“Me voy a vender cocos a la playa. Llegó la hora de descansar y ver hermosos atardeceres”. Con esa frase inició Natalia Lafourcade su concierto de este 21 de junio en el Teatro Metropólitan.
Antes de iniciar, me gustaría decir que esta no será la reseña en donde esperan ver qué canciones tocó durante su concierto -aunque claro podrán verlas hasta el final-, en esta ocasión, preferiría hablar de lo que sucedió anoche en el Teatro.
Actualmente, pese a que Natalia se ha hecho de muchos más seguidores en México y todo el mundo desde que inició, todavía existen algunos que no le perdonan a la cantante el haber pasado de “En el 2000” a abrirse paso en la historia musical latinoamericana. Pero pensemos, ¿qué nosotros no también crecimos?
Pero no hablaremos del debate, eso lo dejaremos a su juicio y gustos, hablaremos del crecimiento de Natalia Lafourcade y cómo abordó su trascendencia en el escenario.
Primero, una mesa. Natalia vestía de rojo y era acompañada por lo Marcorinos, músicos de la mismísima Chavela Vargas. “En esta mesa platiqué con Chavela Vargas”, dijo y también recordó a otros tantos personajes mexicanos que han marcado generaciones tanto por su arte como por su personalidad (María Félix, Frida Kahlo, entre otros).
Para el primer bloque, Natalia interpretó varias de las canciones de las que se apropió en Musas. Fue esa su manera de darle la bienvenida al público y de decirle a su gente que, aún con los cambios, seguía siendo ella. Porque una persona está hecha de pasiones y Lafourcade descubrió en Latinoamérica una de las suyas.
Cerrado el primer acto, regresó la veracruzana vistiendo más cómoda. Era una Natalia guapa, alegre, segura pero sobretodo madura.
Durante el segundo bloque, pudimos escuchar las mejoradas versiones de Hasta la Raíz, un disco que sin duda marcó la carrera de Natalia, pues fue a través de este con el que conocimos un poco sobre su vida “desamorosa”. La escuchamos vulnerable pero también consciente. Era nuestra niña enamorada de Gael García, pero con una sabiduría que muchos quisiéramos ya tener.
La gente lloró, cantó y aplaudió. No había alma en el Teatro Metropólitan que no sintiera cómo se enchinaba su piel cuando de la garganta de la cantante escuchamos un “si de casualidad me ves llorando un poco es porque yo te quiero a ti”.
El tercer bloque fue para Natalia un baúl de recuerdos. Desde “Azul” hasta “Amarte Duele” y desde “Casa” hasta “En el 2000”, todas sus viejas canciones tomadas de nuevo pero tocadas con ese estilo que ahora es tan suyo. Tan lleno de matices que suenan a “canciones viejitas” pero al mismo tiempo se escuchan tan frescas, como si el tiempo no les hubiera pasado por encima.
Fue a partir de ese momento donde los asientos sólo fueron espectadores, porque la gente decidió hacer caso al llamado de Natalia y se paró para bailar junto a ella. Cantarle y gritarle lo mucho que la amaban.
Avanzado el concierto, para el cuarto acto hubo un invitado muy especial, la promesa letrista de México: El David Aguilar, un joven cantante que ahora sabemos que tiene un futuro prometedor, porque si alguien como Natalia pudo ver eso, es inevitable que todos los demás, simples mortales, no notemos su gran talento.
“Recuérdame” en su versión acústica más dulce fue la pieza que compartieron, para luego dejar el Teatro exclusivamente a él. “Eres grande, David”, le gritaron, y una ola de aplausos lo abrazó como nunca.
Continuando con la sesión de bloques, llegó el momento para la quinta parte. Fue aquí donde Natalia se deshizo sobre el escenario, eran sus sones, sus ritmos, eran melodías que ella conocía bien. “Duerme Negrito”, “Soy Lo Prohibido” o “Ya No vivo Por Vivir” fueron puntas de lanza para las ovaciones.
Llegado el acto final, el encore del concierto, Natalia Lafourcade tomó su guitarra y se paró frente a nosotros. Sola, pero al mismo tiempo llena y plena, porque su cara lo decía todo. Ella estaba feliz de al fin terminar una etapa que duró poco más de cuatro años -una gira al parecer agotadora- y darle pausa a una carrera de alrededor de 15.
Un show único y exquisito. Emotivo… simplemente hermoso. Porque serán muchos los que la van a criticar por haber cambiado su rumbo, pero ella misma reconoce que fue una gran decisión, pues fue ese giro el que le abrió las puertas del mundo y ahora el mundo es suyo.
FOTOS: César Vicuña / OCESA
¡Gracias, Lafourcade! ¡Nos vemos pronto!
Por acá el setlist:
“Alma Mía”
“Mexicana”
“Tú Me Acostumbraste”
“Luz de Luna”
“Qué He Sacado Con Quererte”
“Estoy Lista”
“Hasta La Raíz”
“Lo Que Construimos”
“Ya No Te Puedo Querer”
“Nunca Es Suficiente”
“Azul”
“Amor de Mis Amores”
“Elefantes”
“Amarte Duele”
“Casa”
“En El 2000”
“Ella Es Bonita”
“Limosna”
“Mi Lugar Favorito”
“Recuérdame”
“Para Qué Sufrir”
“Duerme Negrito”
“Tus Ojitos”
“Soy Lo Prohibido”
“Danza de Gardenias”
“Mi Tierra Veracruzana”
“Te Vi Pasar”
“Tú Sí Sabes Quererme”
“Ya No Vivo Por Vivir”
“Parte de Mí”
“María Bonita”