuyos ojos vidriosos indicaban que ya nomás con una “ampolletita” volvía a su perenne estado etílico. Una queja bastante común cada que hay concierto en el Auditorio Nacional… pero más ayer con DLD, una banda cuya música ha servido para rematar pedas épicas de varios. Pero ni modo: el resguardo del bello inmueble está antes que la fiesta de unos cuantos.
¿Faltaron las chelas? Quizás, quizás no. Muchos evidenciaron el precopeo y la carga de las fiestas patrias con el ambiente que se armó… y también muchos dejaron ver que la música de DLD los prende a la primera. Varios con ojitos cerrados en lo que cantaban con harta enjundia canciones como “Pide al tiempo”, “El mapa de tus ojos”, “Todo cuenta” y “Hasta siempre”… y se escucharon muchos “¡no manches!, ésa está bien chida”, pero ya no del chavo con caguama en mano a su compa, sino del señor al hijo al que llevó al concierto.
Nah, no hizo falta ni una chela… bueno, sólo cuando sonó el cover de José José
Ni una sola gota hizo falta. Si no, cómo iban a recordar que, así como algunos de los grupos mexicanos de rock que últimamente se han presentado en el recinto de Reforma para coronar su trayectoria (por ejemplo, Little Jesus y Enjambre), Francisco Familiar, el muy bailador Erik Neville y Édgar Hansen, se desvivieron en hacer evidente lo bien que se la estaban pasando.
En el caso del primero, metiéndose entre el muy emocionado público mientras cantaba “Las cruzadas”… escoltado por toda una fila de guaruras que ni Adele en sus shows. Algo innecesario y eso se vio cuando luego, sin avisar, volvió a dejarse envolver por los fans para interpretar la cerradora “Dixie”.
Sólo hubo un pequeño encore, luego del cual DLD regresó para echar las que todo mundo quería escuchar: “Por siempre”, con su riff inicial que recuerda al intenso y emotivo final de School of rock, “El Accidente”, “Estaré”… y, claro, la que nació siendo un hitazo: “Mi vida”, con la aura de José José haciendo que se sintiera “sed de la mala”. ¿Faltaron las chelas? Ahí, sí (un poquito): lo demás, el rock, ahí estuvo y con eso bastó para toda la noche.