Billie Eilish es todo un fenómeno. Algunos dirán que es un producto de la mercadotecnia, otros que es una imagen más de lo que ahora es la industria musical (la comercial)… y ahí empezarán las discusiones. Pero los que estuvieron en su presentación en el Corona Capital 2019, no podrán negar que esta chica de 17 años se aventó un show de altos vuelos que dejó complacidos a todo el público que la fue a ver.
Ya casi como tradición, este año los organizadores del Corona incluyeron en el cartel del festival a la figura del momento. En ediciones anteriores fue Imagine Dragons, Lana del Rey, Lorde… y este año le tocó a Billie Eilish. En verdad, actualmente, no hay nadie mejor para ocupar ese lugar que la californiana, una chica que en cuestión de un año (más o menos), ha logrado convertirse en una figura internacional de festivales como el Life is Beautiful o el mismo Corona.
Billie Eilish es amada por un muy amplio sector (sobre todo los muuuy jóvenes), pero rechazada por uno que otro purista que no comprende que los músicos crecen con una audiencia, y claramente esta chica no es de su generación.
Así es como el público se dividió en varios sectores. Los que estaban de paso para comprender por qué tanta fascinación por una adolescente, acompañados en el Corona Light de aquellos que sólo han escuchado un par de canciones, sin duda, sus éxitos como “Bad Guy”. Y luego, los que estaban ahí porque sienten una admiración genuina por Billie Eilish y el hecho de que a su corta edad, ya esté pisando este festival mexicano.
Para estos últimos, con sólo hacer acto de presencia, la estadounidense ya los tenía en la bolsa. Desde horas antes, muchos de sus espectadores ya tenían su lugar apartado en el escenario (un poco lejos, debido a esa extraña división de “general A y B”… pero ese es otro cuento). El asunto fue para los que por curiosidad se aventaron a ver qué onda con esta chica. “Algo” ha de tener. Y, pues sí… algo tiene.
Aunque aborda temas “para chavitas”, como dicen algunos (como si los años blindaran de chillar por un amor no correspondido o tener ideas suicidas), el tono oscuro que Billie Eilish imprime a sus canciones hace que rápido cualquiera se olvide que lo que tiene enfrente es una estrella juvenil. Eso y el show que tiene armado, con un audio impecable y visuales atascados que equilibran la austeridad sobre el escenario (sólo ella, acompañada de una batería y un piano/sintetizador/mezclas).
Abrió con “Bad Guy”, su éxito más grande a la fecha. Por suerte, así sació el morbo de los que sólo querían escuchar el hit del momento y después irse a ver otra banda (que sin juzgar, fue una movida bastante interesante considerando que es su primera vez en México). Al menos le damos el crédito de que Billie Eilish se arriesgó.
En medio se aligeraron los apretujones entre el público. Aunque no los gritos y los pequeños “sismos” que fueron provocados por los brincos, ya que le siguieron “My Strange Adicction” y “You Should See Me In A Crown”. Ya luego se bajó la intensidad física (pero no emocional) con “idonwannabeyouanymore” (sí, así de corridito se escribe) y “COPYCAT”.
¿Momentos del show? Ufff, para los fans, seguro toda la presentación. Claro, “Bad guy”… pero “Ocean Eyes” y muy especialmente “When The Party’s Over”. Ya lo dijo bien (muy bien) Billie Joe Armstrong de Green Day: en esa canción en particular, es como estar en un estadio de Inglaterra, en un partido de fútbol. Todo mundo cantando con ella… pero lo que se corea son canciones oscuras. “Eso es muy cool”. Y realmente lo es.
Billie Eilish apareció con un estilo que no se planea en una estrella juvenil, al menos no a lo que nos tienen acostumbrados. Ropa holgada con impresiones extrañas y de colores fosforescentes. Su cabello es verde, y ayer vistió un short, sudadera y playera naranjas. Lo destacado de Billie Eilish, si nos atrevemos a decirlo, es que se convirtió en un éxito mundial no por jugar con una imagen de sensualidad desmedida, sino por representar a aquellos que se sientes incómodos, quizá fuera de lugar... y eso lo hizo con música que no relacionamos a nadie más.
¿En serio?, ¿una chica con ropa masculina y sangre en la nariz?, ¿tarántulas y cosas oscuras? Sí, esa es Billie Eilish, y ayer en el Corona Capital lo vimos y lo gozamos. Como mencionamos, trae un show austero pero cumplidor con visuales que acompañan un sintetizador que bien podría ser de una banda más de nicho, a esas que no le pondríamos peros.
La noche de Billie sólo duró una hora. Suficiente para que sonaran casi todas las canciones de su único álbum, When We All Fall Asleep, Where Do We Go? de 2018, pero también varios sencillos que ha publicado desde 2016 como “Ocean eyes”, “COPYCAT” o “Bellyache”, así como “Everything I Wanted” que, supuestamente, México es el primer lugar en el que suena en vivo… al menos eso decían por ahí en lo que la gente se movía a la salida o a ver si alcanzaban algo de Paul Banks e Interpol.
Un buen show que confirmó que es todo un fenómeno. ¿Comercial o musical? Eso ya lo veremos dentro de un par de años y de varias maneras: nuevo material, cambios de imagen, presentaciones más grandes y hasta con su regreso a México.
Por lo que se vio ayer en el Corona, quizás podemos decir que es un poco de ambas y que Bille Eilish es el equilibrio perfecto, el punto medio en el que los que no son seguidores de esta clase de artistas, se puedan dar un chance y descubrir que hay algo más detrás de ella que millones de seguidores: hay talento y amor por la música y el movimiento de la misma en su sentido más literal. Billie no dejó de saltar, y la mayoría tampoco.
Setlist y galería
Bad guy
My Strange Addiction
You Should See Me In A Crown
idontwannabeyouanymore
COPYCAT
When I Was Older
Xanny
All the Good Girls Go to Hell
Ilomilo
Bellyache
Everything I Wanted
Ocean Eyes
When The Party’s Over
Bury a Friend