Durante la década de los setenta existió un peculiar artista que logró combinar de manera exitosa la ópera con el rock y el pop. Su carrera la cruzó en el camino de artistas de la talla de Bowie, Man Parrish, John McLaughlin y Madonna para ser recordado como uno de los grandes de la escena rock de los años 70.
Klaus Nomi, de origen alemán, brilló en los escenarios de la ciudad de Nueva York donde, bajo el sello de RCA, grabó varios discos de los que se desprenden éxitos como “Total Eclipse”, “The Cold Song”, “Lightning Strikes”, “Nomi Song” y el favorito de Morrissey, ex vocalista de los Smiths, “Der Nussbaum”, entre muchos otros.
Su peculiar estilo intentaba recordarnos que Nomi era en realidad un alienígena que había venido de una glamorosa galaxia para salvar a la humanidad. Nomi utilizaba su voz de contratenor combinando elementos de sintetizador, guitarras eléctricas y voces para crear un estilo único que se complementaba con una andrógina actitud y una flamboyante indumentaria
En agosto de 1983 Nomi sucumbió al SIDA convirtiéndose en una de las primeras celebridades que murieran por la entonces nueva enfermedad. El legado de su corta e intensa carrera aún vive en su singular estilo musical que nos abrió una ventana a su alma posmodernista libre de ataduras sociales.