Freddie Mercury fue un artista excepcional. Desde muy joven y a pesar de todos los problemas sociales que ocurrían en la isla de Zanzíbar, su ciudad natal y que actualmente es parte de Tanzania, él siguió construyéndose, desarrollando sus habilidades como pianista y más tarde como cantante, músico y compositor. Su genialidad radica en muchas cosas pues, además de componer grandes temas, también desarrollaba su creatividad para vestir —no por nada esos ajustados leotardos o sacos tipo torero son altamente conocidos en el mundo—. Lo que a Freddie le ocurrió fue una tragedia, pero fue parte de la vida y, en esa difícil travesía que terminaría con su vida un 24 de noviembre de 1991, hubo mucho amor, mucho éxito y sobre todo, mucha amistad.
De esto último se encargó Queen, una banda que si bien tuvo a Freddie como cabeza, es de esas agrupaciones que a diferencia de muchas otras muy famosas, demostró que la amistad está antes que todo. Que sin importar los problemas que llegasen todos estaban para todos, apoyándose hasta el último momento. Eso fue lo que Brian May, Roger Taylor, John Deacon y Freddie Mercury demostraron hasta el último momento.
En junio de 1986, tras el lanzamiento del disco Kind of Magic, Freddie Mercury empezó a notar que algo no estaba bien y, al temer sufrir esa enfermedad que estaba en boga pero que nadie sabía cómo detener su rápida propagación, se hizo los estudios pertinentes hasta determinar que en efecto, padecía VIH. Durante cuatro años el famoso cantante ocultó su enfermedad, y gracias a la ayuda de sus compañeros Brian, Roger y John la mantuvo en secreto hasta que finalmente, cuando ya no podía ocultar su deterioro, dejó de tomar sus medicamentos y según relata Brian May, “dejó de tomar todas las pastillas excepto los analgésicos para el dolor. Fue muy triste y duro aceptar que no había solución”.
Su cuerpo se iba debilitando periódicamente, las manchas en la piel comenzaron a aparecer, resultó inútil que le trajeran en aviones privados el medicamento desde Estados Unidos. Era inevitable lo inevitable. Su cuerpo ya estaba cansado, agotado de luchar y, como prueba, está su última aparición en televisión para los premios Brit Awards de 1990 que se llevaron a cabo el 18 de febrero. Allí reconocieron la contribución de Queen en la música británica y por consiguiente, después de pasar un pequeño video de la trayectoria de la banda, el cuarteto se subió al escenario para recibir el premio.
El primero en aparecer a escena fue Freddie, quien usaba un holgado traje sastre azul cielo satinado con una tela blanca encima como si fuera una especie de bufanda. Él, sin su bigote, sin su sonrisa, sin su voz que retumbaba y reventaba todos los tímpanos y con la cara chupada. Había un pronunciado mentón pero no al punto de que los huesos se salieran. El paso de la edad había transcurrido —tenía 44 años— de eso no había duda pero, ese cuello arrugado se debía a la enfermedad que poco a poco se estaba comiendo a Freddie.
Después de saludar a todos únicamente se limitó a tomar el premio y dejó que Brian May hablara y agradeciera por el reconocimiento. Una vez que terminó, Mercury únicamente tomó el micrófono para decir “Gracias” y salir del escenario. Esas fueron las últimas palabras que él dijo al público que ya no lo volvería a ver excepto en fotografías de la última fiesta a la que fue y en un par de videos.
En febrero de 1991, se grabó el video de “I’m Going Slightly Mad”, sencillo del disco Innuendo que salió en esas mismas fechas. En ese video y a pesar de las grandes capas de maquillaje, se veía a un Freddie ya muy acabado y que por más que intentaba moverse como solía hacerlo, ahora sus manos, piernas y cara eran lentas. También se notaban algunas manchas en el cuello igualmente a causa del SIDA, y aunque trataron de ocultarlo, no se pudo del todo.
“El peor problema era el de su pie. Trágicamente quedaba muy poco de él. Una vez nos lo enseñó durante la cena y dijo: ‘Lo siento Brian, perdona si te molesté enseñándote esto’. Yo le contesté: ’No estoy molesto, Freddie, excepto que me he dado cuenta de que tienes que aguantar todo este terrible sufrimiento”.
Además, durante la creación de Innuendo, Freddie llegó a un punto en el que lo físico no era el único problema. Ahora el SIDA también ya se había adentrado a su cabeza. Según rememora May, “a veces Freddie era incapaz de verbalizar lo que quería expresar. Nosotros, en cierto sentido, aunque suene muy extraño, verbalizábamos por él escribiendo algunas de las letras. Porque él había llegado a un punto en el que no podía expresarse con palabras. Así que, en temas como ‘The Show Must Go On’ o en ‘These Are The Days of Our Lives’, era material que le ofrecíamos a Freddie para que él pudiera trabajar con nosotros”.
Con una composición y producción de disco entre 1989 y 1990 para que en 1991 Queen comenzara con la promoción, el 30 de mayo de 1991 la banda británica grabó su último video para el single “These Are The Days of Our Lives”. Éste en un principio se esperaba que fuera filmado a color, incluso Freddie aparece usando un pantalón negro satinado con camisa a tono y un chaleco rojo con bordados llamativos en la parte de en frente, pero debido a lo acabado que estaba Mercury y sus manchas en la piel que eran todavía mayores a la de tres meses antes, se tuvo que editar en blanco y negro.
A pesar de esto, él se mantuvo de pie, involucrado en el proceso de producción y de creación del video donde aparece a cuadro la mayor parte del tiempo. Siempre pendiente, alerta y propositivo. Así lo dejó ver un detrás de cámaras que posteriormente fue lanzado por la BBC.
Según relató May en su momento, lo más triste es que Freddie Mercury murió unos meses antes de que la ciencia tuviera un gran avance en los medicamentos retrovirales. “Si esas pastillas hubieran llegado antes, Freddie seguiría entre nosotros”.
Sin embargo, él murió feliz, acompañado de Jim Hutton, su último amor y que en un extracto del libro que Hutton lanzó tres años después de la muerte de Freddie titulado Mercury And Me dice: “Una vez le pregunté por qué, de todas las personas del mundo que podía haber tenido me había elegido a mí. Me miró y me dijo: ‘Luchaste por mí, me ganaste’. En las últimas líneas de la canción ‘These Are The Days of Our Lives’ tienen un sentido especial para mí. Aquellos fueron los días de nuestras vidas, las cosas malas en la vida fueron pocas. Aquellos días se fueron ahora, pero algo sigue siendo cierto cuando miro y descubro que aún te amo. Freddie fue el mayor amor de mi vida. Sé que nunca volveré a amar así”.