Si hay un artista que comenzó desde abajo ese es Bill Withers. A principios de su carrera manufacturaba su música con una guitarra de palo y las letras las creaba a partir de sentimientos oscuros, de sus experiencias de vida como el racismo o el vivir en un lugar como el estado de Virginia pero al mismo tiempo, éstas se convertían en himnos a la amistad y sobre todo, al amor. A sus 33 años, este talentoso artista lanzó su primer disco de larga duración Just As I Am. De éste se desprenden temas como “Harlem”, “Everybody’s Talkin’” y “Ain’t No Sunshine”, un corte que rápidamente se convirtió en un éxito y lo colocó en el radar; que lo convirtió en el Bruce Springsteen de los afroamericanos e incluso lo hizo ganar un Grammy.
Sin embargo, su carrera tan solo duró menos de una década, ya que para 1985 lanzó lo que sería su último disco, Watching You, Watching Me. A partir de entonces se alejó de la música, de los escenarios y de todo lo que esto conllevara. En los 90, ocasionalmente se presentó junto a Grover Washington Jr. y para el 2000 reapareció intermitentemente para ofrecer algunos conciertos, relanzar algunos de sus discos en varios países, convertirse en el protagonista del biodocumental Still Bill (2010) y finalmente, en 2015, para formar parte del Salón de la Fama.
En la actualidad hay algunos que piensan que está muerto. Incluso él mismo a veces piensa que lo está. Al menos así lo hizo saber en una entrevista que ofreció a Rolling Stone en 2015: “Algunas veces despierto y me pregunto lo mismo (si estoy muerto). Un ministro muy famoso una vez me llamó para averiguar si estaba muerto o no. Le dije: ‘Déjame checar’”. Otras personas no creen que él sea Bill Withers: “Una mañana de un domingo estaba en Chicken and Wafles de Roscoe y unas jóvenes de la iglesia se sentaron al lado mío. Ellas estaban hablando de esta canción de Bill Withers que cantaban en la iglesia esa mañana. Me recargué en mi codo, volteé hacia ellas y les dije: ‘Señoritas, es gracioso que lo mencionen porque yo soy Bill Withers’. Una de ellas dijo: ‘Tú no eres Bill Withers. ¡Eres muy claro para ser Bill Withers!’”.
Ya sea por una cosa u otra, cierto es que si no hubiera sido por “Ain’t no Sunshine” Bill Withers no se hubiera convertido en el hombre que fue. No hubiera alcanzado el éxito ni se hubiera convertido en el artista que inspirara múltiples covers. Hoy este tema de apenas dos minutos de duración sigue vigente; por él no han pasado los años y cada sonido, cada palabra mueve hasta la más diminuta fibra de aquel que lo escuche y se sumerja en ese dolor por no tener al ser amado en ese momento. Ese es el efecto que tiene esta canción. Sin embargo, ¿cuál es la historia que hay detrás?
Escrita para su álbum debut en 1971, “Ain’t No Sunshine” -que de hecho está mal escrita pues es doble negación- fue producida por Brooker T. Jones e inspirada en la cinta Days of Wine and Roses, de 1962, que relata la historia de dos personas —interpretadas por Jack Lemmon y Lee Remick— que sucumben al alcoholismo y a lo largo de la historia se ve cómo ambos lidian con sus problemas.
“Ellos eran alcohólicos débiles y fuertes a la vez. Es como retroceder por unos segundos después de tomar veneno para ratas. Algunas veces te pierdes de cosas que son particularmente buenas para ti. Es algo que me cruzó la mente después de ver esa película”, explicó en una entrevista a SongFacts.
Los instrumentos que se escuchan en la canción todos, absolutamente todos son acústicos y de hecho, la parte de “I know, I know, I know” no estaba destinada a que fuera así: “No lo iba a dejar así. Iba a escribir algo ahí pero hubo un consenso en el estudio de que lo dejara únicamente con eso”, explicó al portal.
En ese entonces Bill Withers tenía 33 años y trabajaba en una fábrica donde hacía asientos para baño y aviones. Allí fue cuando le llegó la inspiración y creó “Ain’t No Sunshine”, un tema que en un principio no estaba pensado como un sencillo, sino como un Lado B de otra canción llamada “Harlem”. Sin embargo, los DJ tocaban “Ain’t No Sunshine” como un single y rápidamente se convirtió en el primer éxito de Bill.
El primero en realizarle un cover a esta canción fue Michael Jackson en 1972. A partir de esto el tema tuvo todavía mucho más éxito -especialmente en Reino Unido- e incluso ganó un Grammy ese año en la categoría “Mejor Canción R&B”.
Además de Michael, Paul McCartney, Prince y Sting, por mencionar algunos y a los más importantes personajes dentro de la música, decidieron coverear esta canción, que en 2015, con motivo del ingreso al Salón de la Fama de Bill, fue interpretada por el mismo Stevie Wonder.
También ha formado parte del soundtrack de cintas como Girls Town (1996), Notting Hill (1999), Old School (2003) y Munich (2005), así como de series de televisión como Monk (2005), CSI: NY (2009) y Scandal (2013).
¡Larga vida a Ain’t No Sunshine”, la canción más sencilla pero con todo lo necesario para relatar una historia de amor!