Fotos: Stephania Carmona
La relación de Catfish and the Bottlemen con México, siempre ha sido un poco extraña. Aunque la banda comenzó a ganar la atención de propios y extraños desde el 2014 -cuando los medios especializados de música y los festivales en Europa comenzaron a hablar de ellos- tuvieron que transcurrir cinco años para que la agrupación galesa pisara tierras mexicanas, y lo hicieron con un concierto que nos hizo sentir que la espera de una banda a nuestro país había valido la pena.
Minutos antes de las nueve de la noche y sin un acto tesonero que calentara los ánimos de la gente (cosa que cabe mencionar, nunca fue necesaria), un Plaza Condesa repleto pedía la presencia de Van McCann y compañía sobre el escenario al grito de “Catfish, Catifish” y con la euforia de los fans al ver pasar a los ingenieros de audio, quienes afinaban los últimos detalles para lo que sería el primer concierto de Catfish and the Bottlemen en México.
Con un tucán luminoso bebiendo refresco con un popote (la portada de su último disco, The Balance (2019), los integrantes de Catfish and the Bottlemen aparecieron sobre el escenario dando inicio a la velada con “Longshot” y “Kathleen”, entre un público que estaba listo para brincar y gritar hasta donde el cuerpo aguantara, y que estaban acompañados de banderas mexicanas con el nombre de la banda escrito en ellas.
Con tonalidades rojas, azules y verdes que iban de la mano de un juego de luces que se encontraba en la parte de atrás (las cuales iluminaban muy bonito al baterista, Robert Hall), Catfish and the Bottlemen armaron un equilibrado setlist incluyendo lo mejor de sus tres discos de estudio.
Rolas como “Pacifier”, “Twice” “Fallout”, “Conversation” “Anything” y ” Business” provocaron que todos brincara, cantaran y se abrazaran con sus amigos mientras veían a Catfish and the Bottlemen derrochando energía en el escenario. Eso sí, aunque McCann no interactuó con el público mexa como suele hacerlo con otras audiencias, eso no fue impedimento para que los fans mexicanos se entregaran completamente al show que vivimos ayer en El Plaza Condesa.
La mejor parte del concierto vino casi al final, cuando la banca comenzó a interpretar “Sidetrack”, “2all”, “Outside” “Fluctuate” y “7”, esta última brilló por lo buena que sonó en su versión en vivo.
Sin embargo, si una canción logró robarse todo el show esa fue “Cocoon” -corte de su primer disco de estudio The Balcony (2014) y una de las piezas clave del éxito que goza Catfish and the Bottlemen hoy en día- que fue coreada por todos los asistentes de El Plaza, los cuales fueron guiados por McCann en todo momento y que no dejaron de cantar hasta “Tyrants“, la canción que puso fin a la velada.
Son contadas las veces en las que una banda pisa tierras mexicanas por primera vez y tiene una audiencia que conoce todas y cada una de las letras que ha compuesto, y ese fue el caso de Catfish and the Bottlemen, un grupo que tardo muchos años en llegar, pero que no decepcionó a nadie en su primer visita a México, dejando en claro que el dicho “vale la pena esperar” es real.