Su vida y su carrera siempre ha estado llenas de contrastes; parece que se siente a gusto conviviendo en mundos y situaciones que parecen completamente opuestos. Muchos pensarán que es estadounidense pero nació en Escocia. Es famoso por tener una banda de rock, pero tiene discos de merengue, son cubano y cumbia. Se supone que es músico pero tiene varios libros publicados y es dueño de disqueras. Todo esto y más es el genio llamado David Byrne, que hoy cumple 65 años.

Por todos es conocida su etapa con los Talking Heads, la banda que se convirtió en una de las más importantes de la escena punk de los 70 en Nueva York, así como una de las más innovadoras en la música, lo que los llevó a entrar al Salón de la Fama del Rock & Roll en el 2002. Sin embargo, tras lanzar ocho grandes discos con la banda, Byrne inició con una prolífica carrera solista en donde lo mismo hizo discos, libros y hasta instalaciones de arte; todo relacionado con la música.

David Byrne comenzó a clavarse en la música en toda la extensión de la palabra; investigando y lanzando música con ritmos provenientes de varias latitudes del planeta, como África y Latinoamérica, teorizando sobre ella en libros y colaborando con un montón de artistas, como Selena y Café Tacvba.

En fin, Byrne, que desde pequeño demostró su afinidad con la música –ya que asegura que a los 5 años aprendió a tocar la armónica– le ha entrado a todo lo que tenga que ver con ella con resultados bastante interesantes. Por eso es que hoy, en sus 65 primaveras, queremos presentarles nuestros cinco trabajos favoritos del gran David Byrne. La elección fue difícil, ya que hay un sinnúmero de proyectos de él, así que los invitamos a poner sus favoritos en los comentarios.

Rei Momo (1989)

Se trata del primer disco que oficialmente lanzó como solista fuera de los Talking Heads, una vez que se diera a conocer de forma oficial la separación de la banda. En Rei Momo, Byrne exploró su fascinación por ritmos de música afro-cubana y brasileña como merengue, son cubano, samba, mambo, cumbia, cha-cha-chá y hasta charanga. Nada que ver con lo que hizo con su anterior banda y como dato curioso, en la canción “Loco de amor” canta con la gran Celia Cruz. Un disco bastante bueno que vale bastante la pena escuchar.

The Last Emperor 

Como les dijimos, Byrne ha trabajado con una gran cantidad de músicos, tanto para hacer canciones, como para lanzar su música a través de sus disqueras. Todo Mundo y Luaka Bop. En 1987 se unió al músico japonés Ryuichi Sakamoto para componer el soundtrack de la cinta The Last Emperor, en la que también participa Cong Su y que los llevó a ganarse un premio Oscar y un globo de Oro por Mejor Soundtrack. Ahí nomás.

Cómo funciona la música

Pero Byrne no sólo vive de discos, ya que en el 2012 lanzó su libro Cómo funciona la música en donde discute la forma y la influencia de la música en una narrativa no lineal; utilizando como referencia sus propias experiencias en la industria de la música, para crear un texto que es en parte autobiográfico y también de teoría musical. Un experimento bastante interesante con resultados que nos dejan asombrados.

Brian Eno y St. Vincent

Como les dijimos, Byrne a trabajado con un sinúmero de artistas, pero dentro de todos estos queremos destacar dos discos que grabó y que, la verdad, nos encantan. Nos referimos a My Life in the Bush of Ghosts de 1981 junto a Brian Eno, álbum que grabó mientras aún pertenecía a los Talking Heads y en donde ambos genios utilizan recursos como vocales sampleadas, ritmos africanos y del medio oriente, así como técnicas de la música electrónica. Un disco que muchos consideran de los mejores que se lanzaron en toda la década de los 80.

Y el otro que queremos destacar es Love This Giant, que realizó junto a Annie Clark, AKA St. Vincent, en el 2012. Un disco cuya idea nació de la inquietud de ambos músicos de componer música basada en instrumentos de viento, como trompetas, cornetas, trombones y tubas, con un resultado excelso.

Play the building

Este es probablemente uno de sus proyectos más ambiciosos e interesantes: y es que en 2008, David Byrne y su equipo transformaron un edificio de 99 años de antigüedad que fuera una estación del ferry en Manhattan, Nueva York, en un instrumento musical. Resulta que a la estructura le conectaron electrónicamente un órgano, el cual se podía tocar. Un proyecto al que llamó Playing the Building. Bastante ingenioso y lúdico la verdad. Chequen nomás cómo funciona y ¡feliz cumpleaños David Byrne!

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