Dentro de las efemérides de marzo está el que un 29 de marzo de 1986 fue la fecha en que la ex Unión Soviética legalizó la venta de los discos de The Beatles, un acontecimiento verdaderamente histórico teniendo en cuenta la situación política que prohibía el acceso de cualquier publicación occidental o capitalista, y no específicamente en música, también se prohibieron el acceso de libros, cine, transmisiones televisión y de radio, como algunos ejemplos. Sí, seguro han de decir: “ay, sopibecario, si hoy es 30”, pues sí… el año bisiesto nos saca de onda; pero eso no importa, porque no hablaremos de The Beatles exclusivamente, continúen.
¿Se imaginan que sean privados de toda publicación tan sólo por el hecho de que tu gobierno las considere un peligro para la ideología del país?, es verdaderamente escalofriante, ¿no?. Pues de cierta forma sí, la sociedad tuvo que tirar y quemar cualquier cosa que tuviera alguna conexión con los países capitalistas. Un acontecimiento que se vivió desde 1922 a 1991 -con muchos altibajos-, pero la década de los 50 y 60 fueron las más severas, misma época que vio surgir a una juventud alentadora en búsqueda de la libertad.
Como la sociedad era constantemente vigilada realmente las personas evitaban cualquier comentario que estuviera en contra del gobierno para evitar cualquier represalia. Los cafés, los restaurantes, parques, etc. eran constantemente vigilados para evitar que existiera alguna revuelta, pero un pequeño espacio se les fue de las manos, las llamadas “Cocinas Soviéticas” dichas cocinas realmente era un departamento en donde al rededor de 20 personas -sin necesidad de ser familia- tenían que compartir el espacio junto con todos los servicios, algo que a primer impresión podría incomodarnos, pero realmente este fue el único lugar donde todos podían lograr un desahogo y compartir sus opiniones, las cocinas de pronto se convirtieron en centros donde se compartían publicaciones, donde se leía poesía, donde se reproducía la música clandestina; todo acompañado por una esperanza de libertad y un vaso de vodka.
Y es ahí donde nos gustaría clavarnos a detalle, la música. ¿Cómo era contrabandeada? Hay que tener en cuenta que en aquella época el formato más popular era el disco de vinyl, así que piratear un disco de éstos era realmente complicado si no se tenía el equipo -costoso y enorme- necesario, obviamente todo estaba tan vigilado que tenían que optar por medidas más sencillas, rápidas y que se pudieran camuflajear.
Es por ello que el ingenio llegó a optar por formatos nunca antes vistos, desde tarjetas postales hasta en chocolates -éstos más en el auge del cassette, ya que el chocolate sólo permitía escuchar la canción unas cuantas veces, entonces tenía que entrar al país para ser grabados en cassette y así asegurar el registro por más tiempo-. Pero uno de los formatos más conocidos fueron los ‘bone music’ -suponemos que su nombre en Ruso debe ser más complicado-, se trata de discos hechos con radiografías, las cuales eran tomadas de los basureros o almacenes de hospitales, siendo un método bastante económico que permitió venderse rápido dentro del mercado negro.
Podría decirse que este es el surgimiento de los flexi-disc, los cuales se popularizaron en occidente por su fácil producción, siendo hasta regalados en las revistas que se publicaban. Éstos no tenían una calidad óptima como un vinyl pero permitieron compartir la música de manera fácil entre los jóvenes de la época. Así que en aquella época era bastante común encontrar discos con huesos rotos, fracturas y esguinces, en donde escrito a mano y con un agujero hecho con un cigarro se podría escuchar la música prohibida en el momento, desde jazz hasta rock and roll, géneros que eran los más buscados por los jóvenes de la ex Unión Soviética.
El mercado de la música clandestina no duró mucho tiempo, a finales de la época de los 50 los principales distribuidores fueron capturados por las autoridades, y en los 60 jóvenes leninistas hacían patrullas para cazar a los pocos que quedaban, confiscando un gran número de registros, aún así hoy siguen apareciendo un gran número de discos clandestinos por todas partes.
Y no sólo se pirateaba música occidental, de hecho uno de los músicos mayormente compartidos en la música clandestina fue Vladimir Vysotsky, considerado el Bob Dylan de Rusia, y quien justamente criticaba al gobierno considerando a Rusia como el campo de concentración más grande del mundo.
Posteriormente, con la llegada del cassette, la música clandestina fue mucho más fácil de comercializarse y compartirse, pero algo que dejó muy en claro los “bone-music” es que jamás puedes detener la ambición juvenil por explorar el enorme mundo que lo rodea.
T: @hreveh